Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La crisis creativa y el turismo cinéfilo

LA ISLA DE BERGMAN
Estado francés-Bélgica-Suecia-Alemania-México. 2021. 112’ Tit. Orig.: ‘Bergman Island’. Dtora. y guion: Mia Hansen-Love. Int.: Vicky Krieps, Tim Roth, Mia Wasikowska, Anders Danielsen Lie, Grace Delrue, Clara Strauch, Melinda Kinnaman, Joel Spira, Hampus Nordensen.

Vicky Krieps y Tim Roth son la pareja de cineastas que visitan Farö.
Vicky Krieps y Tim Roth son la pareja de cineastas que visitan Farö. (NAIZ)

El continuador y discípulo autorizado del maestro Ingmar Bergman es el danés Bille August, y entre los autores que mejor han entendido la obra y la simbología bergmanianas está Woody Allen. Estamos hablando, por lo tanto, de directores muy veteranos. Quiero decir con esto que es muy difícil que las nuevas generaciones puedan identificarse con los dramas del genio sueco, por más que Mia Hansen-Love se esfuerce en ello.

El que fuera pareja de Liv Ullman, entre otras, era un hombre de otra época, cuyos métodos de rodaje en lo relativo a la dirección de actrices no serían admitidos hoy en día, por no hablar de sus relaciones con ellas fuera de los sets. En un momento de ‘La isla de Bergman’ (2021) se habla de esto en lo tocante a su paternidad irresponsable, pues siempre fue un padre ausente, a pesar de que llegó a tener nueve hijos reconocidos. Claro que la realizadora de la reciente ‘Un beau matin’ (2022) lo contempla desde el punto de vista contemporáneo de la conciliación de la vida familiar y laboral.

En su anterior y séptimo largometraje juega con la metaficción y se desdobla en los personajes femeninos incorporados por Vicky Krieps y Mia Wasikowska, siendo la primera su alter ego como autora, la cual crea a la segunda como su extensión ficcional.

Y es que se trata de una cineasta en crisis que encuentra la inspiración perdida en una visita a la isla de Farö, donde trabajó y vivió Ingmar Bergman. Al principio ella es la insegura, mientras que su pareja, también cineasta, a quien da vida Tim Roth, parece tener las cosas más claras.

Se ponen a escribir a la vez sendos guiones de forma independiente, mientras él ocupa la casa en la que se rodó ‘Secretos de un matrimonio’ (1974) y ella un molino de viento. La magia del paisaje les hace entremezclar ficción y realidad, dentro de ese parque temático para cinéfilos al que peregrinan críticos y seguidores del de Upsala.