Uno de los grandes problemas que existen en esta pandemia es la inespecificidad de los síntomas de la covid (fiebre, tos...), que obliga a pruebas diagnósticas para descartar la covid casi en cualquier tipo de infección. Tan solo la pérdida la pérdida temporal de gusto y olfato era un síntoma muy claro de una infección por coronavirus. 

Así ha sido hasta ahora, cuando la endermadad ha variando, en particular, en los países occidentales. En estos países la vacunación está muy avanzada, superando el 50% de la población, y una infección por coronavirus no se desarrolla igual en un vacunado que en un no vacunado.

Tampoco el virus es el mismo que se investigó al principio. El coronavirus que se detectó por primera vez en Wuhan ha ido mutando, adquiriendo nuevos comportamientos que, por selección natural, le han conferido ventajas. Las tasas de hospitalización por cada cien contagios entre no vacunados, por ejemplo, eran más altas con cepa británica que con la cepa original y, ahora con la delta como dominante, lo son todavía más. 

Según el estudio de síntomas Zoe Covid, elaborado por el King's College de Reino Unido, actualmente muchos de los enfermos de covid pasan la enfermedad como un simple «catarro fuerte». La tos, la famosa pérdida del olfato y hasta la propia fiebre ya no son tan habituales como lo eran antes. 

De otra parte, otros síntomas, como una mayor secreción nasal –que con variantes anteriores parecía una pista para descartar al coronavirus– se ha hecho más frecuentes y pasa a ser uno de los cambios que más debieran saltar la alarma. Asimismo, el dolor de cabeza, que de inicio no se recogía entre los síntomas de covid, pasa a ser otro motivo para preocuparse.

«La gente puede pensar que acaba de tener algún tipo de resfriado estacional y sigue yendo a fiestas y puede contagiar a otras personas», ha asegurado a la BBC, Tim Spector, uno de los científicos que trabajan en el estudio Zoe covid que se mantiene todavía activo.

Los nuevos síntomas de la delta

Los síntomas más comunes de una infección por la variante delta son: dolor de cabeza, dolor de garganta y secreción nasal.

Un peldaño por detrás, comunes pero no tan frecuentes, están la tos, la fiebre y la pérdida de olfato y gusto. 

Asimismo, la enfermedad generada por la variante delta puede generar estas otras reacciones con menor frecuencia como son: diarrea, fatiga, falta de aire, dolor muscular o corporal, náuseas y vómitos.

Existen, asimismo, cambios en la sintomatología de la delta según se esté vacunado por completo o sin vacunar. La variación fundamental se da en la duración de los síntomas de la enfermedad, que resulta mucho más corta entre los vacunados. Además de esto, el estudio Zoe ha detectado que la tos seca persistente sigue siendo un síntoma común en los no vacunados, pero se da con mucha menor frecuencia entre los vacunados por completo. 

Del lado contrario, es más frecuente la pérdida de gusto y el olfato entre quienes tienen dos dosis que entre los que no se han puesto ninguna. 

Los investigadores que están detrás del estudio de síntomas Zoe han lanzado, en consecuencia, nuevos avisos. Sostienen, por ejemplo, que si un vacunado comienza a estornudar con fuerza y sin un motivo aparente, debería hacerse una prueba para ver si es el coronavirus lo que lo está causando.

Hasta aquí, lo referente a la sintomatología, donde Zoe es el estudio más puntero. En lo tocante a la diferencia entre la gravedad de los casos y las hospitalizaciones para personas vacunadas y no vacunadas, hay otros trabajos más completos y cercanos sobre cómo se comporta el virus en la actualidad, como la monitorización de casos que actualiza cada semana el Ispln sobre datos reales de Nafarroa, donde la variante delta está detrás del 97% de las infecciones