OIHANE LARRETXEA
DONOSTIA

Una gran retrospectiva condensa en Kubo Kutxa la obra pictórica de Juan Luis Goenaga

Tras seis meses paralizada, la sala Kubo Kutxa del Kursaal reabre sus puertas a lo grande, esto es, con una retrospectiva sobre la obra del pintor Juan Luis Goenaga. Se han recopilado 130 obras, de colección propia y de privadas, que intentan resumir algo imposible: 50 años de recorrido artístico. ‘Goenaga’ se inaugura este viernes y podrá visitarse de forma gratuita hasta el 10 de enero.

Juan Luis Goenaga este jueves, junto a una de sus obras. (Juan Carlos RUIZ I FOKU)
Juan Luis Goenaga este jueves, junto a una de sus obras. (Juan Carlos RUIZ I FOKU)

«La pintura es pintura y punto», resume Juan Luis Goenaga (Donostia, 1950). Lo dice como si fuera una obviedad y no hicieran falta más explicaciones, aunque prefiere añadir que el estado anímico jamás afectó a los trazos, a la gama cromática, a la temática. Que lo que sucede en su interior nunca tuvo ni tiene consecuencias en su obra. «La pintura es autónoma. No puedes plantear tu vida en ella. Al menos no es mi caso».

Se cumplen 25 años desde la última retrospectiva que se hizo en Donostia de su obra y cinco décadas de trayectoria artística. Difícil, por no decir imposible, cumplir con el deseo de comprimir todo ese legado, pero Kubo Kutxa se lo ha propuesto y según el propio autor se ha logrado. La muestra ‘Goenaga’ abre mañana viernes sus puertas, y podrá verse de forma gratuita hasta el 10 de enero de 2021. La gestación comenzó hace tres años, lo que nos da una idea del difícil proceso de revisado, clasificado y selección, tal y como ha querido subrayar este jueves el comisario Mikel Lertxundi.

Se han seleccionado 130 obras y algunas de ellas nunca antes se habían expuesto. Algunas piezas proceden de la propia colección de la familia, otras de 26 colecciones privadas y de fundaciones y museos, como del Bellas Artes de Bilbo o del Artium de Gasteiz. «Lo cierto es que de algunas de las obras no me acordaba, y al volver a verlas he revivido momentos y recuerdos», ha admitido el propio Goenaga durante la presentación.

La gran retrospectiva plantea un viaje a traves de su obra y del tiempo, para lo que se han dispuesto seis salas temáticas. ‘Inmersión en la naturaleza’, ‘Figura y revelación urbana’, ‘Un universo íntimo’, ‘La inspiración rupestre’, ‘Abstracción versus figuración’ y ‘De la cueva al paisaje’. Al margen, se ha instalado una sala con obra que el autor ha realizado sobre papel: acuarelas, acrílicos, óleos, serigrafías y grafitos que muestran otra cara, pero complementaria, del artista.

Entre la figuración y la abstracción

La gran mayoría de piezas son óleos de gran tamaño, salvo alguna pieza y la obra realizada sobre papel, que destaca por unas dimensiones bastante más reducidas. Según señala Lertxundi, la pintura de Goenaga tiene una propersión expresionista, y navega entre las aguas de la figuración y la abstracción. Son dos vías de trabajo cuya frontera es un fino hilo, casi imperceptible. 

Destaca también el ritmo y el dinamismo con el que pinta. De hecho, el propio autor ha confesado que pintar es como bailar. Hace falta ritmo y energía, vitalidad, movimiento. Lo ha dicho ante un cuadro que parece moverse. De intensos amarillos, y en el que se intuye a una mujer dándose placer. Los trazos parecen frescos y el fondo es blanco, algo muy poco habitual en él. Es la unica pieza erótica que se ha seleccionado para la ocasión. «Bien con la dirección de la pincelada, como con la composición, o con la forma en que se comportan los elementos dentro del cuadro… hay ritmo, hay dinamismo. Siempre», ha explicado el comisario.

La muestra arranca con las series ‘Belarrak’ y ‘Sustraiak’ que pintó en sus comienzos, en Alkiza. El contacto con la naturaleza es evidente, y el peso que ello supuso. Tiene interés por el mundo orgánico, y ya se vislumbra ese juego entre lo figurativo y lo abstracto que nunca ha dejado de practicar. Una vez deja el entorno rural y regresa a la capital guipuzcoana, la ciudad cala en su obra, y comienzan a aparecer figuras, como consecuencia de otras influencias, como las revistas. Surge la serie ‘Profiden’, de la que se ha seleccionado una pieza donde aparecen dos mujeres muy sonrientes. El mundo urbano será protagonista hasta los años 70.

En esta segunda sala podemos ver figuras poderosas que ocupan todo el lienzo, aunque poco a poco también comienzan a deshacerse. Fue una fase en la que deshace las líneas, los colores y las figuras. «Construye y deconstruye las formas, trabaja con recursos más académicos, como los sombreados y las líneas de cierre». Lertxundi cita un «realismo mágico», a cuyos personajes Goenaga les dotó de «formas imposibles».

La serie de parejas también resulta fundamental en su obra, una temática que lo tuvo ocupado especialmente a comienzos de los 80, época en la que su ámbito más íntimo y familiar acaparó también parte de su creatividad. El nacimiento de su primera hija, en el 83, le hace regresar a Alkiza. Es allí donde retrató momentos de intimidad con su primogénita Bárbara.

Su interés por la arqueología, la historia y la geología también queda patente; de hecho la cuarta sala se ha dedicado a ‘La inspiración rupestre’. «El tema del pasado, de lo ancestral, es clave. También la visita que en el año 91 realiza a algunos yacimientos y monumentos románicos. ‘Romanikoak’ y ‘Arkeologikoak’ son dos series que recogen aquello pero desde la contemporaneidad», avanza Lertxundi. Son piezas que nos retrotraen al mundo orgánico de los inicios.

Después llegaría el color, el color intenso más bien. Azules añiles, rojos y amarillos. Año 2003. «En las parejas también los empleé, pero la verdad es que hay alternancia en las gamas cromáticas que he empleado. Pero no es algo deliberado, yo no elijo los colores. Son los temas quienes los eligen», ha afirmado Goenaga.

Avanzando hacia el final, Lertxundi da una de las claves: hay obra muy diversa, pero todas ellas son Goenaga. Hay un poso común que hacen a sus piezas inconfundibles. Pero lo realmente relevante es que exigen una mirada profunda: «por mucho que las mires una y otra vez nunca será suficiente; en cada mirada descubres algo nuevo en lo que antes no reparaste».