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Portugal guarda luto por ‘el Sinatra del fado’, Carlos do Carmo

Portugal se despide este lunes del fadista Carlos do Carmo, la voz masculina por excelencia del fado que falleció el pasado viernes y por la que el país vive hoy un día de luto nacional, coincidiendo con las ceremonias fúnebres del artista en Lisboa.

Carlos do Carmo, una de las leyendas de la música portuguesa. (NAIZ)
Carlos do Carmo, una de las leyendas de la música portuguesa. (NAIZ)

Los restos mortales de Carlos Do Carmo, que murió el pasado viernes a los 81 años tras un aneurisma de aorta, son velados desde las 10.00 de esta mañana en la Basílica de Estrela, donde esta tarde se realizará una misa a la que asistirán personalidades de la política y la cultura.

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, acudirá, y está también previsto que asista el primer ministro, António Costa –amigo personal del desaparecido fadista– a la misa para dar el último adiós a la considerada voz masculina del fado, intérprete de temas ya inmortales como ‘Lisboa, menina e moça’ y ‘Os putos’. Ya el funeral quedará reservado en el cementerio a familia y amigos más próximos.

Carlos do Carmo, uno de los gigantes de la cultura portuguesa, falleció el 1 de enero a los 81 años en un hospital de Lisboa, dejando conmocionado al país «en un día que debía ser de esperanza», según dijo el presidente de Portugal. Desde que Portugal se quedó sin Amália Rodrigues, en octubre de 1999, ningún nombre había concitado tanto respeto, veneración y sentimiento de solemnidad en el mundo del fado como el de Carlos do Carmo.

Nacido el 21 de diciembre de 1939 en Lisboa e hijo de una de las mayores ‘reinas del fado’, la desaparecida Lucília do Carmo, comenzó su carrera en 1963, cuando lanzó un disco sencillo llamado ‘Loucura’.

Talante izquierdista

A lo largo de más de medio siglo, transformó la tradicional canción portuguesa con referencias a la Bossa Nova y estilo de alguno de sus intérpretes favoritos, como Frank Sinatra o Jacques Brel, cantando en muchos casos interpretaciones de letras de escritores portugueses, como Vasco Grasa Moura, Manuel Alegre, José Saramago o Antonio Lobo Antunes.

Un forma de entender el fado que le llevó a actuar en prestigiosos escenarios, como el Olympia, en París; el Alter Oper, en Fráncfort; o el Royal Albert Hall, en Londres. También llegó a Nueva York, donde recibió uno de los apodos que más le gustaban: ‘El Sinatra del fado’.

Los premios se fueron repartieron a lo largo de las décadas, alcanzando una cima en 2014, cuando fue galardonado con un Grammy Latino por sus 50 años de carrera. Se retiró en 2019, y planeaba sacar un último disco en 2020, que finalmente se publicó con el título de ‘E Ainda...’.

En una de sus últimas comparecencias ante la prensa, explicó que, siendo una primera figura mundial de la canción, su pretensión nunca había sido la de convertirse en millonario: «Yo soy millonario familiar: porque tengo una mujer, unos hijos, unos nietos y buenos amigos que valen tres bancos», si bien también reconoció no ser «pobre», aunque «me preocupan mucho los pobres».

Y esta conversación lo llevó a hablar de la crisis que sufre esta parte de Europa, donde «están pasando cosas gravísimas». Le inquietaba que los políticos «no tengan sentido del servicio público» y que haya tantos desempleados, una situación que lo lleva a temer «que algo va a pasar, nada bueno».

Aunque como artista se sentía «un privilegiado», esta situación no lo alejaba de la realidad. «Hay artistas en mi tierra que no dicen nada porque si no, no dan conciertos, pero creo que si se tiene un público, hay que decirle lo que uno piensa», declaró. El músico nunca disimuló sus preferencias izquierdistas, aunque siempre ajeno a cualquier militancia, como una manera de preservar su independencia.

«Ahora Portugal disfruta de un raro privilegio, un presidente y primer ministro que no son corruptos. En 1974 teníamos un 36% de analfabetismo; y hoy disponemos de educación gratuita. Hay problemas, pero los avances son grandes», enfatizaba.