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Las armas nucleares prohibidas desde hoy, pero sus poseedores quedan al margen

Este viernes ha entrado en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, negociado y aprobado en 2017 en Naciones Unidas, que no ha sido ratificado por las potencias atómicas y por organizaciones como la OTAN.

Las potencias atómicas rechazan el tratado. (AFP)
Las potencias atómicas rechazan el tratado. (AFP)

El Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, negociado y aprobado en 2017 en Naciones Unidas, ha entrado oficialmente en vigor este viernes tras ser ratificado por medio centenar de países. No obstante, continúa enfrentándose a la oposición de las potencias atómicas y de organizaciones como la OTAN.

Se trata del primer tratado multilateral de desarme nuclear aprobado en más de dos décadas y en él los firmantes se comprometen entre otras cosas a no desarrollar, adquirir, almacenar, usar o amenazar con usar armas nucleares u otros dispositivos explosivos nucleares.

El documento incluye además procedimientos para que los países con armas nucleares que quieran sumarse declaren y destruyan sus arsenales.

Su entrada en vigor se produce, como estaba previsto, 90 días después de que el número de países que lo han ratificado alcanzase los 50, una cifra que se logró el pasado octubre gracias a Honduras.

Actualmente, de los más de 120 Estados que participaron en la aprobación, 86 han firmado el documento y 51 han finalizado su ratificación, entre ellos muchos latinoamericanos.

Los impulsores del tratado admiten que no es probable que ninguna potencia atómica se una pronto, pero confían en que la nueva norma contribuirá a la larga a aumentar la presión para que se deshagan de sus arsenales.

Boicot de la OTAN

De hecho, todas las potencias nucleares boicotearon las negociaciones del tratado, tanto las reconocidas oficialmente en el Tratado de No Proliferación de 1968 y que son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EEUU, Reino Unido, Francia, China y Rusia) como el resto de países que se sabe que disponen de bombas atómicas (Corea del Norte, Pakistán, la India e Israel).

Tampoco participaron en las negociaciones los miembros de la OTAN, con la excepción de Holanda, que sí lo hizo pero no se ha sumado al Tratado.

Varios de esos Estados tienen armas nucleares estadounidenses estacionadas en su territorio y la Alianza Atlántica, como organización, defiende que no dará lugar a la eliminación de «una sola arma» nuclear por la ausencia de las potencias y la falta de mecanismos de verificación.

Entre quienes no han firmado el tratado también figura el Estado español, que lo rechazó bajo el Gobierno de Rajoy y que sigue sin sumarse a pesar de que en 2018 el Ejecutivo de coalición del PSOE y Podemos se comprometió a hacerlo.

Polémica postura de Japón

El primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, ha insistido en que su país no tiene intención de unirse al tratado, y ha cuestionado su efectividad sin el apoyo de las potencias nucleares.

Como primer y único país que ha sufrido un bombardeo nuclear sobre población civil, en Hiroshima y Nagasaki, ha manifestado Suga, Japón «tiene la responsabilidad de liderar los esfuerzos de la comunidad para lograr un mundo sin armas nucleares». Sin embargo, considera que es necesario seguir un camino «realista» para lograrlo.

Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, que precipitaron el fin de la Segunda Guerra Mundial, mataron a unas 214.000 personas y dejaron secuelas físicas y psicológicas en muchas otras.

Asociaciones de supervivientes, denominados "hibakusha", y otras organizaciones antinucleares han pedido reiteradamente al Gobierno que se una al tratado, pero Japón está bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos, por lo que resulta improbable que respalde una prohibición total de la producción, el uso o el almacenamiento de armas atómicas.