Maite Ubiria

Candidatos, interventores o presidentas de mesa pagaron el precio de votar en pandemia

Fue el 15 de marzo aunque parezca que ha pasado un siglo. 47 millones de electores fueron convocados a las urnas para elegir a sus alcaldes en el Estado francés. El virus ya circulaba por el Hexágono y las medidas de protección que se adoptaron no impidieron que distintos actores de la jornada electoral pagaran el precio de votar en pandemia.

Votación, el 15 de marzo, en un colegio electoral de Baiona. (Guillaume FAUVEAU)
Votación, el 15 de marzo, en un colegio electoral de Baiona. (Guillaume FAUVEAU)

Es imposible saber cuántas personas enfermaron por hacer un gesto tan elemental en democracia como es el de depositar el voto en la urna. En todo caso, aparte de Emmanuel Macron, hoy pocos ponen en duda que la decisión de mantener la primera vuelta electoral del 15 de marzo fue una opción política que tuvo implicaciones graves sobre la salud pública.

En los colegios electorales se tomaron precauciones. En cada mesa, geles desinfectantes y un circuito de seguridad, para regular la entrada de electores.

Los votantes fueron requeridos a llevar el voto preparado de casa y aquellos que no lo hicieron pudieron acceder a los lugares reservados, aunque esos habitáculos se situaron en lugares estratégicos para asegurar una mejor aireación.

También los votantes se llevaron el bolígrafo de casa para firmar con más seguridad el acta tras depositar el voto, dado que en el Hexágono es obligatorio renovar la inscripción en el censo para participar en cada elección. Y hasta se permitió a los responsables de mesa no recoger los documentos de identidad, que con solo leer los datos a distancia facilitaron el sufragio.

Marcas en el suelo y personal con guantes y máscaras, aunque el alguna ocasión ni lo uno ni lo otro. Durante la jornada se respetó en general la consigna de seguridad sanitaria pero también se produjeron bastantes quejas sobre algunos comportamientos incívicos.

Algunos incidentes y dudas persistentes de legitimidad

Pierre Casenave, médico e integrante de la lista Baiona Berdea eta Elkarkidea difundió un testimonio en redes dando cuenta del nulo respeto a las más mínimas reglas de higiene por parte de presidente del colegio 9 de Baiona.

«Se ha negado a guardar la distancia, no ha parado de estornudar y tras usar el pañuelo ha tocado todos los materiales de mesa sin limpiarse las manos», denunciaba el candidato.

Casenave se quejó al alcalde, Jean-René Echegaray, que le respondió diciendo que no hiciera del incidente «una cuestión política»

La alta abstención –70% en grandes ciudades, tal como ocurrió en la capital labortana– marcó los resúmenes de una jornada electoral inusual.

Semanas después, ya con la pandemia devastando vidas cada día, y las cosas más claras, el propio Etchegaray, que obtuvo una «belle» victoria parcial en la primera vuelta, reconocía que, a la vista de lo ocurrido, «cabe cuestionarse sobre la legitimidad» del proceso electoral.

Alcaldes que no salen, alcaldes que no entran

Por seguir con algunas consecuencias institucionales de esa votación en pandemia, al día siguiente de la votación Emmanuel Macron decretó el confinamiento. Y entonces, como el resto de la ciudadanía, los alcaldes salientes y entrantes se encerraron en casa.

Los primeros, al no haberse podido constituir los ayuntamientos –o celebrarse la segunda ronda electoral– siguen siendo hoy por hoy alcaldes y no saben cuántas semanas o meses más deberán prolongar sus mandatos. Los segundos son alcaldes elegidos democráticamente, pero tampoco saben cuándo accederán por fin al bastón municipal.

Ahora que ya se atisba el desconfinamiento, saltan ya algunas polémicas.

El alcalde saliente de Ziburu se resiste a poner en marcha la dinámica municipal. Así Guy Poulou (79 años) responde con un «no son los vascos los que deciden en Ziburu» a la petición de que se ponga en marcha la maquinaria de los plenos cursada por el grupo municipal Ziburu Bizi, cuyo cabeza de lista, el abertzale Eneko Aldana, se hizo con un 44,56% de los votos el 15 de marzo, situándose como claro favorito a ocupar la Alcaldía. La aspirante a suceder al alcalde conservador, Isabelle Dubarbier-Gorostidi, se debió conformar con un 17,16% de los votos.

Tres primeros ediles fallecidos

Con todo, las secuelas más graves dejadas por la decisión de que el Covid-19 no alterara el calendario electoral vinieron en las semanas siguientes al 15M, cuando empezó a ver la luz el goteo de casos de personas contagiadas durante el proceso electoral.

Un asesor municipal hospitalizado en Mitry-Mory (Seine-et-Marne), una decena de militantes de la France Insoumise contagiados en Seine-Saint Denis, la candidata de Les Républicains por Marsella, Martine Vassal, y el miembro de su misma lista, el macronista Yvon Berland, testados positivos, contagiado por Covid-19 el ex alcalde saliente de Niza, Christian Estrosi.

Las cabeceras galas se llenaron de referencias a los efectos secundarios de las elecciones.

A fecha de 1 de abril se contabilizaba ya la muerte de al menos tres alcaldes franceses que experimentaron síntomas días después de la jornada electoral. Vivían en Haute-Rhin, Côte d’Or o Marne. Todos ellos, como miles de otros electos locales y muchos más ciudadanos, participaron en labores organizativas de la jornada electoral.

No se puede probar el día de contagio

Por descontado, las autoridades de París han respondido a las denuncias públicas remitiéndose a factores como «el tiempo impreciso de incubación del virus«, lo que hace que no se pueda establecer con exactitud que esas personas se contagiaran el día de las elecciones, ya que pudieron haber sido contaminadas con anterioridad.

Aun de ser así, esos ciudadanos habrían deambulado entre actos de campaña y colegios electorales, cruzando a un alto número de ciudadanos, sin saber del peligro que corrían.

En Ipar Euskal Herria tenemos un caso revelador. A dos semanas de celebrados los comicios, a las afueras de Baiona,  en la localidad de Bokale trascendía un contagio en cadena que afectó a una docena de personas, todas ellas integrantes de listas electorales.

Tras pasar un mes en el hospital, por momentos en estado grave, este martes uno de los afectados, el alcalde Francis Gonzalez, de 70 años de edad, ha podido ser trasladado a un centro de reposo y rehabilitación de Kanbo, donde seguirá su recuperación.

El 15 de marzo logró una clara victoria, que dejó encarrilada su reelección pero, como tantos otros, el alcalde de esa localidad labortana, gobernada históricamente por la izquierda de obediencia hexagonal, ha pagado un alto precio por ese voto en pandemia.