Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Georges Brassens: La mala reputación centenaria de un trovador libertario

A cien años de su nacimiento y cuarenta de su muerte, Georges Brassens se reivindica como uno los poetas y cantautores más renombrados del Estado francés. Elegante, irreverente, antimilitarista, anticlerical y libertario, el autor de temas como ‘La mala reputación’ legó un repertorio universal.

El cantautor, escritor y poeta occitano Georges Brassens. (NAIZ)
El cantautor, escritor y poeta occitano Georges Brassens. (NAIZ)

Poco antes de apagar definitivamente su incendiaria pipa el 29 de octubre de 1981, Georges Brassens dejó escrita su ‘Súplica para ser enterrado en la playa de Sète’.

En ella el cantautor y poeta dejó escrito «Justo al borde del mar, a dos pasos del oleaje azul, cavad si es posible un pequeño agujero mullido, un buen nicho pequeño, cerca de mis amigos de la infancia, los delfines, a lo largo de esta playa donde la arena es tan fina. Esta tumba es un sándwich entre el cielo y el agua, que no dará una triste sombra al cuadro, sino un encanto indefinible. Los bañistas la usarán de paravientos, y los niños dirán: ¡qué bonito castillo de arena! Si no es mucho pedir, plantad, os lo ruego, alguna especie de pino que de sombra, que sepa proteger de la insolación a los buenos amigos que vengan con afectuosas reverencias a mi sepultura. Pobres reyes faraones, pobre Napoleón, pobres ilustres desaparecidos enterrados en el Panteón, pobres cenizas de consecuencia. Envidiaréis un poco al veraneante eterno, que pedalea sobre las olas mientras sueña, que pasa su muerte de vacaciones».

Su poética súplica quedó encerrada en una botella que, lanzada al mar, nunca encontró respuesta porque sus restos yacen en el cementerio de Sète, justo a un palmo de distancia de la tumba de la que fue su compañera sentimental, Joha Heinman.

El firmante de temas como ‘Chanson pour l'Auvergnat’ alcanzó un gran renombre gracias a un repertorio sencillo que, con elegancia libertaria, se reveló como una ácida crítica social contra lo establecido.

A ello sumó su talento musical para crear acordes dedicados a poemas de escritores como Louis Aragon, Victor Hugo, Jean Richepin y François Villon, entre otros.

El célebre channsonier nació mirando al Mediterráneo en el año 1921, en la localidad occitana de Sète y de su primera etapa vital dijo «tuve una infancia feliz, pero desperdiciada por el colegio».

En 1940, cuando Ilsa Lund vestía de azul y los alemanes de gris, se trasladó a París. Allí aprendió a tocar el piano sin tener nociones de solfeo.

Durante el verano de aquel 1940, cuando el Tercer Reich invadió el Estado francés, Brassens se atrincheró en la biblioteca municipal y se armó de poesía y filosofía mientras afuera, en las calles de París, atronaba el paso marcial de los ocupantes.

En 1943, el gobierno de Vichy lo destinó a un campo de trabajo en Basdorf, Alemania, y tras lograr un permiso, declinó con cortesía regresar a Alemania y recurrió a la clandestinidad para eludir a la Gestapo.

En aquella vertiginosa década de los años cuarenta también conoció a Joha Heinman, una inmigrante estonia con la que nunca se casó ni compartió apartamento, y a la que dedicó numerosas canciones posteriores, entre ellas, la célebre ‘La non demande en mariage’ en la cual dice «tengo el honor de no pedir tu mano. No grabemos nuestros nombres en un pergamino».

El cantautor que tenía miedo de cantar

A su ideario antimilitarista y anticlerical sumó el anarquismo y su simpatía por los sindicatos de trabajadores y en los 50 Brassens fue descubierto por Jacques Grello el cual lo escuchó de manera acciental y le animó a cambiar el piano por la guitarra.

De dicho encuentro también salió la idea de que Brassens subiera a los escenarios de los cabarets pero sentía pánico escénico y su voz quedaba ahogada. No obstante fue apadrinado por Patachou, todo un ídolo de los cabarets.

Superado el miedo inicial, Brassens se transformó en el poeta de lo cotidiano y su repertorio pasó a nutrir al de artistas como Salvatore Adamo, Coluche, Manu Dibango, Juliette Gréco, Françoise Hardy, Noir Désir, Francis Cabrel, Renaud, Alain Souchon, Paco Ibañez, Loquillo y Javier Krahe.

Todo ello ha dado un sentido universal a canciones como ‘La mala reputación’, ‘El gorila’,‘Les Patriotes’ o ‘La guerre de 14-18’, ‘Les copains d'abord’, ‘Chanson pour l'auvergnat’ y ‘Marinette’, que incluso cuenta con dos versiones en euskara a cargo de Txomin Artola y Anje Duhalde.

Un legado musical que, según dijo Brassens, se resume en una máxima: «En realidad, los hombres no tienen muchas cosas que decir: hablan del amor, del paso del tiempo, de dios, de la dificultad de ser... el resto es literatura».