Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto

Khimki tira la toalla en su peor temporada y destituye a Rimas Kurtinaitis

Colista en la Euroliga después de ganar solo dos partidos en 20 jornadas y séptimo en la Liga local VTB, la que fue erigida como «alternativa al CSKA de Moscú» ha fracasado con todo el equipo, siendo su entrenador la cara visible de un club que no rentabiliza su fuerte inversión.

Kurtinaitis ordena algo en un tiempo muerto, aunque nadie sabe si le hicieron caso. (NAIZ)
Kurtinaitis ordena algo en un tiempo muerto, aunque nadie sabe si le hicieron caso. (NAIZ)

Rimas Kurtinaitis parecía sentenciado en su tercera etapa como entrenador del Khimki y al fin ha sido destituido después de caer por un estrepitoso 99-60 ante Anadolu Efes el pasado jueves, sumando así su ¡duodécima derrota consecutiva ! en la Euroliga, una edición en la que el Khimki se ha quedado sin opciones al ocupar la última plaza de la clasificación  con un balance de 2-18.

Andrey Maltsev será el nuevo responsable técnico de forma interina, ha informado el club moscovita.

Kurtinaitis, dirigía al equipo ruso desde enero de 2019, sustituyendo a Georgios Bartzokas, después de haber entrenado al Khimki entre 2011 y 2016, y haber sido sustituido en aquel entonces por Dusko Ivanovic.

Lituano de 60 años, Rimas Kurtinaitis ha entrenado a lo largo de su carrera, entre otros, al Ural Great, al Lietuvos, al Pallacanestro Cantú y al Khimki, con los que ganó tres Eurocopas: con Lietuvos Rytas en la campaña 2008/09 y con el Khimki en los años 2012 y 2015.

Con todo, su mayor éxito con el Khimki fue el título de la liga VTB que logró en 2011 al derrotar en la final al todopoderoso CSKA Moscú.

Una apuesta perdedora

Bajo el mandato de Rimas Kurtinaitis, el Khimki, que es un equipo que fue creado para ser una alternativa sólida al CSKA de Moscú, el balance de victorias y derrotas es de un pobre 40-58. Lo cierto es que nunca se ha colado en una Final Four, cuando un equipo mucho más intermitente como el Lokomotiv Kuban de Krasdonar sí lo ha hecho, y no es precisamente por no contar con talentos en su haber.

Entre 2011 y 2016, en esa primera etapa del técnico lituano al frente del Khimki, solo disputan dos veces la Euroliga, en las campañas 2012/13 y la 2015/16. En la primera de ellas alcanza el Top 16 y cierra su participación con 16 victorias y 14 derrotas, mientras que en la segunda, fue destituido en marzo después de cuatro derrotas consecutivas en la Liga VTB -Unics Kazan, Lokomotiv Kuban, Avtodor Saratov y Nizhny Novgorod- y perder cuatro de sus últimos cinco partidos en la Euroliga ante el Olympiacos, Real Madrid, CSKA Moscú y Saski Baskonia.

Su sustituto no fue otro que Dusko Ivanovic, que tampoco pudo hacer más que mantener el 50% de victorias y derrotas contando la primera fase y el Top 16 de la Euroliga, de las cuales el montenegrino solo dirigió los cuatro últimos partidos.

La última vez que el Khimki jugó las cuartos de final fue en la campaña 2017/18, en el que cayeron por 0-3 ante el CSKA de Moscú, con Dusko Ivanovic en el banquillo. En la campaña con Bartzokas y Kurtinaitis, la escuadra de la región de Moscú se despidió con un balance de 9-21, mientras que la truncada pasada campaña los de Kurtinaitis se quedaban con un 13-15, séptimo clasificado.

Talento desperdiciado

El Khimki tiene en sus filas uno de los mejores anotadores de la Euroliga durante las últimas temporadas, Alexéi Shved, que este año lleva 18,1 puntos de media, solo por debajo de James y Loyd, y es el mayor asistente con 7,8 pases de canasta por partido.

Si jugadores como Raül López, Carlos Delfino, Keith Langford, Timofey Mozgov o Jorge Garbajosa estuvieron –a las órdenes de Sergio Scariolo–, el aterrizaje de Alexey Shved en la campaña 2015/16 supondrá para el equipo de la Región de Moscú la apuesta definitiva en pos de hacerse con el cetro del basket ruso y europeo.

Durante años, el escolta moscovita ha sido el jugador mejor pagado de la Euroliga, y a día de hoy, ha «caído» a la quinta plaza, por detrás de Mirotic, Larkin, Milutinov y Mike James.

Pero no es el único gran jugador que jalona ese desastre que es el Khimki. Jonas Jerebko sabe lo que es permanecer una década entera en la NBA, el «cohete letón» Dairis Bertans, Stefan Jovic, Greg Monroe, Jordan Mickey o Janis Timma forman parte de la élite, sin embargo, la acumulación de talento no solo no ha dado resultado, sino que los problemas sanitarios, las lesiones y una absoluta falta de química ha destruido desde adentro un club que necesita hacer borrón y cuenta nueva, pero de verdad. Y más cuando en la pasada campaña gastaba 11,8 millones en salarios de jugadores y técnicos.

Kurtinaitis ha sido el chivo expiatorio de un equipo que precisa repensarse, cuando tiene rivales dentro de su propio país, como el Zenit de San Petersburgo, Unics Kazan o el Lokomotiv Kuban, que aspiran a desbancarlo de la Euroliga, ejerciendo una alternativa al CSKA de Moscú mucho más sólida y creíble que un Khimki que demustra, una vez más, que el dinero por sí mismo no construye campeones si no hay un plan serio detrás.