Daniel Galvalizi
Madrid

Sánchez anuncia una batería de medidas progresistas y planta cara a los «profetas del desastre»

El presidente español promete impuestos extraordinarios a las eléctricas y a los bancos para recaudar 3.500 millones de euros, además de bonificaciones de Renfe y aumento en las becas para paliar la inflación. Cuestiona con dureza al PP y advierte de que el panorama económico puede ser sombrío.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su discurso sobre el Estado de la Nación.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su discurso sobre el Estado de la Nación. (Pierre-Philippe MARCOU | AFP)

El discurso de Pedro Sánchez sobre el Estado de la Nación se ha prolongado más de dos horas y ha tenido un espíritu refundacional. El presidente del Gobierno español ha confirmado las filtraciones periodísticas y ha cristalizado este martes su paso a la ofensiva con un giro a la izquierda y una pormenorizada narrativa sobre la situación actual, espabilando en cierta forma ante los ataques de la derecha mediática y política por la inflación y un presunto futuro de catástrofe.

El líder del PSOE no ha tardado ni cinco minutos en encarar el tema del alza desbocada de precios. «Sé que el salario cada vez alcanza menos y que la escalada de precios hace más difícil lo que ya lo era antes», ha dicho en tono empático, y acto seguido ha tratado de explicar por qué a su juicio esto es producto no de la mala praxis del Gobierno de coalición sino de «un desgraciado cúmulo de acontecimientos».

Básicamente, ha señalado la dinámica de la pandemia y la invasión rusa a Ucrania como los dos hitos que han disparado la inflación. Allí ha venido la primera crítica contra el PP y la oposición mediática: «Los ciudadanos deben elegir qué creen, si el diagnóstico del curandero o de los médicos especialistas. No hay un solo especialista que avale lo que dice el curandero». En ese momento se han oído algunos murmullos en los escaños de la derecha y risas irónicas.

Sánchez ha enumerado los aumentos en los precios del trigo, el arroz, el aceite de girasol y el gas y ha preguntado de forma retórica, aludiendo sin decirlo a las críticas que recibe, que si el Gobierno español lo hace tan mal por qué entonces tiene inflación menor a ocho países de la zona euro y el precio mayorista energético más bajo de la UE junto con Portugal.

Con el líder de la oposición, el senador Alberto Núñez Feijóo sentado a pocos metros (en el viejo escaño de Pablo Casado), al lado de la portavoz del grupo parlamentario del PP, Cuca Gamarra, Sánchez ha afirmado: «El Gobierno no busca eximirse de responsabilidades y está dispuesto a asumirlas y aplicar soluciones», ha asegurado y ha cuestionado a los que machacan con la «ortodoxia económica, que exige sacrificios para todos menos para la minoría que ellos representan».

Tras hablar de precios, ha hecho una enfática defensa de su política de «solidaridad» con «el pueblo ucraniano» (no ha nombrado al Gobierno) y ha dicho que se mantendrán las sanciones contra Moscú, aunque también ha procurado siempre citar a Vladimir Putin como el culpable («la guerra de Putin», ha dicho repetidamente). Por la guerra y su impredecible derrotero ha pronosticado un difícil e «incierto» futuro energético y económico.

«Nuestro país está mucho mejor preparado que otros por la menor dependencia del gas ruso, pero la situación nos puede afectar por el menor crecimiento en economías como la de Estados Unidos y Alemania. No ando con rodeos, no voy a disimular, pero tampoco voy a entregarme al catastrofismo. Invito a desconfiar a los que ofrecen falsos remedios», ha recalcado, a lo cual ha añadido luego que quizás los habitantes del Estado español deban «adoptar medidas de ahorro energético» en el invierno por venir y hasta ha citado ejemplo como «fomentar el teletrabajo» y «bajar la temperatura de la calefacción».

«Vamos a por todas»

Al promediar la mitad de su discurso, Sánchez ha pasado a la ofensiva y ha comenzado a explicar por qué el de este martes es un discurso que busca devolver impulso al bipartito de Moncloa con un giro a la izquierda y, sobre todo, con una narrativa clara. «Me gustaría decir que existe una solución instantánea y mágica, pero nadie puede acabar con este problema. No crean a quienes dicen que puede resolverse de un plumazo la escalada inflacionista. Sí, se pueden hacer cosas, y vamos a ir a por todas», ha enfatizado.

Allí ha comenzado la escalada de anuncios: una bonificación del 50 hasta el 100% de los billetes de Cercanías, Rodalies y Media Distancia que dependan de Renfe, a partir del 1 de setiembre hasta el último día de 2022. Además, cien euros extra para todos los alumnos de 16 años que tengan becas de estudio hasta fin de año. Allí ha aprovechado para criticar –sin nombrarlo– al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y su política de becas para las familias ricas. «El Gobierno de España apuesta a las becas para activar el ascensor social y no para perpetuar desigualdades», ha subrayado, lo que ha provocado una conversación al oído entre Gamarra y Feijóo.

Y en consonancia con lo que han pedido sus socios de Gobierno, Unidas Podemos, y varios de sus aliados parlamentarios, Sánchez ha anunciado un impuesto extraordinario a las grandes eléctricas que obtengan beneficios por la subida de los precios en la energía, y un impuesto durante dos años a las entidades financieras que sean beneficiadas por la subida de los tipos de interés. Con esto, Moncloa espera recaudar 3.500 millones de euros.

También ha anunciado la creación de un nuevo Centro Estatal de Sanidad para coordinar políticas en todas las administraciones, un refuerzo de fondos públicos en la prevención y combate de incendios, un plan estatal en educación para el estudio de robótica y «pensamiento computacional» y el envío al Congreso de «una nueva ley de industria y de mecenazgo».

No hubiera sido un discurso con talante progresista si se hubiera alardeado del aumento en el presupuesto militar, algo que ha ofuscado a sus socios de la formación morada. Por tanto, Sánchez se ha limitado a decir un breve párrafo al respecto que ha pasado casi inadvertido en las más de dos horas: «Vamos a aumentar nuestra inversión en Defensa para que nunca jamás una autocracia se atreva a interferir en las libertades y la democracia de los españoles».

Catalunya y Ley de Memoria

También, apelando a la empatía de los votantes, ha dicho entender el desencanto de estos con la política, tras «dos años y medio en los que si ha sobrado algo han sido insultos» y ha pedido recordar que en el Parlamento también «se han aprobado leyes que han impulsado la igualdad y salvado miles de empleos». Ha tenido unas palabras para Catalunya: «Seguiremos trabajando para el reencuentro entre catalanes y para acortar la brecha emocional con los que se quieren separar de España». Y también ha defendido la Ley de Memoria Democrática pacatada con EH Bildu y otras formaciones: «Nos permite reconocer a todas las víctimas, condenar el golpe, la posterior dictadura y reivindicar nuestro mejor patrimonio: la Transición, la Ley de amnistía y la Constitución», ha argumentado.

Tras pedir una reflexión de lo que hubiera ocurrido en estos dos años si quienes gobernaban eran los mismos que en la crisis anterior, cuando se permitieron niveles «insólitos de corrupción» y que «cargaron los sacrificios en los más débiles», ha llegado al final de su presentación con un desafío: «Estamos mirando al futuro y no nos vamos a detener. Tengo una malta noticia para los que trabajan día a día para ponernos palos en la rueda… Que sepan que no vamos a parar y que les esperamos en el futuro», ha enfatizado, en alusión a las elecciones generales del año que viene. Su discurso ha terminado con una fuerte ovación por parte de la bancada del PSOE.