Pello Guerra

Asiron sigue mostrando la evolución de Iruñea en los últimos 150 años en ‘Adiós, Pamplona 2’

Siete años después de que viera la luz el primer tomo, Joseba Asiron publica con la editorial Txalaparta ‘Adiós, Pamplona 2’, un libro en el que el historiador sigue mostrando, a través de la imagen, la evolución que ha experimentado Iruñea en los últimos 150 años.

La cosecha en Iturrama en 1973 y la misma zona en la actualidad. (Eusebio MINA y Joseba ASIRON)
La cosecha en Iturrama en 1973 y la misma zona en la actualidad. (Eusebio MINA y Joseba ASIRON)

Un nuevo recorrido por la evolución que ha experimentado Iruñea en el último siglo y medio a través de la imagen es lo que ofrece ‘Adiós, Pamplona 2’, que el historiador Joseba Asiron publica con la editorial Txalaparta.

A lo largo de sus 216 páginas, hace un repaso visual de la historia reciente de Iruñea mediante el contraste de fotografías antiguas y actuales sobre determinados lugares de la capital navarra.

La avenida de Gipuzkoa desde la Taconera en 1933 y en la actualidad. (J.J. ARAZURI y Joseba ASIRON)

Entre las imágenes en blanco y negro se encuentran 17 realizadas durante el siglo XIX y que figuran entre las más antiguas que se conservan de Iruñea. Tres fueron tomadas durante el bloqueo de la ciudad en la Segunda Guerra Carlista, entre 1872 y 1876.

También aparecen recogidos elementos de la ciudad ya desaparecidos, como el pasadizo de Descalzos, la plaza de toros vieja o el convento de la Merced. Y acontecimientos singulares como las manifestaciones de la Gamazada, las exequias del músico Hilarión Eslava y la construcción de los monumentos a los Fueros o a los Caídos.

En sus páginas además se muestran momentos y personajes que definían a la Iruñea de antaño, como los viáticos, las paradas militares, la cosecha en el actual barrio de Iturrama o en la Vuelta del Castillo, los cordeleros en la ronda Barbazana o la irreverente procesión de Casa Barón.

Por supuesto, tampoco faltan las referencias sanfermineras, como la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, las barracas, los globos aerostáticos o los túneles luminosos.


Etxabakoitz, desde la meseta de Barañain en 1876 y en estos momentos. (J.J. ARAZURI y Joseba ASIRON)


En este volumen cobran un especial protagonismo los barrios a través de fotografías como la tomada en Etxabakoitz en 1876, a la que acompañan paisajes, calles y rincones de Arrotxapea, Sanduzelai, Arrosadia, Donibane o Iturrama.

Las fotografías van acompañadas de un texto de corte explicativo, en el caso de la imagen antigua, para dar cuenta de lo que aparece en ella y en la moderna, Asiron hace una crítica positiva o negativa sobre lo que ha ocurrido con ese lugar en los últimos años.

Un trabajo de recopilación y difusión con el que Joseba Asiron pretende rendir «un homenaje ansiado y pacientemente esperado a la ciudad en que nací, de la que me siento parte y a la que quiero profundamente».

Para ello, se ha embarcado en una doble tarea. Por un lado, bucear en el rico patrimonio fotográfico que atesora el Archivo Municipal de Iruñea y por otro, localizar el espacio plasmado en la imagen para recoger el mismo lugar en la actualidad, en una misión que en ocasiones ha tenido tintes casi detectivescos, ya que resulta prácticamente irreconocible.


Patio de Navascués en Errotazar en 1955 y actualmente. (J.J. ARAZURI y Joseba ASIRON)

Sobre las imágenes originales, Asiron señala que sus autores son «los verdaderos artífices de esta obra». En este sentido, destaca que «afortunadamente, Iruñea ha contado con pioneros de la fotografía buenísimos, como Julio Cía, José Galle, Vicente Istúriz o Mauro Ibáñez, que desde fecha muy temprana empezaron a retratar la ciudad».

Una circunstancia a la que el historiador suma «el inmenso privilegio de tener un cronista de la ciudad como fue José Joaquín Arazuri, que recopiló muchas fotografías en un fondo que posteriormente cedió, perfectamente documentadas y explicadas, al Archivo Municipal de Pamplona, donde tenemos un tesoro que, desde luego, no todas las ciudades tienen, ni muchísimo menos».

Entre el abundante material fotográfico que ha manejado para acometer este segundo tomo, aunque «incluso habría para más libros también», Asiron muestra una especial predilección por una fotografía que Mauro Ibáñez hizo de Alde Zaharra en 1870 desde lo más alto de la torre de San Cernin. «Para mí, subir al mismo lugar y sacar la misma vista fue muy emocionante», reconoce.


Iruñea desde la torre de San Cernin en 1870 y en la actualidad. (Mauro IBÁÑEZ y Joseba ASIRON)

Una vez seleccionadas las mejores fotografías, llegaba la segunda parte, la de intentar reproducir en la actualidad el mismo emplazamiento que recogen. Una tarea que no siempre ha resultado sencilla, ya que en algunas ocasiones, «el lugar es absolutamente irreconocible y para saber que estás en el mismo sitio de donde se obtuvo esa fotografía hace décadas, hay que hacer casi una profesión de fe». En cambio, en otros espacios, «han pasado 70, 80, incluso 100 años y el paisaje urbano prácticamente no ha cambiado nada».

Asiron califica ambos casos de «interesantísimos, aunque me alegro mucho cuando la ciudad permanece reconocible».

Sobre esta labor sobre el terreno, reconoce que haber sido alcalde de Iruñea durante cuatro años, entre 2015 y 2019, y seguir en la Corporación «ha sido una suerte, porque he tenido acceso a sitios donde antes no podía llegar. Así, pude subir a lugares desde donde habían sacado imágenes los pioneros de la fotografía de Iruñea, como desde las torres de San Cernin, San Lorenzo y San Francisco, o incluso desde el propio Ayuntamiento».


La avenida de Zaragoza en 1953 y en estos momentos. (J.J. ARAZURI y Joseba ASIRON)

Después de visitar centenares de rincones y lugares de Iruñea a lo largo de más de una década para comparar su antes y su ahora, el historiador se ha hecho una composición de lo que ha perdido y ganado Iruñea en su evolución. Una transformación en la que Asiron aprecia que «seguramente ha perdido un poco de esencias. Hoy en día, se parece más a cualquier otra ciudad de lo que se parecía hace unos años. Hay una globalización que afecta desde las costumbres hasta la propia arquitectura urbana y eso puede ser que se haya perdido».

Como contrapeso, señala que «es una ciudad cómoda, fácil de vivir y también es verdad que ahora es una ciudad más plural, mucho más rica».

Pero, aunque hayan cambiado notablemente su aspecto y su fondo, Asiron considera que «sigue siendo igual de clasista. Tendemos a presentar Iruñea como una ciudad opulenta y sin embargo, antes había grandes diferencias sociales, porque no era lo mismo vivir en la calle Txapitela o en Zapatería, que en Descalzos o La Merced. Y hoy en día, también vemos que no es lo mismo vivir en Iturrama, Azpilagaña o el Ensache, que, por ejemplo, en Etxabakoitz o San Jorge, que son barrios que todavía nos asustan con los niveles de pobreza que tienen».

Todos esos lugares y muchos más aparecen recogidos en ‘Adiós, Pamplona 2’, un particular viaje en el tiempo por Iruñea de la mano de un historiador enamorado de su ciudad.

La calle Ezkirotz, en 1974 y en la actualidad. (J.J. ARAZURI y Joseba ASIRON)