Existe una especial relación entre Javier Bardem y Fernando León De Aranoa, me imagino que tanto en lo profesional como en lo personal, ya que me consta que el cineasta es de trato muy cercano y abierto. Lo que juntos consiguieron en ‘Los lunes al sol’ (2002), Concha de Oro en Donostia y Goya a la Mejor Dirección, parece difícil de repetir. Entonces el actor se alineaba del lado del proletariado, como trabajador víctima del paro y la falta de oportunidades que se iba consumiendo en la desesperación diaria del “no futuro”. En cambio, en su nueva propuesta conjunta con ‘El buen patrón’ (2021), Javier se pasa al lado contrario completando un ciclo dentro del conflicto entre empresarios y plantillas en riesgo social.

La caracterización de Javier Bardem es impresionante, en su rol de dueño de fábrica provinciano, trajeado y repeinado, o lo que es lo mismo, totalmente encorsetado. Sabida es su capacidad para la transformación que le ha hecho internacionalmente famoso, y que una vez más apunta a lo más alto en lo que a premios se refiere. Eso en lo externo, porque en su fuero interno protagoniza el drama que sugiere el título, el de alguien que se tiene por benefactor, hasta que saca a pasera su lado oscuro a medida que las reivindicaciones salariales van subiendo de tono y la situación se vuelve ingobernable.

En el punto intermedio de estas dos películas íntimamente interconectadas se sitúa ‘Loving Pablo’ (2017), donde a Bardem le toca interpretar a un personaje demasiado conocido, lo que juega en su contra, porque se mueve con mucha más convicción en las creaciones propias a partir de tipos anónimos.

También estaba el hándicap de que Pablo Escobar, aparte del suyo propio, ha tenido ya demasiados rostros en el cine y la televisión. Pero el punto de interés de la película residía una vez más en la dualidad entre el bien y el mal, al basarse en la novela de la periodista colombiana Virginia Vallejo ‘Amando a Pablo, odiando a Escobar’.