Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA

Ayuda humanitaria y testimonio, ejes de MSF en sus 50 años de vida

Médicos Sin Fronteras cumple medio siglo. Nació el 22 de diciembre de 1971 en París de la mano de un grupo de médicos y periodistas para denunciar las atrocidades de la guerra de Biafra. Brindar ayuda humanitaria y alzar la voz para denunciar los abusos siguen siendo los ejes de esta ONG.

Refugiados ruandeses en abril de 1994 en la frontera entre Burundi y Ruanda. (Xabier LASALLE/MÉDICOS SIN FRONTERAS)
Refugiados ruandeses en abril de 1994 en la frontera entre Burundi y Ruanda. (Xabier LASALLE/MÉDICOS SIN FRONTERAS)

«Nuestros equipos viven y trabajan entre gente cuya dignidad es violada cada día. Estos profesionales deciden utilizar su libertad para hacer del mundo un lugar más soportable. A pesar de grandes debates sobre el orden mundial, la acción humanitaria viene a resumirse en una sola cosa: seres humanos ayudando a otros seres humanos que viven en las más adversas circunstancias. Vendaje a vendaje, sutura a sutura, vacuna a vacuna», subrayó James Orbinski, presidente internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en 1999.

«No estamos seguros de que la palabra siempre salve vidas, pero sí sabemos con certeza que el silencio mata», remarcó. La asistencia humanitaria y «alzar la voz» contra los abusos de los que ha sido testigo en terreno han sido los ejes fundamentales de la actuación de esta organización que nació formalmente el 22 de diciembre de 1971 en París. Un puñado de médicos y de periodistas frustrados e impotentes porque el mandato de la organización en la que trabajaban les impedía prestar testimonio sobre el genocidio de la etnia igbo en Biafra (Nigeria, 1968) les llevó a conformar Médicos Sin Fronteras. años más tarde viviría una lucha fracticida entre sus socios fundadores, entre ellos el exministro francés Bernard Kouchner, quien en 1980 creó Médicos del Mundo.

El genocidio ruandés en 1994 generó muchos dilemas y debates internos. Por primera vez, MSF pidió una intervención armada para frenar las matanzas. «No se detiene un genocidio con médicos», defendió entonces.

La denuncia pública del desvío de la ayuda que no llegaba a la población durante las hambrunas de Etiopía en 1984 y de Corea del Norte a finales de los noventa le valió su expulsión del país africano y su salida «voluntaria, aunque forzada por las circunstancias» de Pyongyang.

Sin embargo, en 2009, durante el brutal asedio militar del Gobierno de Sri Lanka contra la población tamil, MSF optó por acatar el silencio impuesto por Colombo para poder seguir prestando «una asistencia vital» a la población que tratando de escapar de los intensos bombardeos fue encerrada en campos de concentración.

En 2011, envió una carta de denuncia abierta a la UE contra «el trato inhumano infligido a las personas que intentaban llegar a su territorio huyendo de la guerra en Libia. Guerra en la que la UE decía participar en defensa de la población».

«La tipología de los conflictos ha evolucionado notablemente. En los últimos años ha habido más conflictos internos que han causado muchos más desplazamientos internos y, en ocasiones graves problemas de acceso. El cambio climático también está generando desplazamientos y conflictos por la escasez», valora Teresa Sancristóval, directora de Operaciones de MSF España.

Alerta del impacto que las «leyes antiterroristas» y denuncia que «bajo la premisa de ‘todos son terroristas’, las organizaciones humanitarias vemos coartado el acceso. Estas legislaciones limitan la asistencia humanitaria en zonas de violencia extrema, es decir, donde más se necesita y designan grandes áreas controladas por grupos terroristas o milicias como hostiles y objetivo militar. Asimilan la poblacion con el grupo que controla esa región y alientan la sobreactuación militar».