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Jerusalén

«El silencio no es una opción» para los palestinos en Jerusalén Este

La histórica parte árabe de la ciudad de Jerusalén está siendo escenario de enfrentamientos violentos. Uno de los detonantes ha sido una decisión judicial que avala que varias familias palestinas sean expulsadas de sus casas para dárselas a colonos judíos. 

Manifestantes palestinos arrojan piedras a la Policía israelí durante los enfrentamientos en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el pasado sábado. (Emmanuel DUNAND | AFP)
Manifestantes palestinos arrojan piedras a la Policía israelí durante los enfrentamientos en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el pasado sábado. (Emmanuel DUNAND | AFP)

Adnan, un palestino de Jerusalén Este, asegura a la agencia AFP que las balas de goma disparadas por la Policía israelí no lo detendrán. «El silencio no es una opción» cuando se trata de defender a los árabes en la Ciudad Santa.

Jerusalén Este, la parte árabe de la ciudad anexionada por el Estado de Israel en 1967, ha vivido esta semana la peor turbulencia de los últimos años.

Centenares de palestinos, en su mayoría jóvenes, han resultado heridos y decenas arrestados tras los enfrentamientos con policías, que se prolongaron durante la jornada del domingo.

La noche del viernes al sábado se dieron choques violentos después de las oraciones del fin del Ramadán en la Explanada de las Mezquitas, el tercer sitio más sagrado del islam, que los judíos llaman el Monte del Templo.

Para Adnan, de 20 años, que no dio su nombre real por temor a represalias de la Policía israelí, los manifestantes responden a lo que considera como un esfuerzo persistente de los colonos judíos de expulsarlos de la ciudad.

«Estamos aquí, en la calle, para decir que no nos vamos a ir –insiste–. Los colonos nos han atacado y quitado nuestras tierras por años, pero el silencio ya no es una opción».

«No quieren que vivamos aquí»

La confluencia de varios eventos avivó la tensión en Jerusalén Este, considerada por los palestinos como la capital de su futuro Estado independiente.

Mohamed, otro manifestante que no reveló su apellido, argumenta que cada incidente está relacionado con una realidad inevitable para los palestinos en la ciudad: «Los israelíes quieren que trabajemos para ellos pero no quieren que vivamos aquí».

Este año, un tribunal israelí se ha pronunciado a favor de los colonos judíos que buscan expulsar de sus casas a familias palestinas en el barrio Sheij Jarrah, en el norte de la ciudad.

El tribunal intentó justificar su fallo señalando que las familias judías habían probado un reclamo de décadas sobre la tierra, lo que enfureció a los palestinos y desató meses de protestas que se han intensificado en las últimas noches.

Enfrentamientos junto a la Puerta de Damasco

Otros incidentes también atizaron las llamas. En abril, la Policía israelí cerró una plaza que hay junto a la Puerta de Damasco, en Jerusalén Este, un punto de encuentro de palestinos después de las oraciones vespertinas del Ramadán.

Esa medida provocó violentos choques con la Policía, que levantó las barricadas después de varias noches de tumultos.

Luego llegaron los choques en la plaza Al Aqsa, el viernes, después de las oraciones del Ramadán, que dejaron más de 200 heridos. La Policía dijo que actuó en respuesta a los proyectiles lanzados por «miles» de manifestantes.

Mohamed indica que él se encontraba entre las miles de personas que ponían fin a su ayuno, comiendo un dátil y bebiendo agua, «cuando la Policía comenzó a atacarnos».

El sábado hubo más tranquilidad en Al Aqsa durante la Leylat al-Qadr (noche de destino), que para los palestinos conmemora la noche en que el Corán le fue revelado al profeta Mahoma.

Sin embargo, la inestabilidad continuó en Sheij Jarrah, donde las hostilidades podrían prolongarse en los próximos días, dependiendo de lo que resuelva la Corte Suprema sobre el desalojo de las familias palestinas.

«Es por todos los palestinos»

«El caso de Sheij Jarrah es el caso de toda Palestina», sostiene Malak Orok, de 23 años, quien también se manifestó el sábado con sus amigos en Jerusalén.

«Hoy es por ellos (las cuatro familias a las que quieren expulsar), mañana será por nosotros», enfatiza.

Esta zona ha sido foco de históricas disputas de propiedad entre organizaciones de colonos judíos y los habitantes palestinos.

El legislador israelí Itamar Ben-Gvir, de extrema derecha, se involucró en la crisis al visitar Sheij Jarrah para declarar que sus casas pertenecen a judíos, y pedir a la Policía que «dispare» a los manifestantes.

Reporteros de AFP han visto a colonos judíos en ese barrio armados con revólveres y rifles de asalto.

Por su parte, Jaad Assad, de 24 años, comenta a AFP que muchos manifestantes creen que los seguidores del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, son corruptos y «están colaborando con los israelíes».