Víctor Esquirol
Crítico de cine
Elkarrizketa
Manuel Asín
Director artístico de Punto de Vista

«El cine documental apela al aprendizaje del espectador»

Nacido en Zaragoza, en 1978, este programador de cine, editor de publicaciones, docente y escritor ha sido el designado para convertirse en el quinto director artístico del Festival de Cine Documental de Nafarroa, que en 2022 celebrará su 16ª edición.

Manuel Asín, nuevo director artístico de Punto de Vista. (PUNTO DE VISTA)
Manuel Asín, nuevo director artístico de Punto de Vista. (PUNTO DE VISTA)

Empieza un nuevo mandato en Punto de Vista. ¿A qué deben destinarse los cuatro años que están por venir?
Espero que más que de ‘mandato’ podamos hablar al término de esos cuatro años de procesos de aprendizaje mutuo y de inteligencia colectiva, ya que ese es uno de los objetivos: establecer con el equipo dinámicas lo más horizontales posibles, que nos permitan profundizar en modos de trabajo e investigación abiertos y equitativos. Pero, más allá de esto, creo que Punto de Vista debe seguir afianzando la cohesión entre las diversas comunidades y agentes que lo conforman, y eso es algo que debe ir más allá de estos cuatro años.

El cine documental, como en general todo el cine cuando se entiende como forma de arte y conocimiento, tiene la capacidad de dotar a las comunidades de herramientas de cohesión a largo plazo, más allá de la urgencia de la actualidad. ​

​¿Qué herencia dejan las anteriores direcciones artísticas?
En concreto, la de la saliente Garbiñe Ortega. Las anteriores direcciones artísticas del festival han hecho, en mi opinión, un gran trabajo y con las cuatro tengo contacto estrecho.

Es una agradable responsabilidad sumarme a un proyecto con una trayectoria como la de Punto de Vista, que nació para alinearse con el movimiento que desde lo documental aspiró a renovar el cine a principios de los años dos mil, y que desde entonces ha ido introduciendo sutiles ajustes sin contradecir el rumbo inicial.

Es lo que han venido haciendo Garbiñe y su equipo estos cuatro últimos años, y coincido en que nos dejan una herencia muy valiosa que confiamos no desperdiciar.

De estos años, destacaría la apertura del festival a su comunidad más inmediata, la de cineastas locales que han encontrado un espacio de intercambio en el marco del certamen, y más ampliamente el proyecto pedagógico y de mediación, que ha integrado de manera innovadora no solo a espectadores infantiles y juveniles, sino también adultos que por un motivo u otro no se habían acercado antes al festival.

Toca preguntarse acerca del papel de los festivales de cine en este panorama de plataformas, virtualidad y supuesta desmaterialización  ​

La pandemia ha dejado un panorama que podría ser excepcional o una muestra de lo que está por venir. ¿El online, como complemento de la presencialidad (como sucedió en la última edición de Punto de Vista), ha venido para quedarse?
Como sabemos, es un proceso que viene de lejos y que ha sufrido una aceleración que está afectando a muchas áreas, pero quizá especialmente al cine por su relación congénita con las imágenes y, hoy en día, también con lo digital. Toca preguntarse acerca del papel de los festivales de cine en este panorama de plataformas, virtualidad y supuesta desmaterialización.

La apuesta principal de Punto de Vista seguirá siendo buscar nuevas formas de fortalecer la comunidad que se articula en torno al festival, proceso que está siempre en formación, abierto. Eso es algo que en mi opinión debe estar por encima de la dicotomía presencial/online, si bien por su escala y orientación los encuentros presenciales tienen más probabilidad de tener ese efecto de articulación y fortalecimiento en un certamen como Punto de Vista. ​

​¿Crees que los festivales deberían repensar la manera en que acompañan a «sus» películas? Más allá de la presentación de estas en el marco del certamen, ¿deberían volcarse más para que puedan llegar al espectador? Pienso en la última ganadora del festival, ‘The Works and Days’.
El ejemplo que citas es bueno porque se trata de una película muy especial, de ocho horas de duración, que desde un punto de vista comercial tiene muy pocas probabilidades de abrirse paso hasta las salas a través de una distribución tradicional.

Al mismo tiempo, es una película concebida para un espacio físico y colectivo, y su propuesta sufriría irreparablemente en un espacio doméstico o privado.

