Beñat Zarrabeitia

Aquel empate macedonio en San Mamés

Macedonia del Norte es una de las grandes novedades en la presente Eurocopa. Debutó el pasado domingo con derrota ante Austria y hoy juega su segundo partido contra Ucrania. Una selección que busca asentarse en la élite y que se enfrentó a la vasca a principios de siglo.

Once que presentó Macedonia en partido que disputó el 28 de diciembre de 2002 en San Mamés (Monika DEL VALLE / FOKU)
Once que presentó Macedonia en partido que disputó el 28 de diciembre de 2002 en San Mamés (Monika DEL VALLE / FOKU)

Macedonia del Norte se ha convertido en la cuarta selección de la antigua Yugoslavia en debutar en una Eurocopa después de que anteriormente lo hicieran Croacia, Serbia -todavía acompañada de Montenegro- y Eslovenia. Por el camino, una travesía de casi 28 años desde su estreno el 13 de octubre de 1993 en la ciudad eslovena de Kranj, una presentación que se saldó con el triunfo de los “linces” por 1-4. Meses después, ya con el reconocimiento oficial de la UEFA, los macedonios empataron a uno con Dinamarca.

Otro de sus primeros resultados históricos se produjo el 16 de octubre de 2002 tras empatar a dos frente a Inglaterra en Southampton en el marco de la fase de clasificación para la Eurocopa de Portugal. Sakiri y Trajanov adelantaron a los balcánicos mientras que dos mitos como Beckham y Gerrard igualaron la contienda para el equipo inglés. Mediada la segunda parte, un prometedor punta llamado Goran Pandev saltaba al campo. Casi dos décadas más tarde, continúa siendo el principal estandarte del conjunto macedonio.

Ocho semanas después de aquel encuentro contra los pross, el equipo balcánico se encontraba con un nuevo reto al medirse a la selección vasca en el antiguo San Mamés. Frente a 40.000 espectadores, los linces se mostraron sumamente competitivos y desplegaron un juego aguerrido que les sirvió para cosechar un meritorio empate a uno que cortaba una racha de seis triunfos consecutivos por parte de la tricolor.

El partido se disputó el 28 de diciembre de 2002, bajo la dirección de Iribar tras la retirada de Expósito y contó con los estrenos de Sanzol, Puñal, Gabilondo, Aranburu, Edu Alonso y Unai Bergara. El equipo vasco fue superior, llegando a enviar tres balones al poste, e incluso se adelantó gracias a un gol de Jon Pérez «Bolo». No obstante, Sakiri empató cuando restaban ocho minutos para el final de un partido que también quedó marcado por la lesión que sufrió Xabi Alonso.

El choque llegó precedido por la apertura del debate social en torno a la idoneidad de limitar los encuentros de la selección vasca a los amistosos navideños y la plataforma ESAIT apelaba al «compromiso». Por su parte, el entonces presidente de la federación vasca Laurentzi Gana señalaba la dificultad de contar con selecciones «como Brasil», que pocos meses antes se había medido a Catalunya. Un encuentro que también se repetiría en el año 2004.

No era un contexto social y político fácil, esa misma semana se aprobaron los presupuestos de la CAV en una votación recordada por las ausencias de Mayor Oreja -que llegó tarde- y de Arnaldo Otegi, que se encontraba enfermo. Mientras tanto, 100 manchas de fuel inundaban y amenazaban el mar Cantábrico y la costa vasca después del desastre del Prestige en Galicia. A nivel deportivo, los rumores apuntaban al interés del Eibar en obtener la cesión de un prometedor delantero que respondía al nombre de Aritz Aduriz y, por otra parte, unos pujantes Aimar Olaizola y Abel Barriola estaban a punto de disputarse la final.

«Mejor que España»

Los macedonios llegaron dos días antes del partido y nada más aterrizar, el seleccionador Nikola Ilievski aseguró ante los medios que la selección vasca «es mejor que España». Afirmación que fue refrendada por Boban Babunski, asistente que ejerció también como traductor tras su paso por el Lleida. El primer destino del combinado balcánico fue Ibarreta, el campo del Retuerto, donde realizaron un breve entrenamiento.

La expedición estuvo compuesta por 20 futbolistas entre los que destacaban el meta Milosevski, que entonces militaba en el Malatyaspor turco; Sakiri, del CSKA de Sofia búlgaro; Sadloski, del Dinamo de Zagreb; o Hristov, del NEC Nimega neerlandés.

El ahora mítico Goran Pandev no formó parte de la convocatoria, al igual que tampoco lo hicieron otros clásicos del fútbol macedonio en los noventa. Es el caso de Darko Pancev, Bota de Oro europea de 1992, campeón de Europa con el Estrella Roja y uno de los fichajes menos rentables del Inter de Milán. Stojkovski, Kanatlarovski y Najdoski, viejos conocidos de la Liga tras sus periplos en Oviedo, Deportivo y Valladolid tampoco integraban la plantilla de los linces.

Algunos de ellos lucieron también la elástica de la selección yugoslava como es el caso de los citados Pancev, Babunski, Najdoski o Kanatlarovski pero salvo el primero, el resto no tuvo continuidad. Durante los setenta y ochenta fueron contados los macedonios que jugaron con el conjunto plavi, pudiendo apuntar también los nombres de Janevski, Stanojkovic, Bosko Djurovic, Savetski, Georgievski o Klinkarsi aunque, sin duda, cabría destacar a Milko Durovski.

Nacido en 1963, debutó con apenas 16 años con el Estrella Roja para fichar varias temporadas después por el Partizan, su eterno rival, en un movimiento que generó una enorme controversia. Medalla de bronce con la selección yugoslava en los Juegos de Los Ángeles en 1984, también jugó en el Maribor esloveno, el Nimes galo o el Kansas City Attack de la liga estadounidense de fútbol sala. Internacional en tres ocasiones con los linces, Durovski prolongó su carrera hasta los 42 años, compaginando las labores de jugador-entrenador en los modestos Rujar Prijedor bosnio y el Malecnik esloveno.

A nivel de clubes, el mayor éxito del fútbol macedonio se remonta a 1961 con la conquista por parte del Vardar de Skopje de la copa de Yugoslavia. Son los antecedentes de una selección que está debutando en la Eurocopa y por cuya travesía se encuentra una visita a la selección vasca en San Mamés. Un encuentro que sirvió para examinar la evolución de una selección que entonces apenas daba sus primeros pasos.