Iker Fidalgo
Crítico de arte

La relación con el espacio

El arte y su relación con el espacio ha ido cambiando a lo largo de la historia. Si pensamos en la escultura como disciplina, posiblemente aparezcan en nuestra cabeza imágenes talladas que representan héroes mitológicos o bustos de emperadores. También tendrían cabida aquellas estatuas ecuestres que recuerdan en el centro de las plazas quiénes fueron los vencedores y quiénes los vencidos de contiendas, conquistas y revueltas. La entrada de las vanguardias de principios del siglo XX y la radicalidad de sus propuestas sembró el terreno para la evolución de la escultura hasta lo que la crítica americana Rosalind Krauss bautizó como ‘el campo expandido’ en lo que es, sin duda, uno de los textos más referenciados de la teoría del arte. La escritora analizaba el papel de la escultura, así como aquellas variaciones que desde finales del siglo XIX habían comenzado a poner en duda cuestiones como el pedestal o el sentido del monumentalismo. Desde el análisis de varios trabajos de autores como Robert Morris o Smithson, señaló una serie de características que supondría un nuevo mapa desde el que seguir la pista a la práctica escultórica.

Con el surgimiento del arte conceptual en los años 60, el desarrollo del arte en el espacio siguió rompiendo barreras. Surgió una manera de trabajar que acabó erigiéndose prácticamente como una disciplina en sí misma. Lo que se conoce como ‘instalación’ es sin duda un paso más allá desde el que interactúan diversas disciplinas y resoluciones formales para adaptarse a un contexto físico concreto.

Componentes sonoros, matéricos, audiovisuales o lumínicos pueden llegar a estar presentes en este terreno que nos permite asumir lo escultórico como un espacio a medio camino entre lo inmersivo y lo contemplativo. Su capacidad de adaptación a nuevos formatos, e incluso a un paradigma tecnológico en constante crecimiento, le permite asumir un protagonismo constante desde mediados del siglo pasado. La instalación es, por tanto, una elección para enfrentarse a un espacio concreto, tanto museístico como galerístico o natural. No tanto una técnica, sino más bien una forma de abordar la creación de un entorno en el que poder disponer todos los elementos que conformen el relato de la pieza. El arte está íntimamente ligado a la creación de objetos y, en consecuencia, al lugar que ocupan en el mundo.

Juan Aizpitarte (Donostia, 1974) inauguró el 20 de mayo en el Horno de la Ciudadela de Iruñea su proyecto ‘Mater’. Hasta el 26 de junio podemos acercarnos para conocer de cerca la última propuesta del creador donostiarra. Aizpitarte crea una instalación escultórica que parece remitirnos a unos restos rituales. Una estructura central, a través de la cual podemos ver el interior, nos muestra varios elementos dispuestos bajo una ordenación no casual. Las paredes que rodean esta suerte de iglú o de arquitectura habitable, nos muestran una serie de fotografías. En ellas unos prismas blancos, que bien pudieran ser peanas que han perdido su objeto, se sitúan en espacios naturales en diferentes momentos del día. Coronando el espacio expositivo unos ornamentos colgantes crean un juego de reflejos que acaba inundando el espacio circular de la sala. La materia emerge como protagonista de un proceso en el que todas las piezas entran en relación. Un diálogo que nos lleva a un terreno que aunque no identificamos no entendemos como encriptado y que nos invita a descubrir los códigos que subyacen de cada una de ellas.

El Departamento de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa convocó en el año 2021 la primera edición de los premios Egile como medida para la reactivación del sector cultural tras la crisis sanitaria. Fruto de aquella iniciativa, la sala Ganbara del Museo Koldo Mitxelena acoge un ciclo en el que muestra los trabajos premiados en la modalidad de creación artística. Tras el turno de Irati Kano ahora es Gari Aranbarri (Azkoitia, 1997), quien expone su trabajo hasta el próximo 11 de junio. ‘Tensiones y otros paisajes emocionales’ recoge, desde un planteamiento instalativo, el trabajo presentado para la convocatoria así como otras propuestas desarrolladas por Aranbarri específicamente para el espacio de la institución donostiarra.