Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

Jaime Latre te lo quita, Jaime Latre te lo da

La Real suma tres puntos merced a un penalti discutible en el 94, después de que le hubieran anulado un gol por una falta previa no menos dudosa. Por lo demás, esfuerzo y dominio absoluto de los donostiarras pero sin contundencia en el área ante un Espanyol tremendamente defensivo.

Momento en el que Isak lanza el penalti que ha dado el triunfo a la Real.
Momento en el que Isak lanza el penalti que ha dado el triunfo a la Real. (Andoni CANELLADA | FOKU)

1-0, tres puntitos y para casa. Este partido ya lo hemos visto muchas veces este año en Anoeta. Bien está lo que bien acaba, pero la Real ha sufrido lo que no está en los escritos para superar por la mínima esta noche al Espanyol (1-0), merced a un penalti cometido sobre Merino y anotado por Isak en el 94.

Una pena máxima sobre Merino que si te la pitan en contra te subes por las paredes. Como los árbitros malos, Jaime Latre se ha dedicado a parchear sus errores cometiendo otros nuevos. Había anulado un gol a Sorloth al poco de comenzar la segunda mitad por una falta previa también muy discutible. Ha sido la guinda a una actuación penosa.

El resultado hace justicia a lo visto sobre el campo, aunque a la Real le ha vuelto a faltar pegada en los metros finales. Se afianza la sexta plaza, con seis puntos sobre el Villarreal y siete sobre el Athletic.

Sin Merino en el once

Imanol finalmente no ha podido contar con Merino de inicio y ha metido a los dos peloteros –silva y Rafinha– por delante de Zubimendi, con Isak y Portu en las bandas –el sueco en la izquierda, a pierna cambiada– y Sorloth como ariete.

El mosaico previsto para recordar el título copero –ayer domingo se cumplió el primer aniversario– ha quedado bastante deslucido, ya que al ser un lunes a las 21.00 Anoeta presentaba bastantes huecos, con poco más de 20.000 personas en las gradas. Tampoco ha faltado, en el minuto 10, el de su dorsal, una salva de aplausos para apoyar al lesionado Mikel Oyarzabal.

La primera ocasión ha madrugado. Zubimendi ha cazado un balón rechazado y su disparo a bocajarro ha terminado en corner tras golpear primero en la cabeza de Oier –el meta irundarra de los periquitos– y luego en el larguero (m. 6)

La Real se ha apoderado del balón, superando el 70% de posesión, pero le costaba generar peligro ante un Espanyol muy defensivo que solo ha pisado el área de Remiro en sendas faltas laterales cabeceadas fuera.

Oier ha vuelto a salvar a los suyos a la media hora, con un zambombazo de Silva que ha detenido con su cuerpo. Poco más que llevarse a la boca antes del bocadillo del descanso. Nada extraño este curso, en el que 11 de los 15 partidos de Liga jugados en Anoeta hasta la fecha han llegado sin goles al intermedio.

Gol de Sorloth… anulado

Siguiendo también con la costumbre, la Real ha visto puerta en la segunda mitad. Habían pasado solo 5 minutos y Sorloth ha mandado a la red una combinación entre Isak y Silva.

Pero el gol no ha subido al marcador, ya que el trencilla ha sido llamado a consultas por el VAR y ha apreciado falta previa del noruego en un forcejeo con su marcador. Otra más para la colección, por si Anoeta no tuvo bastante el sábado en el partido del Sanse.

La gélida noche ha subido unos grados con el calentón. Rico ha disparado duro desde lejos pero ligeramente alto, e Imanol ha metido piernas frescas en la banda, dando entrada a Djouahra por Portu.

Corría el reloj y el tanto no llegaba. Mejor dicho el segundo tanto, que el primero se había perdido en el limbo del arbitraje. Rafinha cabeceaba fuera un centro de Rico antes de dejar su lugar al maltrecho Merino, con veinte minutos por delante.

La Real lo intentaba, presionaba, tenía el balón, combinaba bien hasta llegar al área, pero ahí le faltaba contundencia, punch, pegada. El guion clásico de esta temporada. Sus intentos morían en la orilla y lo cierto es que en la recta final no ha puesto en apuros a Oier.

Hasta que ha llegado Latre ha deshacer el entuerto, Merino ha chocado con un defensor, ha caído, y tras un instante de vacilación ha apuntado al punto fatídico. Isak ha transformado y la gente de Anoeta, que ya preparaba un concierto de silbidos y pañuelos como despedida al colegiado, se ha ido a casa contenta y murmurando eso de «una por otra».