Iker Fidalgo
Crítico de arte

Volver al origen

Nuestra relación con la representación es una manera de entender el mundo. El anhelo de reflejar aquello que sucede en la realidad. La imitación de lo que vemos da paso a la interpretación. Plasmar en dos dimensiones todo lo que se nos abre ante los ojos y dejar que atraviese la mirada de quien observa y lo convierte en imagen. Como una manera de construir recuerdos, memorias y narraciones. El destino es indiferente, pudiendo ser roca, madera, piel de animal o papel como lo es también el pigmento, desde barro o sangre hasta carbón o musgo. El binomio básico y el objetivo final es aquel que surge de la unión entre soporte y materia. Un lugar donde posar una huella que evoca algo que nos rodea y una sustancia que deja un rastro. Quien ejecuta un gesto sobre un soporte es porque tiene un deseo o una necesidad de que su resultado permanezca. De otra manera lo haría sobre el agua o gesticulando en el aire. Para que esta ecuación sea completa, necesita de un tercer elemento imprescindible, la parte receptora. Pues el deseo de permanencia está unido a la intención de conservar y compartir. Esta puede ser la familia, quien conforma nuestra comunidad o un caminante anónimo, pero en definitiva todos ellos constituyen diferentes tipologías de público. Es en ese momento donde se da la relación mágica entre realidad, representación y recepción, como la capa más primigenia del sentido del arte.

En nuestra época infantil utilizamos el dibujo para aprender. Interpretar el mundo a través de síntesis que se materializan en formas y colores. Sabemos que, aunque dibujo y realidad no son lo mismo, nos sirve como un espacio de entendimiento común y aceptamos unos códigos que compartimos en la cultura a la que pertenecemos. Cuando crecemos se nos atrofian las capacidades expresivas, ni el sistema educativo ni nuestro día a día encuentran espacios para seguir conservando esta manera de comunicación. El arte a veces es capaz de llevarnos a estos lugares de nuevo, aquellos donde casi a modo de ritual todo adquiere sentido. Como una manera de volver al origen.

A principios de abril la mítica librería Zuloa de Gasteiz inauguró en su galería subterránea una exposición a cargo de Josune Urrutia Asua (Bilbo, 1975). Hasta el 2 de julio podemos bajar las estrechas escaleras que nos llevan al espacio expositivo y entender y disfrutar las entrañas del proyecto ‘Hoy no es el día’, realizado por la ilustradora y artista bilbaina. Un cómic publicado por la editorial Astiberri y sobre el que podremos entender gran parte de su proceso creativo. ‘Hoy no es el día’ habla de la experiencia de seis mujeres artistas y su relación con el cáncer. Beatriz da Costa, Anna Halprin, Audre Lorde, Susan Sontag, Jo Spence y Hannah Wilke protagonizan este volumen que aborda la enfermedad pero también las diferentes maneras protagonizadas por cada una de ellas para asumir este periodo vital. ‘Breve diccionario de mi cáncer’ (2017) y ‘Compendio colectivo sobre cáncer’ (2018-2020) suponen otros acercamientos de la autora a la misma temática, poniendo en el centro su propia experiencia. La exposición realiza un recorrido sobre muchos bocetos originales y estudios de los personajes que aparecen en la obra. Además de eso comparte gran parte del proceso de investigación a través de un despliegue de datos, fechas y referencias en forma de paneles que se expanden en las paredes interiores de la sala. Una manera de colarnos en la trastienda de un proyecto tan interesante como necesario.

Sin salir de la capital alavesa, la Sala Fundación Vital acoge hasta el 3 de julio una exposición a cargo del artista Detritus Aranburu (Donostia, 1964). Tras un periodo alejado del contacto con el público el creador ‘Pintura al no saber’ propone una serie de piezas entre las que se encuentran algunas realizadas específicamente para esta muestra. Aranburu es uno de los nombres más prolíficos de la escena underground de los años 80 y 90. Muy cercano a los movimientos sociales y la escena punk, desarrolló un estilo propio e inconfundible que lo han convertido en una referencia imprescindible. Sus creaciones pictóricas muy cercanas al cómic no abandonan su actitud fanzinera. Sin embargo, desprenden una fuerza expresiva que ahonda en cuestiones profundas de la condición humana que nos arrastra a confrontar.