El Athletic, del agua al vino

La clasificación lograda ante el Levante para la final de Copa, la de esta temporada, lleva al Athletic y a su entorno a un justificable estado de euforia tras sus anteriores años sumido en una depresión futbolística.

Vencedor abraza a Berenguer tras el gol que selló el pase a la final. (José JORDAN/AFP)
Vencedor abraza a Berenguer tras el gol que selló el pase a la final. (José JORDAN/AFP)

En tan solo dos meses el Athletic ha ganado la Supercopa –superando a Real Madrid y Barcelona– y se ha clasificado para la final de la presente Copa –lo que supone la clasificación para la próxima Supercopa–. Además, en pocas semanas, jugará contra la Real la final de Copa de la pasada temporada y contra el Barcelona la de la actual.

Hay que frotarse los ojos para asumir lo que estamos viendo. Hace tres meses este mismo equipo estaba muerto y estos mismos futbolistas eran fantasmas que deambulaban por los campos coqueteando con los puestos de clasificación que te mandan a Segunda.

No queda otra que pensar que ha sido Marcelino García Toral el que ha tocado la tecla que ha descomprimido a los jugadores. El entrenador asturiano ha sido quien ha encendido la mecha de esta explosiva y peculiar ‘Primavera árabe’ del Athletic.

Quien iba a decir que aquel técnico que hace unos años se quejaba amargamente de que a los rojiblancos les beneficiaban los árbitros iba a ser ahora el que les iba a sacar del pozo de la angustia y sin ayuda arbitral.

El cambio operado por Marcelino parece más psicológico que futbolístico. Se mantiene firme a sus ideas con la aplicación del 4-4-2 y no le preocupa cambiar de cromos dentro de su esquema de juego. Es fiel a su idea táctica y mueve a los jugadores como piezas según convenga a su particular tablero de ajedrez. Además, aunque en el fútbol profesional de hoy en día todos los técnicos tienen extensos informes de sus rivales, es especialmente acertado en torpedear las virtudes del contrario.

Sin embargo, su mayor logro tras la llegada a Lezama ha sido conseguir que los jugadores crean en ellos mismos y piensen que sus posibilidades, tanto técnicas como físicas, son superiores a las que habían demostrado en las últimas temporadas. Les invita a arriesgarse, aunque eso conlleve errores, pero convencido de que quien no se arriesga no mejora.

De su mano ha llegado la recuperación de jugadores como Muniain y Raúl García, que se pensaba que habían tocado techo; el despertar de Unai López, que no terminaba de despegar; el renacimiento de De Marcos y Balenziaga, que estaban al borde de la jubilación, el alavés tras dos años castigado por la lesiones; el despegar de Villalibre y Vencedor; la vuelta a la fiabilidad de Unai Simón; o la mejoría de Iñaki Williams, que parecía más ir hacia atrás que hacia adelante.

Luego están los que vienen empujando por detrás como Sancet, Morcillo, Vicente o Zarraga, aunque también hay que reconocer que visto el resultado de los anteriores no lo van a tener fácil para sumar minutos. Ejemplo de ello es el partido de vuelta de semifinales ante el Levante en el que Marcelino no hizo ni un solo cambio en los primeros 90 minutos.

Se la jugó hasta la prórroga con los mismos once que salieron de inicio. En su haber hay que reconocer que ninguno dio muestras de flaqueza, mientras que los jugadores del Levante se fundieron pese a que Paco López había realizado ya los cinco cambios.

Visto el excelente rendimiento de los que saltaron al campo en Valencia cuesta entender también el empecinamiento del club, se supone que aconsejado por el entrenador, en tratar de que Iñigo Martínez jugara a toda costa. Es el jefe en la defensa, pero hay que tener en cuenta que si el TAD (Tribunal Administrativo del Deporte) hubiese suspendido cautelarmente la sanción no quedaba claro cuándo se confirmaría el castigo definitivo. Un retraso que, visto lo apretado del calendario, pudiera dejar a central de Ondarroa sin jugar la final del 3 de abril contra la Real.

En cualquier caso, esto es ya pasado, todo ha salido redondo para el Athletic y ahora tiene que desconectar de las Copas y centrarse en la Liga que, alegrías al margen, es lo que realmente le da de comer.

El equipo rojiblanco recibe este domingo por la noche al Granada, un equipo va por delante en una clasificación en la que los rojiblancos están tan cerca o tan lejos de Europa como de los puestos que suponen el descenso.

Conviene que la euforia no les despiste en un compromiso en el que necesitarán descanso Yuri, De Marcos, Muniain, Raúl García y posiblemente Unai López, Vesga y Williams, que vienen de darse una paliza.

No hay problema, dirán los optimistas. Saldrán Balenziaga, Capa, Dani García, Vencedor, Morcillo y Villalibre que en estos últimos meses han dado al club suficientes motivos para la confianza.