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Mikel Soto recuerda las torturas de hace 20 años: «No queremos revancha, sí reconocimiento»

En febrero de 2002 la Guardia Civil detuvo a Ainara Gorostiaga, Mikel Soto, Jorge Txokarro y Aurken Sola. Acabarían encarcelados por un atentado que no cometieron. Hoy, 20 años después, Soto ha recordado lo vivido y ha pedido un reconocimiento público de la tortura, en un hilo de tuit muy difundido.

Gorostiaga, Soto, Txokarro y Sola, en su denuncia pública tras dos años en prisión por una falsa autoinculpación forzadada.
Gorostiaga, Soto, Txokarro y Sola, en su denuncia pública tras dos años en prisión por una falsa autoinculpación forzadada. (Jagoba Manterola | Foku)

Es uno de los casos más representativos de lo que provoca la tortura, puesto que Ainara Gorostiaga, Jorge Txokarro, Aurken Sola y Mikel Soto permanecieron dos años en prisión señalados por un atentado que no cometieron, a causa de una falsa autoinculpación. Pasadas justo dos décadas, Soto lo ha recordado este lunes en un hilo de tuit que enlaza con la realidad actual, puesto que concluye recordado que hay un millar de casos similares en Nafarroa pendientes de reconocimiento oficial.

«La bolsa, los golpes y las agresiones sexuales hicieron a Ainara declarar que habíamos cometido un asesinato con el que no teníamos ninguna relación». Así lo ha recordado Soto, hace 20 años detenido por la Guardia Civil en Castelló junto a Ainara Gorostiaga. El hilo comienza así:

Tras ser llevado desde la comisaría de Tres Cantos a la enfermería de la prisión, Mikel Soto trasladó a la forense que le atendió que Ainara Gorostiaga seguía siendo torturada. «Pero no se inmutó. Años antes se le había muerto allí Gurutze Iantzi, solo quería evitar que muriera yo también».

También recuerda el trato del resto de policías y funcionarios. «Se dividían entre los que se asustaban al verme y los que querían "darme unas cuantas hostias más"». Pasó 11 días incomunicado y una semana hospitalizado. «Tristemente, he de decir que los guardias civiles que me torturaron en Tres Cantos me aplicaron más pomadas y hielos la última noche que los que me aplicarían en la Enfermería de la cárcel».

Del mismo modo, subraya que en el trayecto hacia la Audiencia Nacional, la agente de la Guardia Civil que le acompañaba «preguntó visiblemente enfadada a ver si había constancia de lo que me habían hecho sus compañeros y de cómo estaba».

Allí le tomó declaración el juez Guillermo Ruiz Polanco. «Me interrogó sobre delitos que no había oído hasta el momento y, entre otras muchas cosas, me acusó de dirigir el comando Urbasa y, junto con Ainara, Jorge Chocarro y Aurken Sola, de asesinar al concejal de UPN de Leitza Jose Javier Múgica Astibia».

«La Guardia Civil no tortura»

Negó las acusaciones y denunció la tortura, ante lo que el magistrado le acusó de mentir, ya que «la Guardia Civil no tortura». Tras ello, lo envió a prisión, donde pudo juntarse con Gorostiaga, Txokarro y Sola. Los tres denunciaron torturas. Además, allí supo que «la bolsa, los golpes y las agresiones sexuales hicieron a Ainara declarar que habíamos cometido un asesinato con el que no teníamos ninguna relación».

Recuerda que, «con pocas excepciones», prensa, partidos políticos e instituciones los condenaron. «No voy a contar lo que pasaron nuestras familias, no podría. Ya lo hicieron ellos; afortunadamente, arropados por mucha gente. desgraciadamente, en medio de una soledad y menosprecio oficial que en algunos casos todavía dura».

Durante dos años estuvieron encarcelados y dispersados, hasta que los dejaron en libertad. «Hacía más de medio año que sabían que no teníamos nada que ver con el atentado de Leitza». Pese a ello, llegó el juicio donde les ofrecieron un acuerdo de dos años. Asimismo, sus denuncias de tortura fueron cayendo. «No hay explicación para mi derrame ocular, el labio partido... para los de nadie».

A pesar de que han pasado dos décadas, Soto subraya que «nadie ha reconocido lo que nos hicieron, nadie lo ha reparado y, peor; toda la legislación, maquinaria judicial, carcelaria y mediática sigue intacta». Ha recordado que son más de 1.000 navarros los que han sufrido esta lacra. «Basta ya. No queremos juicios, encarcelamientos, revancha o escarnio. Queremos un reconocimiento público y que no se repita».

Entre las decenas de reacciones que ha generado este hilo están la del president catalán en el exilio, Carles Puigdemont; la del actor y director Aitor Merino; la de la escritora Katixa Agirre; o la de Tamara Muruetagoiena, cuyo padre murió víctima de la tortura.