Víctor Esquirol
Crítico de cine

Criadas y –nuevos– señores

“Nanny”, de Nikyatu Jusu, y “Cha Cha Real Smooth”, de Cooper Raiff, conquistan respectivamente el favor del jurado y del público en la Sección Oficial de un festival que, como cabía esperar, se esmeró en multiplicar premios y consideraciones para que -casi- todo el mundo se sintiera querido.

Secuencia de ‘Nanny’, una de las triunfadoras.
Secuencia de ‘Nanny’, una de las triunfadoras. (‘Nanny’.)

Muy en sintonía con el espíritu de esta celebración, la 38ª edición del Festival de Cine de Sundance termina con la friolera de 32 premios otorgados. Treinta y dos. 26 entregados por los distintos jurados, a cargo de las cinco secciones principales del certamen, y 6 responsabilidad del público. Atrás quedan aquellos tiempos en que de Park City prácticamente solo se hablaba de dos galardones: el de Mejor Película según el jurado de turno y el de Mejor Película según la audiencia.

Ahora, con el mandato de Tabitha Jackson consolidándose en su tercer año en funciones de Directora Artística, dejamos atrás el certamen de Park City con la sensación de que este quería repartir amor para todo el mundo, y que de hecho, estuvo muy cerca de conseguirlo. La gran juerga del refuerzo positivo: allí donde a todo el mundo se le recuerda lo especial que es. A casi todo el mundo, vaya, y ahí está el primer punto peligroso: en la cara de tontos que se les debió quedar a los pocos a los que no les dieron ni la hora.

En fin, que gestiones de cariño aparte, los máximos honores (el máximo honor, para ser más exactos) ha sido para “Nanny”, de Nikyatu Jusu, cineasta estadounidense de ascendencia sierra-leonesa. Su primer largometraje en solitario en calidad de directora y guionista, tuvo la virtud de lucir, a lo largo de su poco más de hora y media de metraje, como el barómetro perfecto de aquello en lo que, por lo general, se han convertido las últimas cosechas fílmicas de Sundance: un escaparate de apuntes bienintencionados (algunos de ellos, esto sí, no exentos de mala baba) en pos de agendas sociales claramente progresistas.

Porque a Sundance se van a ver y a descubrir los últimos trabajos de los nuevos y no-tan-emergentes talentos del cine independiente, pero también a comprobar el punto en el que nos encontramos en la visibilización de esas temáticas y/o problemáticas cuya evolución nos dice hasta qué punto estamos avanzando o reculando como sociedad. Cambio climático, sensibilidad con las necesidades y anhelos de las minorías, tensiones entre privilegiados y desfavorecidos… “Nanny”, que se ha hecho con el Gran Premio del Jurado, es una propuesta artísticamente discreta, pero que tiene a su favor un posicionamiento claro en varios de estos puntos citados.

La historia de una inmigrante senegalesa que se gana la vida cuidando de la niña de una familia adinerada estadounidense (y que, detalle importante, tiene que aprender a convivir con las señales ominosas que le manda una aterradora presencia sobrenatural), le vale a su joven creadora para erigirse como nueva reina de Sundance, un honor que en tiempos anteriores debería compartir con otra de las grandes sensaciones de esta 38ª edición: Cooper Raiff, alma mater detrás de la híper-carismática “Cha Cha Real Smooth”.

Para él (director, guionista y protagonista delante de las cámaras) ha sido el Premio a la Mejor Película concedido por el público. Una decisión más que previsible, dada la arrolladora simpatía de una tragicomedia romántica que, como sucede con las mejores feel good movies, solo quería que todo el mundo fuera feliz: bendiciones de las nuevas masculinidades; puro espíritu Sundance.

Mientras, en la categoría documental, buena parte de los reconocimientos los ha acaparado “Navalny”, de Daniel Roher, retrato del activista ruso convertido, seguramente muy a su pesar, en figura más visible de la oposición a Vladimir Putin.

Aciertos y tropiezos

En la casi-interminable lista de premios podemos encontrar, de forma más o menos acertada, títulos como “Blood”, de Bradley Rust Gray (Premio Especial del Jurado), “Palm Trees and Power Lines”, de Jamie Dack (Premio a la Mejor Dirección), “892”, de Abi Damaris Corbin (Premio al Mejor Reparto Actoral) o “Emergency”, de Carey Williams (Premio al Mejor Guion). 

Hay más, muchos más; aciertos y tropiezos, como en todos los demás grandes certámenes cinematográficos, aunque esta última consideración, como siempre, solo la podrá determinar el tiempo.