El título es toda una declaración de principios por parte del realizador británico James Nunn, que para poder asomar la cabeza en una especialidad genérica tan desubicada actualmente como la suya, la de la acción violenta que tuvo su sitio en las estanterías de los videoclubs, necesita del reclamo realista.

Ese ‘One Shot’ (2021), además de su literalidad, adquiere el significado cinematográfico de la técnica de rodaje en una sola toma, sin cortes, ni efectos digitales de postproducción.

El impacto visual es mucho mayor, incluso dentro de una película de serie B como las que viene haciendo con su actor fetiche Scott Adkins, un tipo duro al que dirige por tercera vez. Aquí aparece al frente de un comando del grupo de élite militar Navy Seal, cuya misión es proteger a un testigo vital para la seguridad mundial frente a un grupo de mercenarios que se ha hecho con una poderosa arma tecnológica que podría controlar el ciberespacio y toda la logística de las grandes potencias.

Hay que sacarlo de un cuartel secreto de la CIA en un isla del Báltico, pero los asaltantes que pretenden secuestrar al detenido son superiores en número y armamento pesado, lo que dificultará la misión.