Iker Fidalgo
Crítico de arte

La potencia de la memoria

El arte es un testigo del tiempo. Una pieza actúa como una cápsula en la que la creación se posa y el proceso creativo se detiene. Se queda marcado un lapso concreto, un momento de la vivencia de quien la realiza. La disolución entre arte y vida es imposible, pues un trabajo artístico nunca podrá desprenderse de su propia procedencia. Una vez se realiza la obra, deja de pertenecer a las manos que la crearon. Comienza su camino como un dispositivo capaz de provocar y sostener una tensión poética que trasciende hasta ser vivida por generaciones posteriores. Devienen entonces nuevas lecturas, pues las narraciones no funcionan siempre igual y no son independientes de la óptica con la que se observa ni la época en la que sucede esta mirada. Las relaciones que suscita son diferentes a aquellas que provocó en el momento de su nacimiento. A veces más sosegadas y a veces más radicales, pero sin duda igualmente necesarias.

Es por eso que como público, si bien siempre abogamos por la necesidad de entender e investigar el contexto del que nace una propuesta, conviene que hagamos un ejercicio en el que nos olvidemos de la distancia inherente al paso del tiempo. Queramos o no, este siempre nos proporcionará un lugar seguro pues jugaremos con la ventaja de saber aquello que pasó después. En ocasiones hay trayectorias y legados cuya vigencia supera el camino de lo historiográfico y es capaz de situarse de un salto en el mundo actual. Nuestra relación cambia y el desafío adquiere otros matices. Nos encontramos ante un diálogo de igual a igual y la memoria se convierte ahora en un frente activo ya sin la pátina adormecedora del tiempo pasado.

El Museo de Navarra de Iruñea inauguró a finales de enero ‘Gerardo Lizarraga. Artista en el exilio’. Tal y como revela el título, la figura de Gerardo Lizarraga Isturiz (Iruñea, 1905-México DF, 1984) es el elemento principal sobre el que gira la muestra que podrá visitarse hasta el 23 de mayo. La vida de Lizarraga está indiscutiblemente marcada por su reclusión en diferentes campos de concentración debido a sus ideas afines al bando republicano y el posterior traslado a México, en donde vivirá alrededor de cuarenta años. Se trata de un artista multidisciplinar. Su herencia creativa se materializa en forma de pintura y dibujo, así como ilustración, cartelería e incluso alguna incursión en el ámbito cinematográfico. El recorrido se plantea como una visita respetuosa con el orden cronológico y se realiza a través de 150 obras y documentos. Particularmente interesantes son los dibujos realizados durante su estancia en los campos de concentración pues son a la vez testimonio de la crueldad con la que fueron tratados miles de militantes republicanos. Encontramos trabajos que abarcan desde sus creaciones más introspectivas a aquellas que fueron creadas para el mundo de la publicidad. En definitiva, un completo acercamiento a una figura cuyo merecido lugar en la creación de nuestro territorio no parece haberse asentado todavía.

También desde la capital navarra, el Museo Universidad de Navarra programó hasta el 12 de septiembre una amplia exposición a cargo del pintor Luis Gordillo (Sevilla, 1934) bajo el título ‘Memorándum’. A pesar de la longevidad de Gordillo, no estamos ante un planteamiento retrospectivo. Las piezas que componen el montaje pertenecen a diferentes épocas y dialogan entre sí para encontrar fortalezas en los nuevos entramados que se crean entre ellas. Se encuentran también algunos de los puntos reconocibles de una de las principales figuras del arte abstracto estatal. Desde su relación con el rostro al uso de unos lenguajes plásticos que en ocasiones parecen beber directamente del imaginario digital.