Iñaki Telleria

Alexa Moreno, de sufrir acoso en Río de Janeiro a aspirar a medalla en Tokio

La gimnasta mexicana Alexa Moreno ha superado los insultos que sufrió en sus primeros Juegos, los de Río en 2016, y se presenta en Japón con la intención de ofrecer a su país la primera medalla olímpica en gimnasia.

Alexa Moreno, durante un ejercicio. (Emmanuel DURAND/AFP)
Alexa Moreno, durante un ejercicio. (Emmanuel DURAND/AFP)

Alexa Citlali Moreno Medina nació en la localidad de Mexicali, en la Baja California en agosto de 1994 –el mes que viene cumplirá 27 años–.

Al poco de cumplir tres años su madre la apuntó a gimnasia. No es que viera en ella unas facultades especiales para esta disciplina, era algo tan simple como que necesitaba que hiciera ejercicio para que llegara a casa cansada y no pusiera patas arriba la convivencia familiar.

Alexa era una niña tremendamente inquieta –«me subía por todas partes, no paraba un momento» reconoce ella misma– y la terapia de su madre dio resultado por partida doble: vehiculizó su desbocada energía hacia el deporte y se relajó en casa, pero además descubrió una actividad que se fue convirtiendo en pasión.

En un país que no es una potencia en gimnasia y cuyas infraestructuras para su práctica «dejan mucho que desear», según lamenta Alexa, fue despuntado poco a poco. Así fue como antes de cumplir los 16 años representó a México en el Campeonato Pacific Rim –juegan los Estados bañados por el Pacífico y se disputó en Australia– y logró la medalla de bronce.

Al año siguiente, 2011, participó en su primer Mundial, también en Tokio, y se clasificó séptima en la final de Salto de Caballo.

A partir de ese momento fue convirtiéndose en habitual de las grandes competiciones, Mundiales, Copas del Mundo, Universiada… hasta que en 2016 logró su clasificación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Era su mayor sueño.

Sin embargo, sus resultados deportivos no fueron buenos y dejó de competir durante más de un año, hasta que en 2018 se presentó en el Mundial de Doha y logró el bronce, primera medalla que logra una mexicana en gimnasia artística.

Después, en 2019, fue de nuevo broce en la Copa del Mundo de Bakú y también en la Copa Internacional de Corea.

Y ahora está en Tokio como una de las aspirantes a medalla.

Comentarios denigrantes

Pero, ¿que pasó en Río de Janeiro para que Alexa no estuviera a su nivel y dejara de entrenarse en los meses posteriores?

Lo que ocurrió es que durante la competición la redes sociales se llenaron de comentarios denigrantes referentes al físico de Alexa.

La deportista mexicana es bajita como la gran mayoría de las gimnastas, pero su complexión es más fuerte, más ancha.

Los insultos por parte de personas que consideraban que su cuerpo no se ajustaba al prototipo de una gimnasta fueron muy duros, trasladando a la gimnasia los cánones de las pasarelas y tratando a las gimnastas los estereotipos de las modelos.

A ella no le gusta hablar de este tema y una de las razones, no confesada, puede ser que tema que ahora en Japón le vaya a ocurrir lo mismo.

De hecho, uno de los aspectos que le llamó la atención en sus primeros Juegos, los de Río de Janeiro, fue la dimensión que adquiere todo lo que ocurre en este certamen deportivo, el gran escaparate que es para el mundo; que es precisamente lo que hizo que los focos se centran también en ella.

«Llevaba muchos años compitiendo, seis a nivel internacional, llegando a finales y me preguntaba: ¿de dónde salieron todas estas personas que se burlan de mí?. Al principio decía 'qué mala onda', a nadie le gusta que le digan esas cosas, pero al final te das cuenta que es gente de afuera, que no está en el deporte, no son especialistas de nada, no valen la pena», valora pasado el tiempo.

Otros miedos, los de las gimnastas

Ahora, pasa de este tema y es que lleva mucho tiempo centrada en hacer un buen papel en Japón, un país cuya cultura adora desde siempre y en cuyo idioma se defiende.

Por su puesto, también tiene miedos, pero son otros, los que surgen de la lucha de una misma con las ganas de mejorar. «Me da miedo el salto de caballo. Le tengo su respeto, pero competirlo sí me gusta, tengo la adrenalina suficiente para hacerlo porque si no vas con toda la actitud, son tres segundos y regresas. Es un ejercicio muy corto, me gusta. Hay otros aparatos, las barras, te caes, te tienes que volver a subir y seguir; te cansas. En la viga –bara de equilibrio– una vez me caí cuatro veces, pero es mi aparato favorito para entrenar. Es muy delgadita, pero si piensas en lo que tienes que hacer, no es tan difícil. El piso –ejercicios de suelo– también me da miedo entrenarlo, pero a la hora de competir, no tanto», confiesa centrada totalmente en su pasión, esa gimnasia que le retrasa cada vez más en sus estudios de arquitectura.