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Bruselas

La Sputnik V pone a prueba el sistema de compra de vacunas de la UE

El sistema de compra conjunta de vacunas establecido por la Comisión Europea no impide que los Estados miembros negocien por su cuenta con otros laboratorios. Actuar en paralelo es, por tanto, una cuestión política que coloca la soberanía estatal por encima de la comunitaria en un tema estratégico.

Un vial de la vacuna contra el covid desarrollada por el Centro Nacional de Epidemiología de Rusia. (Savo PRELEVIC | AFP)
Un vial de la vacuna contra el covid desarrollada por el Centro Nacional de Epidemiología de Rusia. (Savo PRELEVIC | AFP)

El mecanismo de compra conjunta de vacunas contra el coronavirus fue creado hace un año por la Comisión Europea para evitar una competición entre Estados miembros como la que se desarrolló en los primeros compases de la pandemia con las mascarillas.

Es, por tanto, una relevante innovación dentro del funcionamiento de la Unión, pero no supone la cesión de soberanía en materia de regulación sanitaria por parte de los Estados hacia Bruselas, que es la que negocia en nombre de los Veintisiete con ciertos laboratorios para acordar la precompra de dosis.

Hasta ahora, el Ejecutivo comunitario ha firmado con farmacéuticas estadounidenses o europeas: Pfizer-BionTech, Moderna, AstraZeneca (cuyas vacunas que ya se administran en la UE), Johnson & Johnson (aprobada por la EMA y que se empezará a administrar el 19 de abril), Novavax y CureVac (que están siendo analizadas por la EMA pero que aún no han solicitado su aprobación), y con Sanofi-GSK y Valneva (cuyos fármacos todavía están en fase de desarrollo).

El escepticismo inicial ante el triunfalismo de Putin

En principio, la vacuna Sputnik V, desarrollada por el centro de investigación ruso Gamaleya, fue acogida en la UE con un gran escepticismo por parte de las instituciones políticas y con mucho recelo por las autoridades sanitarias.

Conviene recordar que este fármaco fue registrado por el Ministerio de Salud de Rusia en agosto del pasado año, lo que llevó a Vladimir Putin a presentar a su país como vencedor de una ‘carrera vacunal’ que no hacía más que empezar.

Y de ahí el nombre de Sputnik, en recuerdo del primer satélite puesto en órbita por la humanidad y que dio ventaja inicial a la URSS frente a EEUU en lo que se llamó ‘la carrera espacial’.

Sin duda, la propaganda rusa tuvo algo que ver en las primeras reacciones que la Sputnik V cosechó en la Unión Europea. Pero el escenario ha cambiado mucho en las últimas semanas y el futuro a corto plazo todavía no está claro.

El debate está abierto en espera de la autorización de la EMA

De hecho, ya se ha abierto un debate público entre los Veintisiete, algunos de los cuales se muestran dispuestos a la posibilidad de comprar la vacuna rusa cuando reciba la autorización de la Agencia Europea del Medicamento (EMA).

Esta es la posición expresada este jueves por el ministro alemán de Sanidad, Jens Spahn, que supone una fisura notable en la política de compras realizada hasta ahora por la UE, porque Berlín estaría dispuesto a hacer un contrato bilateral con el laboratorio ruso.

Pero no es la primera capital que negocia directamente con Moscú. El Gobierno austríaco lleva haciéndolo desde hace varias semanas para la compra de un millón de dosis de Sputnik, con el fin de llenar los huecos causados por los cortes de suministro de AstraZeneca.

Viena ni siquiera ha querido aclarar si planea aprobar a nivel estatal el uso de la vacuna rusa o si  esperará al visto bueno de la EMA.

Los precedentes de Hungría, República Checa y Eslovaquia

Quienes han contrariado abiertamente a la Comisión Europea han sido la República Checa, Eslovaquia y, especialmente, Hungría, que ya hace meses negociaron independientemente la adquisición de la vacuna desarrollada en Rusia.

Bruselas señaló entonces que Budapest actuaba por su cuenta y riesgo, si bien tuvo que asumir que lo hacía dentro de su derecho de gestionar la vacunación como prefiera, pues las competencias de Sanidad recaen sobre los Estados miembros.

Así, el 20 de enero Hungría autorizaba la Sputnik y el 11 de febrero empezaba a administrarla, al tiempo que anunciaba la adquisición de 500.000 dosis de la china Sinopharm. Y, ya puesto a proclamar su soberana estrategia, el Gobierno de Viktor Orban ha aprobado también otras como Covishield (India) y CanSino (China).

Actualmente, Hungría se sitúa como segundo Estado de la UE que más dosis ha administrado entre su población (en torno a un 26% frente al 16,3 % de media de la UE), solo por detrás de Malta.

En Eslovaquia esta estrategia, calificada de populista por muchos politólogos, no le salió tan bien al primer ministro, Igor Matovic, que se vio obligado a dimitir hace diez días.

Madrid apuesta por la centralización «interna y externa»

En este contexto, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha apostado este viernes por actuar «interna y externamente» de manera centralizada en la compra de vacunas, al ser requerido para que se pronunciara sobre la Sputnik V tras conocerse que Alemania está dispuesta a negociar bilateralmente.

Sánchez (PSOE) también ha entrado así en el debate suscitado después de que se hiciera público que una delegación de la Comunidad de Madrid (gobernada por el PP) se había reunido con el fabricante de la vacuna rusa para que estas dosis llegaran a la región capitalina rápidamente si es autorizada por la EMA.

«Somos muchos más fuertes siendo 400 millones de personas que siendo ‘x’ millones en una comunidad autónoma», ha subrayado el presidente español durate una rueda de prensa desde Dakar, donde ha comparecido junto al presidente de Senegal, Macky Sall, con motivo de su visita oficial al país africano.