Aunque ABAO aún no se ha atrevido a llenar el aforo y las sonrisas siguen ocultas detrás de las mascarillas, el público asistió el sábado al recital de la soprano Pretty Yende con la emoción de los niños el primer día de colegio. Y no era para menos: comenzar la septuagésima temporada y hacerlo con una soprano de este nivel dice mucho de las ilusiones puestas por la asociación bilbaina en el trabajo preparado para los próximos meses. La soprano sudafricana posee una voz extraordinaria con unas dotes naturales privilegiadas. De timbre claro y ligero, aunque no exento de cuerpo, y con una gran riqueza de armónicos, la voz de Pretty Yende brilla en todo el registro, aunque es en el sobreagudo donde se aprecia todo el potencial del instrumento.

Con un excelente trabajo de fraseo y un larguísimo fiato, su sólida técnica pasa prácticamente inadvertida tras una perpetua –y cautivadora– sonrisa. Su canto es tan sencillo y natural, tan carente de esfuerzo, que apenas necesita abrir la boca para emitir esas notas imposibles. Las agilidades, cristalinas, abruman por su velocidad y limpieza.

El pianista Michael d'Elia la acompañó con extraordinaria sutileza. Tocó con delicada sensibilidad para acompañar el canto límpido de la solista, que destacó especialmente en la escena final de ‘La Sonnambula’ de Bellini, plato fuerte de una velada donde la soprano mostró con expresividad y buen gusto sus grandes dotes belcantistas. Con un repertorio magníficamente escogido, solo quedó la pena de escuchar algo más fuera de esa zona de confort del bel canto italiano, de la que apenas tuvimos un atisbo en las propinas.