
El debate sobre los actos con toros o reses bravas es creciente en localidades navarras, algunas de las cuales han realizado consultas para decidir si continúan con esta actividad, lo que ha derivado en su cancelación en Barañain o Uharte. Al argumento del maltrato animal se le suma el de la seguridad, que este año ha vuelto a quedar en entredicho en varios puntos; el último, Cortes.
El pasado jueves, uno de los toros soltados en la plaza improvisada en esta localidad ribera saltó hasta dos veces la barrera con inusitada facilidad, en apenas un minuto. En la primera de ellas volteó a un vecino de Mallén (Zaragoza) de 70 años que se encuentra ingresado en la UCI del Hospital Servet de la capital maña en estado «extremadamente grave». Y hubo varios heridos más, como una mujer de Buñuel de 43 años con fractura de pelvis.
No era la primera vez este verano en que una res brava se intentaba «fugar» en Nafarroa. A principios de setiembre lo consiguió un novillo de 450 kilos en Caparroso, que en su huida golpeó e hirió a un joven y acabó siendo rescatado en el río, una hora después, tras haber sembrado el caos y el pánico.
Se trataba, por cierto, de un animal que ya un año antes se había escapado en la también ribera Villafranca, por lo que, como se ve, estos episodios no son precisamente puntuales. Y tampoco ocurren exclusivamente en cosos portátiles, como quedó probado en Tafalla en 2010, cuando un toro logró saltar a los tendidos de la plaza provocando hasta 40 heridos.
Una casa en Milagro, una carnicería en Lizarra...
Queda claro que no se pueden poner puertas al campo a animales de tal dimensión y fuerza. Pero es que tampoco dentro de los recintos habilitados para ello parece garantizado un mínimo de seguridad. En Milagro, a principios de setiembre un novillo de más de 400 kilos estuvo a punto de entrar por la ventana en una vivienda que estaba habitada. Lo impidió un corredor que le tiró del rabo tras unos segundos muy angustiosos.
Esa ventana estaba abierta en pleno recorrido, pese a pertenecer a un bajo y situarse a apenas un metro del suelo. Y en ella, por cierto, había un hombre mirando la pantalla de su móvil, que se llevó un susto morrocotudo.
Antes, en agosto una vaca de las que corren el encierro de Lizarra logró entrar en una carnicería provocando algunos destrozos, aunque no heridos.
Las cornadas de Tafalla y Zangoza
Por lo que respecta a los encierros con toros que se mantienen en Nafarroa, más allá del mundialmente famoso de Iruñea, tanto en Tafalla como en Zangoza han estado este verano a punto de sufrir dramas irreparables, con tres jóvenes navarros como protagonistas.
En el caso de Tafalla, un corredor de Elbete (Baztan) de 20 años padeció fractura de cráneo por un golpe en el encierro. Y al día siguiente un toro se cebó con otro de Tafalla de 27 en el callejón de la plaza, corneándole repetidamente. Logró salvar la vida gracias a que otro mozo se llevó finalmente al morlaco.
De nuevo aquí se abrió un debate en las redes sociales sobre las condiciones de seguridad. Y es que un árbol situado dentro de ese callejón y que en ocasiones sirve a los corredores para esconderse detrás estuvo esta vez a punto de convertirse en trampa mortal para el mozo tafallés.
Más recientemente fue en Zangoza donde se rozó el drama cuando un joven de Iruñea de 26 años fue empitonado brutalmente y arrastrado decenas de metros por un toro. Aunque el cuerno le atravesó la pierna de lado a lado en una imagen espeluznante, no afectó a la femoral y salvó su vida.
Más tranquilos fueron paradójicamente los ocho encierros sanfermineros. De hecho, el herido más grave de las fiestas fue un torero, Rafaelillo, al que un Miura le provocó múltiples fracturas costales y otros daños internos de los que sigue recuperándose casi tres meses después. Según explicó, en el momento inmediatamente posterior a la embestida su situación médica fue tan delicada que llamó a su familia para despedirse.
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