De manera que sí, coincido en que a veces es responsabilidad de los festivales buscar nuevos modos para que las películas continúen su camino más allá de ellos y, en ese sentido, puedo decirte que la anterior dirección artística hizo gestiones para que esta película en concreto itinere a algunas otras instituciones culturales fuera de Iruñea. ​ ​

La comisión de evaluación en la designación de la nueva dirección artística del festival valoró de su candidatura su «fuerte interés en lo social, la inclusión y la igualdad». ¿Cuáles son tus visiones y ambiciones en estos tres puntos?
Me interesan esos tres puntos tanto en lo que se refiere a los equipos de trabajo y las comunidades de espectadores y visitantes del festival, como en lo que se refiere a las películas. La desigualdad es uno de los grandes problemas de fondo hoy en cualquier sociedad, un problema político e ideológico ante el que todavía queda mucho por hacer.

El cine, como espacio de elaboración simbólica central en nuestras sociedades, opera desde el corazón de estos conflictos, y eso es algo que hay que tener presente si se quiere poner el acento en las propuestas que vislumbran alternativas de igualdad, más inclusivas y superadoras del escenario limitado y en disputa en el que nos movemos.

Me refiero, claro, a aquellas disputas de género, clase y exclusión racial que atraviesan el mundo en estos momentos, y a la forma simbólica que adoptan las películas y la reflexión sobre ellas en relación a esas disputas.

Intentar comprender esas formas de elaboración simbólica y apoyar las más visionarias con respecto a esta cuestión de fondo es un trabajo apasionante con el que todo el equipo del festival está comprometido.

El internacionalismo es el mejor antídoto ante maneras simplificadas de entender el problema de la igualdad 

Según sus propias declaraciones al tomar al cargo, apuesta por un proyecto «no solo internacional», sino internacionalista. ¿A qué se refiere con esto?
Lo entiendo en el sentido en el que lo entendió Nicole Brenez en un memorable ciclo en los Anthology Film Archives de Nueva York, quien, a su vez, lo entendió tal y como lo entendían, por ejemplo, muchos que no se limitaron a observar desde lejos lo que pasaba aquí en 1936.

Es algo conectado con lo que comentábamos antes, porque el internacionalismo, o más ampliamente la discusión de las fronteras y de los límites identitarios establecidos, puede ser el mejor antídoto ante maneras simplificadas de entender el problema de la igualdad.

Muchos festivales de cine, Punto de Vista entre ellos, apelan al término ‘internacional’ en sus nombres, pero prefiero ‘internacionalista’ porque es una palabra que implica una acción, un gesto activo, un movimiento.

No basta con una internacionalidad estática en un mundo atravesado por migraciones y formas de globalización fundamentalmente económicas.   

En las bases de inscripción de películas en Punto de Vista, evidentemente se habla de la no-admisión de títulos de ficción, pero estamos en un punto en el que la ficción y la realidad fílmica parece que sean cada vez más indistinguibles. ¿El cine documental debe estar ligado a la etiqueta de no-ficción?
Es una buena pregunta. Creo que esa etiqueta obedece a un impulso en el fondo valioso, que es la idea de que un documental puede ser muchas cosas que no están repertoriadas, que no se limitan a unas determinadas formas y a unos determinados parámetros.

En el artículo de Jean Vigo del que el festival toma su nombre (‘Hacia un cine social’, 1930, donde se habla del famoso «punto de vista documentado»), el ejemplo analizado es un cortometraje del año anterior, ‘Un perro andaluz’, de un tal Luis Buñuel, entonces una novedad y que no era lo que en ese momento u hoy entenderíamos en principio por documental.

A veces pienso que deberíamos desarrollar herramientas de pensamiento que nos permitieran ver los documentales –las películas, en general– más por dentro, como en una radiografía, para no quedarnos en su superficie y en la maraña de interminables discusiones sobre sus formas o sus contenidos, que casi siempre distraen de lo principal.

En general, el cine documental apela a la reflexión, al aprendizaje del espectador, pero los modos en los que lo puede hacer son muy variados, y eso no excluye casi nunca la ficción.

Quizá lo más importante sea reflexionar simultáneamente sobre la mirada documental de las películas y hacia las películas, dos miradas confluyentes que se dirigen no solo a una cierta forma de didactismo y ampliación del conocimiento, sino quizás sobre todo a la utopía de una mejora colectiva.