
La velocista estadounidense Allyson Felix, la atleta femenina más exitosa de la historia, tanto en los Juegos Olímpicos como en los Mundiales combinados, ha anunciado el miércoles que esta será su última temporada antes de colgar sus botas a los 36 años.
«He dado todo lo que tenía en mi carrera y, por primera vez, no estoy segura de tener todavía algo que dar (…)», ha declarado en Instagram la especialista de 200 y 400 metros y siete veces campeona olímpica.
Con veinte grandes títulos, la estadounidense Allyson Felix es la deportista femenina más laureada de la historia, un icono del sprint, de los 100 a los 400 metros relevos.
A su espléndida colección de medallas olímpicas (siete de oro, tres de plata y una de bronce), incluidas dos en los Juegos de Tokio, se suman las 18 obtenidas (trece de oro, tres de plata y dos de bronce) en los Mundiales.
Un palmarés inigualable que le otorga un lugar en la historia del atletismo. Además, lo hace de manera singular, ya que ha seguido ganando como madre, una rareza en el deporte profesional, en todas las disciplinas combinadas.
En noviembre de 2018, Allyson Felix dio a luz a su hija Camryn en condiciones complicadas, después de solo 32 semanas de embarazo, por lo que su hijo tuvo que permanecer casi un mes en cuidados neonatales.
Este hecho fue visto como el principio del fin por Nike, su proveedor de equipamiento desde hace mucho tiempo, cuya política hacia las deportistas embarazadas no dudó en criticar cuando vio que las tarifas de su contrato se habían reducido en un 70% durante su embarazo.
Silencio roto
«Cuando tenemos hijos, corremos el riesgo de que nuestros patrocinadores nos reduzcan los salarios durante y después del embarazo. Este es uno de los ejemplos que demuestra que la industria del deporte todavía está dirigida por y para hombres», escribió la propia Allyson Felix en un artículo de opinión en el “Nueva York Times”.
Este episodio «me ayudó a comprender lo que era importante y a darme cuenta de que ya no podía quedarme callada. Nunca esperé tener problemas para dar a luz. Antes, estaba tan concentrada en mi actuación que me daba miedo hablar de otros temas. Pero finalmente siento que tengo algo que agregar a la conversación», le dijo al “Washington Post” en 2019, en su regreso a la competición en las clasificatorias estadounidenses para el Mundial de Doha.
Si bien allí no logró clasificarse para las pruebas individuales, hizo el viaje a Qatar y no en balde, ya que volvió coronada en los relevos 4x400m femenino y mixto.
Fragilidad engañosa
Aquello fue una prueba de que sus piernas, que pronto le valieron el apodo de "piernas de pollo" por su delicadeza y su zancada amplia, fluida e incomparable, todavía podían hacer maravillas. Esbelta (1,68 m, 57 kg), es «engañosamente frágil, porque tiene una relación peso/potencia excepcional», subraya su entrenador Bob Kersee.
Allyson Felix fue criada en un ambiente religioso -su padre Paul, un pastor de origen criollo francés, enseña el Nuevo Testamento-, y es por ello que estas cualidades atléticas las atribuye al "Creador": «Mi fe es la razón por la que corro. Yo realmente siento que tengo este maravilloso regalo que Dios me ha dado, y se trata de usarlo lo mejor que pueda».
Lo hizo desde los 18 años, ganando la medalla de plata en los 200m en los Juegos de Atenas, con la llave de un nuevo récord mundial junior. Si su dominio fue efectivo en los Mundiales, especialmente en 2007 en Osaka donde vivió «un gran momento, como en estado de gracia» tras su triple 200m, 4x100m, 4x400m, tuvo que esperar a Londres 2012 para espigarla. Fue su primera medalla de oro olímpica individual en la media vuelta.
Su excelencia al más alto nivel la llevó a los Juegos de Tokio, durante una pandemia mundial por el coronavirus que la obligó a adaptarse en su preparación y a entrenar en la calle, por falta de instalaciones abiertas, como lo hacía Sylvester Stallone en la pleícula “Rocky”, corriendo en las escaleras que conducen al Museo de Arte de Filadelfia.
«Estoy acostumbrada a pelear. Eso es lo que sigo haciendo», resume Allyson Felix.

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