Javier Rodrigo (Efe)

Un manuscrito del capellán da pie a la última novela sobre Ezkaba, ‘Redención’

Un hallazgo casual ha terminado dando lugar a una novela también peculiar sobre el penal de Ezkaba, dado que es la primera «y última» de su autor, Txema Berruete. Se titula ‘Redención’ y versa sobre la trágica fuga de 1937.

Txema Berruete, junto al fuerte de Ezkaba, entrevistado por RTVE.
Txema Berruete, junto al fuerte de Ezkaba, entrevistado por RTVE.

Un manuscrito familiar del primer capellán de la fortaleza de San Cristóbal (Ezkaba) ha servido al navarro Txema Berruete para publicar su primera «y última» novela, como afirma él mismo, en la que relata el «horror» de esta prisión a partir del año 1937, incluida la fuga de 795 presos, en la que murieron 200 de ellos. Se suma a la ya prolífica producción de estos últimos años, tras décadas de vacío e ignorancia impuesta sobre el tema.

En "Redención. Prisión-Fortaleza de San Cristóbal. 1937", Berruete (Iruñea, 1961) relata con minuciosidad histórica la vida y la muerte en esta cárcel en la que llegaron a hacinarse hasta 2.500 reclusos llegados de todos los lugares.

«Es mi primera y última novela, porque yo no soy escritor, ni soy periodista, ni nada por el estilo», ha asegurado a Efe Berruete, quien lleva cerca de cuatro décadas en RTVE, donde sus labores siempre han estado ligadas a los departamentos de administración, comercial y gestión.

Se alinearon los astros

Sin embargo, ha declarado, en este caso «se han alineado los astros». Todo comenzó cuando llegó a sus manos un manuscrito de un tío-abuelo suyo, José Manuel Pascual, que fue nombrado en 1938 el primer capellán de la prisión de Ezkaba.

Tras la fuga del fuerte, que tuvo lugar el 22 de mayo de 1938, ha relatado Berruete, el entonces obispo de Iruñea, Marcelino Olaechea, visitó la prisión y decidió nombrar un capellán fijo. Así, el 1 de noviembre de ese año fue designado para el cargo José Manuel Pascual, tío-abuelo del autor del libro.

Pascual, ha indicado, era un voluntario carlista que había participado en la guera como capellán castrense en la Cuarta Brigada de Nafarroa. Su tío-abuelo, ha apuntado Berruete, no deseaba el cargo en San Cristóbal, «porque quería hacer carrera castrense», pero, «ante el mandato del obispo», tuvo que aceptar.

Berruete ha aseverado que, además de sus funciones religiosas, el capellán intentó «humanizar» las condiciones de vida en la prisión, «que eran terribles», entre otras razones porque, hasta el día de la fuga, «hubo un administrador y un director que se llevaban el dinero y la gente se moría de hambre».

«La fuga fue por hambre, no fue por motivos políticos. Aquello era un campo de concentración, donde se hacinaban 2.500 presos en el momento de la fuga», recuerda. Tras la misma, ha recordado, el director y el administrador del fuerte fueron cesados y condenados.

Pascual fue capellán de la prisión de 1938 a 1942 y escribió sus memorias en un texto, que nunca ha sido publicado, que llegó a manos de Berruete en los años 90. Finalmente, decidió ponerse manos a la obra y, con la ayuda de un conocido, comenzó a trabajar en un guión que finalmente, al cabo de cuatro años, se transformó en una novela.

Una fuga tramada en esperanto

Berruete narra en su novela hechos históricos, perfectamente documentados, «muchos de ellos con los personajes reales, con nombres y apellidos», aunque también hay personajes ficticios, como los dos protagonistas de la Legión Sanjurjo.

Hay anécdotas reales, pero no por ello menos sorprendentes, como el hecho de que en muchas ocasiones en la prisión de Ezkaba los reclusos hablasen en esperanto.

«No es que el esperanto fuera una lengua habitual, pero sí que la hablaban y se comunicaban entre ellos. De hecho, los que organizaron la fuga hablaban esperanto para que los guardianes no entendieran lo que decían», ha señalado Berruete.

Diez anexos imprescindibles

Una parte importante de la obra la forman los diez anexos incluidos al final de la misma, entre ellos varias cartas enviadas por el capellán de la prisión al obispo y otras autoridades eclesiásticas y civiles.

La más importante es una carta, que no era conocida, que envía el obispo Olaechea a Franco pidiéndole que se llevara a cabo una mejora de las condiciones de los presos y que se avanzara en los procesos judiciales «para que ya de una vez se vayan a casa», ha comentado el autor del libro.

Además, ha resaltado, «hay otra carta que a mí sentimentalmente me llega al alma, porque es una de un preso que le escribe a su hija Chelín, que fue compañera mía en Radio Cadena y en Radio Nacional».

De esta forma, la obra de Berruete permite hacerse una idea muy aproximada sobre los sucesos que tuvieron lugar a partir del año 1937 en este presidio, en el que los reclusos trataban de sobrevivir sin perder la honestidad. Y es que, como se afirma en el subtítulo del libro: «Nos podrán quitar la vida pero jamás la dignidad».