Maite Ubiria
Aktualitateko erredaktorea, Ipar Euskal Herrian espezializatua / redactora de actualidad, especializada en Ipar Euskal Herria

El avance de la campaña sanitaria matiza pero no borra la llamada fractura vacunal

El Gobierno francés se fija el doble objetivo de «convencer a quienes dudan y de llevar la vacuna a quienes están en los márgenes del sistema social y sanitario». La campaña de inmunización alcanza ya el 73,1% de primovacunados. ¿Por qué persiste, aunque matizada, la fractura vacunal?

Mapa y gráfico con los datos de la campaña de vacunación en el departamento que incluye a Ipar Euskal Herria. (Sante Publique)
Mapa y gráfico con los datos de la campaña de vacunación en el departamento que incluye a Ipar Euskal Herria. (Sante Publique)

Desde el 1 de setiembre ya son 300.000 las personas que han solicitado en el Estado francés la tercera vacuna contra los efectos más graves de la covid. Son los ciudadanos de más de 65 años a los que las autoridades sanitarias ha llamado a solicitar esa tercera dosis de cara a «reforzar su sistema inmunitario». Seguirán la senda de las personas con enfermedades graves a las que ya se ha aportado esa dosis de recuerdo.

Desde la semana próxima se empezará a revacunar a las personas que viven en las residencias y desde el 15 de setiembre los trabajadores sociosanitarios deberán acreditar haber recibido al menos una dosis.

El primer ministro, Jean Castex, se ha congratulado, en su comparecencia tras la reunión de «rentrée» del Consejo de Ministros, de que «más del 90% de esos trabajadores» ya están vacunados.

Al tiempo, en coordinación con los centros escolares, se llevarán a cabo campañas específicas de vacunación, como las que han organizado esta semana los campus de Baiona y Angelu. El Gobierno francés ha decidido aplicar el pase sanitario a los chavales de «entre 12 años y dos meses y 17 años» desde el 30 de setiembre.

Un 73,1% de los ciudadanos en edad de vacunación ya han recibido al menos una dosis de la vacuna. Como se refleja en el mapa que acompaña estas líneas, son un 75,3% en el departamento que incluye a Ipar Euskal Herria.

Castex ha saludado esa cifra que permite al Estado francés, que arrancó torpemente esta campaña, acercarse a los puestos de cabeza en cuanto a tasa de vacunación a la escala de la Unión Europea.

El premier francés ha llamado, con todo, a no relajarse y ha insistido en «el doble objetivo de convencer a quienes dudan y de llevar la vacuna a quienes están en el margen del sistema sanitario».

Diferencias territoriales y de clase

La campaña, con cierta irregularidad en los ritmos, avanza, pero ¿por qué persiste la fractura vacunal? En un intento de buscar las respuestas que no ha dado el Gobierno, nunca está de más recurrir a la academia.

Y en concreto al trabajo elaborado por Emmanuel Vigneron, experto en geografía de la salud por la universidad de Montpellier, quien ha buceado en las estadísticas oficiales para hacer aflorar ese mapa inexplorado, que saca a relucir las diferencias territoriales y de clase social que acusa la campaña de vacunación en el Estado francés.

En las zonas que concentran la riqueza, caso de París y Lyon con sus respectivas áreas de influencia, la tasa de personas vacunadas es netamente superior en los barrios de alta renta que en las zonas de residencia de las clases populares.

En general, en grandes urbes se vacuna más que en territorios de interior en que el sistema de salud se ha debilitado hasta el punto de crear auténticos desiertos en lo que a servicios de proximidad se refiere.

Ya un estudio presentado en junio, en base a los propios datos de Santé Publique, y centrado en las personas de mas de 75 años, ponía en evidencia que en el cinturón de París, de donde salen los trabajadores que prestan servicios que se han revelado claves en la pandemia, se vacunaba a menor ritmo.

Entre los distritos burgueses de París y los departamentos de Seine-Saint-Denis o Yvelines hay un abismo, también en clave vacunal.

Historia e ideas refractarias

Siguiendo con el estudio de Vigneron, en el eje norte-sur, el llamado «gran sur», denominación que se aplica en estadísticas oficiales francesas para aludir a la Occitania histórica, se constata una mayor incidencia del rechazo a la vacuna que el autor vincula la «actitud rebelde y refractarias a la autoridad» de las poblaciones geográficamente más alejadas de París.

Si esos elementos de historia sirven al geeógrafo para explicar la menor penetración de la campaña vacuna en departamentos que miran al Mediterráneo, también ofrece alguna otra pista interesante, ya mirando al arco meridional, de Ariège al sur de los Alpes.

Así, constata que la tasa de vacunación más baja que la media coincide con zonas en las que se han desarrollado prácticas de respeto medioambiental –agricultura biológica– o formas de vidas asociativas y poco proclives a aceptar propuestas de intervención médica consideradas «intrusivas».

La desconfianza ante la autoridad estatal es el nexo que permite al autor equiparar el comportamiento ante la campaña de vacunación en dos zonas, una la costa mediterránea y otra la región de interior de Languedoc, con dos colores de gobierno opuestos, uno de mayoría derechista pero con fuerte penetración del partido de Marine Le Pen y otro con ascendencia más progresista e impregnación notable del ecologismo político.

«En el interior la baja tasa de vacunación remite a la influencia de una cultura ecologista y alternativa, mientras que en la zona del litoral, especialmenete en el Mediterráneo, aparece una población también refractaria pero que expresa su posición de rechazo al Gobierno votando a Rassemblement National o movilizándose con los Chalecos Amarillos», asegura este profesor de la Universidad de Montpellier.