El alejamiento penitenciario convierte cada viaje por carretera en una lotería macabra. Pero desde hace unos meses esa incertidumbre se ha ampliado a las propias visitas, que penden de un hilo en función de la situación sanitaria.
Lo ha denunciado Etxerat este martes. El pasado fin de semana, dos familias, contando con las respectivas autorizaciones, se trasladaron a las prisiones de Villena (Alicante) y Soto del Real (Madrid) «para encontrarse con que, debido a los positivos detectados, se suspendían las visitas. Dos trayectos de 1.400 y 1.000 kilómetros realizados en vano».
El colectivo de familiares subraya que desde hace nueve meses «la suspensión temporal de comunicaciones vis a vis es continua, afectando permanentemente a más de una treintena de cárceles en que se encuentran presos vascos, por lo que en este tiempo sólo se han realizado de forma ocasional. Esto, unido a las dificultades de los largos desplazamientos, ha privado de la posibilidad de visitar a sus familiares a niños, menores y personas de edad avanzada».
Por ello, Etxerat subraya que esta situación es «inadmisible» e insiste en que los y las presas sean trasladados cuanto antes a las prisiones más próximas a sus lugares de vinculación.