Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

En recuerdo del familiar ausente

‘BOLANTE BATEN HISTORIA’
EH. 2021. 91’ Dtor. y guion.: Iñaki Alforja e Iban Toledo. Prod.: Iñaki Alforja e Iban Toledo/ On Produkzioak/ Vrai Vrai Films. Int.: Eneko Etxeberria, Celes Álvarez, Oier Etxeberria, Amaia Irigoien, Paco Etxeberria, Iñigo Iruin, Eugenio Etxebeste, Tito Eseberri.

Eneko Etxeberria con el símbólico objeto de la memoria familiar. (NAIZ)
Eneko Etxeberria con el símbólico objeto de la memoria familiar. (NAIZ)

Hay imágenes que por más insignificantes que parezcan dejan de ser simplemente anecdóticas para convertirse en poderosas metáforas de toda una vida, la que le fue robada a los padres y hermanos de «Naparra».

Del hijo y hermano ausente solo les ha quedado un recuerdo, un objeto que por sí mismo no parece decir mucho pero que puesto en contexto adquiere un emotivo y trascendental valor simbólico. Es el volante del Simca 1100 que conducía José Miguel Etxeberria Álvarez el día de su desaparición en Iparralde que, a ojos de su aita Patxiku, remontista del Euskal Jai de Iruñea ya fallecido en el 2006, pudo ser lo último que tocaron sus manos antes de emprender ese último viaje a ninguna parte.

El documental de Iñaki Alforja e Iban Toledo es una voz más que se alza contra el olvido cómplice, y que se une a la de los libros de Jon Alonso ‘Naparra. Kasu irekia’ y de Joseba Zabalza ‘Gogoan hartzeko izenak’. ‘Bolante baten historia’ (2021) se presentó en Donostia, dentro de la sección Zinemira, y hace un exhaustivo seguimiento de la dura crónica de una búsqueda familiar desde aquella fatídica fecha de junio de 1980.

La madre, Celes Álvarez, hasta hace tres años, y el hermano menor, Eneko Etxeberria, nunca han cejado en su lucha por esclarecer el caso y obtener un descanso reparador que les ha sido negado, con pequeños apoyos anímicos como cuando la ONU reconocía oficialmente que el secuestro y asesinato de «Naparra» era una desaparición forzosa y un crimen imprescriptible.

La dificultad para la investigación de los hechos, máxime cuatro décadas más tarde, surge en el momento mismo en que se deja de tener noticia del paradero del activista, miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Un anarquista, al que también apodaban «Bakunin» y cuya muerte fue reivindicada en primera instancia por el Batallón Vasco Español.

El cruce de comunicados y las pistas falsas crearon una ceremonia de la confusión, generando dudas sobre la verdadera autoría. Un clima enrarecido que repercutió en la falta de respuesta en la calle e incluso dentro de su organización.