Fue elegida en Donostia para la sesión de clausura de la sección Zinemira, como corresponde al segundo trabajo ya de Maru Solores, una cineasta local que no sigue las convenciones genéricas y opta por la libertad creativa. Su ópera prima, ‘Cámara obscura’ (2011), se decantaba más por la ficción, si bien la historia que contaba se salía de lo establecido al tocar el tema de las otras capacidades a través de la búsqueda interior en una adolescente con problemas de visión.

‘Aztarnak-Huellas’ (2021) llega diez años después en forma de documental de autora, aunque su narrativa combina el tono poético con el filosófico y el didáctico. Por decirlo de otra manera, la información científica se combina con las emociones personales, e incluso la autobiografía en un sentido muy universal.

Solores se plantea la íntima conexión existente entre su maternidad de la etapa madura y su infancia como hija recién nacida, entendiendo que de la comprensión del funcionamiento de dicho ciclo vital depender el cerrar buena parte del misterio de nuestra existencia. Mediante el uso de la voz en off, como vehículo subjetivo en este viaje a nuestra propia naturaleza, se llega hasta el periodo perinatal como espacio clave en el que se gesta todo.

Son las semanas que median entre la fase intrauterina y los primeros días extrauterinos. El testimonio de otras parejas y familias aporta más datos a la experiencia de la crianza en los tres primeros años fundamentales para la conformación de la identidad de la persona, junto con la opinión autorizada de expertos en ginecología, obstretas, o especialistas en psicología y psiquiatría infantil.

Coinciden en señalar lo importante que es la atención en edad preescolar para el desarrollo individual, ya que después puede ser tarde para tratar adecuadamente unas conductas que ya van condicionado el futuro de cada cual.