Tras más de 30 años entre Argel, Santo Domingo y un reguero de cárceles españolas, la última Sevilla, el arabarra Iñaki Arakama Mendia ha quedado libre esta mañana tras agotar la condena, desde la cárcel de Zaballa.

Sale en libertad poniendo fin a un cautiverio de 24 años, desde que fuera entregado por la República Dominicana al Estado español en agosto 1997. Entonces fue traído en un Boeing 707 del Ejército español junto a Eugenio Etxebeste ‘Antton’ y Peio Gantxegi.

Para entonces Arakama, natural de Asparrena, llevaba ocho años deportado en Santo Domingo junto a quienes fueron sus compañeros de interlocución de ETA en las conversaciones de Argel con el Gobierno español (Belen González Peñalba y Eugenio Etxebeste) y a otros deportados vascos.

En aquella negociación de inicios de 1989, concluida sin resultado, Arakama se sentó en la mesa junto a González Peñalba y Etxebeste frente a Rafael Vera y Juan Manuel Eguiagaray, representantes del Gobierno de Felipe González.

Cautiverio en Sevilla

Aunque en este periplo carcelario ha pasado algún tiempo en Zuera (Zaragoza) o Logroño y la recta final ha sido en Zaballa, la mayor parte de la reclusión se ha producido muy lejos y en condiciones durísimas, aislamiento incluido.

Así, fue uno de los participantes en la protesta de los presos vascos de 2013 para tener un régimen de vida digno en Sevilla. Allí ha sido mantenido casi hasta finalizar la condena, impuesta por diversos atentados de ETA a principios de los años 80. Solo en las últimas semanas ha sido traído a Euskal Herria, concretamente a Zaballa, de donde ha salido finalmente en libertad.

En 2017, la sobrina de Arakama, su compañero y una tercera persona sufrieron un accidente de tráfico al volver a visitarle. Ocurrió en la provincia de Salamanca, donde el vehículo fue sorprendido por un perro que irrumpió en la calzada.

Arakama queda libre con la condena extinguida justo en el décimo aniversario del cambio de ciclo por parte de la izquierda abertzale. Un giro por el que ya había apostado en 2005 con una carta remitida a la dirección de ETA y firmada junto a Francisco Mujika Garmendia, Iñaki Bilbao Beaskoetxea y otros tres presos en la que se planteaba «explotar nuestro capital y potencial político».