A.G.

Ekologistak Martxan destaca las ventajas del 30 km/h y no entiende el debate generado en Bilbo

Ekologistak Martxan solo constata aspectos positivos en la decisión del Consistorio bilbaino de extender el límite de velocidad de 30 km/h a todas las vías de la ciudad. No entienden que se cuestione la medida cuando solo supone implantarla en un 13% de las calles.

Señal de limitación de la velocidad en una calle de Bilbo. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU)
Señal de limitación de la velocidad en una calle de Bilbo. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU)

Bilbo se convirtió el pasado 22 de setiembre en la primera ciudad con más de 300.000 habitantes que implantó en todos sus viales urbanos una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, una limitación que ya fue implantada hace 16 meses en el 87% de las calles.

Taxistas, repartidores y conductores de autobús son algunas voces críticas con la decisión municipal. El alcalde, Juan Mari Aburto, les respondió que es una medida «madurada» con los técnicos. Ekologistak Martxan la respalda, incidiendo en que, en el 87% de los 477 kilómetros de viales del Botxo, esta limitación ya estaba en vigor. Apunta a que antes de aquella primera normativa, la velocidad media en la villa ya era inferior a 30 km/h, 29,6 km/h concretamente. Una vez de aplicada, la velocidad se ha reducido en un 5%, a 28,2 km/h.

El colectivo expone que la mayoría de los desplazamientos se realizan a pie, un 61%, frente al 10% que emplea el vehículo privado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un atropello a 50 km/h el riesgo de que sea mortal es ocho veces mayor que si se produce a 30 km/h.

En el caso de Bilbo, recuerdan, los accidentes con víctimas se redujeron en un 10% desde que se empezó a desarrollar la política de calles 30 km/h, hace 16 meses. En la segunda mitad del año pasado se produjeron 356 siniestros, frente a los 397 que ocurrieron en el mismo periodo de 2017.

Reducción de emisiones

Otro factor positivo que saludan los ecologistas es el de la disminución de las emisiones de dióxido carbono, aunque el Real Automóvil Club Vasco Navarro (RACVN) lo ponga en cuestión. Ekologistak Martxan lo rebate, desvelando que a raíz de la implantación de 30 km/h no se han vuelto a producir picos de gases de efecto invernadero por encima de los valores recomendables que se dieron en 2016 y 2017, reduciéndose también la contaminación acústica.

«Bajar la velocidad está asociado con la reducción de partículas en suspensión que levantan los vehículos a su paso por las vías. Además, una menor velocidad aumenta el ahorro energético mediante la reducción del consumo de combustible y el cambio de hábitos de conducción», argumentan.

Asimismo, perciben un incremento del número de peatones y usuarios de la bicicleta. «La limitación a 30 km/h ha dado más espacio y seguridad a las bicicletas, lo que sumado a la mejora del servicio del alquiler municipal y la incorporación a la flota de pedaleo asistido, ha disparado su uso», señalan, cifrando en 50.000 las personas que emplean la bicicleta cada semana.

Tampoco comparten que limitar la velocidad a 30 km/h vaya a perjudicar al mantenimiento de las actuales frecuencias del transporte público, como ha denunciado ELA. Ekologistak Martxan explica que la velocidad media de los vehículos de Bilbobus es de 11 km/h. «La invasión de los coches en las vías exclusivas para ello, así como los continuos atascos con los que se enfrenta, provocan que se reduzca tanto su velocidad. Paradójicamente, una reducción de la velocidad a 30km/h, mejora la fluidez del tráfico al circular los coches a velocidades más uniformes», defienden.