Nerea Goti

«Vienen días duros, que siga la unidad»

La huelga en Tubacex se ha convertido en Aiaraldea en el emblema de la lucha de toda una comarca para detener un reguero de despidos y cierres, en un escenario de paro y precariedad laboral y de servicios.

Trabajadoras de Tubacex a las puertas de la factoría este 8 de Marzo. Oskar MATXIN EDESA/FOKU
Trabajadoras de Tubacex a las puertas de la factoría este 8 de Marzo. Oskar MATXIN EDESA/FOKU

Con la amenaza de 150 despidos sobre la mesa, la plantilla de Tubacex entra hoy en la 28ª jornada de una huelga que secunda la práctica totalidad del colectivo, organizado en turnos de piquetes en el acceso a fábrica y oficinas de seis horas desde las 5.00 hasta las 23.00. «Y si hace falta estar 24 horas, estamos 24 horas», agrega Maite, una trabajadora de la planta de Laudio, que lleva 15 años en la misma empresa en la que también trabajó su padre.

La determinación de sus palabras no es impostada. Maite, Yoli, Naiara, Santi y Aintzane hablan con GARA de la situación por la que atraviesan cuando llevan casi un mes a pie de piquete entre movilizaciones multitudinarias, sentadas... y varias cargas ya de la Ertzaintza. Llama la atención la fuerza con la que encaran una situación difícil. Lo que les mantiene fuertes, según subrayan, es la unidad del colectivo y el apoyo que están recibiendo, un apoyo que sobrecoge y por momentos les «desborda», como apunta Aintzane cuando, por ejemplo, trabajadoras de Berria, que hace poco estuvieron en lucha, «hacen una colecta para traernos cosas». «Esas cosas nos llegan hasta el fondo», subraya.

No son solo muestras de apoyo. Tal y como resaltan, en los últimos días trabajadores de empresas de la zona se han unido a la plantilla de Tubacex con sus buzos de trabajo, y en movilizaciones multitudinarias en Laudio y Amurrio que han estado respaldadas por colectivos de pensionistas, organizaciones juveniles, el movimiento feminista, el sector de cuidados, comercio y hostelería, trabajadores de la administración, estudiantes y profesorado de los centros de la zona... movilizaciones que han sacado a la calle a sectores de población muy diversos en manifestaciones que han reunido a varias generaciones de muchas familias.

Como comenta Aintzane, Tubacex es el medio de vida de media Aiaraldea, pero más allá de ello es también una alarma más de la falta de futuro para una comarca que lleva años acusando el cierre de empresas, pérdida de empleos sumada a la precarización de la situación de autónomos, jóvenes, mujeres... y sectores públicos como servicios sociales, educación y sanidad, mermados por los recortes y la falta de inversión.

«No es solo Tubacex, es Valvospain, en Tubos Reunidos y demás están como están», comentan trabajadores y familias que ven luces rojas de emergencia en espacios que están interconectados: el trabajo productivo, el de los cuidados, el comercio, la hostelería... A los despidos les sigue un escenario de paro o empleo precario, según apuntan.

A juicio de Naiara, esta lucha ha puesto de manifiesto «lo que somos capaces de hacer los obreros cuando nos unimos». «Estamos agradablemente sorprendidos del poder que estamos teniendo y del respaldo en la lucha contra un enemigo común, grande y poderoso. Tenemos una sensación grupal de  lucha de clases, algo que igual suena muy antiguo, pero nos da la sensación de que llega esa gente de zonas burguesas y vienen a arrasar, a echar la alfombra y darles derecho de pernada», agrega Maite.

Apunta que como se dice con el covid, el bienestar individual está unido al colectivo. «Todo repercute, porque ahora puede que no seas una de las personas despedidas, pero probablemente puedan hacerlo después o puedan precarizar tus condiciones de trabajo», comenta. Para Naiara, esta claro que «esta no es solo una huelga por 150 puestos de trabajo, sino también por una dignidad laboral que se ha conseguido a lo largo de muchos años con el esfuerzo de generaciones, que no podemos tirar a la basura».

Discriminadas y despedidas

Las trabajadoras de Tubacex  están teniendo un especial protagonismo en la lucha contra unos despidos que les afectan de lleno, la mayoría se corresponden con puestos que ocupan mujeres y tampoco es algo casual. El pasado 8 de Marzo, el movimiento feminista de Aiaraldea se unió a las trabajadoras en una multitudinaria sentada frente a la planta de Laudio que hizo que el autobús en el que la dirección accede a la planta diese la vuelta.

Tal y como explican, quienes más castigadas han salido han sido quienes han tenido que pedir reducciones para atender a cuidado de hijos o de mayores. «Ellos saben perfectamente que nosotras no podemos estar a tres relevos, así que nos han ido colocando como si fuéramos una molestia en puestos en los que ‘puedo prescindir de ti’», señala Yoli. Según indican, la dirección ha accedido a medidas de conciliación casi siempre a cambio de que la trabajadora ofrezca «polivalencia, que te ofrezcan sitios a los que tienes que ir sin decir ni mu».

Al hilo de las políticas de conciliación, Maite recuerda que fue hace unos 15 años cuando entró un número significativo de mujeres en planta, «se nos discriminó positivamente con arreglo a políticas de Gobierno vasco y otras instituciones, porque Tubacex no cumplía ni el número mínimo de mujeres trabajando en las plantas».

«Lo que sí vemos después de este proceso es que las mujeres que han tenido que coger reducciones han sido las grandes perjudicadas porque se les ha ido apartando del proceso productivo», agrega la trabajadora, que añade que siempre ha habido un trato discriminatorio en general hacia las mujeres, con las que no se ha contado cuando ha habido posibilidad de promoción a un puesto formativamente más interesante, de más nivel y más remuneración económica. «No se nos invitaba como se hacía con otros compañeros. Si estás ahí es porque tú te presentas, pero nadie te dice ‘oye, preséntate’, no se nos alienta».

Son conscientes de que los próximos días y semanas van a ser  difíciles. A partir de hoy acaba el periodo de negociación tanto para el ERE de extinción como para el ERTE, con lo que se abren quince días en los que si siguen adelante empezarán a enviar a los trabajadores las cartas de despido», explica Jonatan García, miembro del comité.

Tal y como destaca, la crisis es solo la excusa. «Tienen herramientas para paliar esta situación temporal como es el propio ERTE, hemos tenido dos y están planteando un tercero», plantea el representante de los trabajadores, que recuerda que se les ofreció desde el primer momento sentarse a negociar medidas coyunturales, como reducciones salariales temporales... «pero no han querido entrar».

Según comenta, la estrategia de la dirección ha estado dirigida a la liquidación de un convenio colectivo que se ha ido mejorando con los años y su contraofensiva es aún con despidos, seguir intentando la reducción salarial.

Resaltan que la dirección está invirtiendo en plantas y consorcios en otros lugares del mundo, como India, a donde se traslada maquinaria mientras aquí «no se renueva nada». Para las trabajadoras está claro que al margen de situaciones que se saben cíclicas, la viabilidad de la planta no está en juego, «despiden en puestos que acabarán subcontratando», dicen. «Pase lo que pase, tenemos que seguir todos juntos», insisten.