Daniel   Galvalizi
Periodista

Giro del Gobierno argentino para salir de una nueva crisis cambiaria y política

El presidente Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner pactan un profundo cambio en el gabinete y nombran a Sergio Massa como «superministro» de varias áreas económicas. La inestabilidad en la coalición gobernante disparó la inflación y la devaluación del peso en el último mes.

Sergio Massa junto al presidente Alberto Fernández el 14 de noviembre de 2021.
Sergio Massa junto al presidente Alberto Fernández el 14 de noviembre de 2021. (Juan MABROMATA | AFP)

La nueva remodelación del gabinete de ministros de Argentina es una reacción desesperada para contener una doble crisis que como una pinza estaba poniendo en jaque a la Casa Rosada: la inflación disparada en 5,2% en el mes de junio y 37% acumulado en lo que va del año y una devaluación del peso del 30% en los últimos seis meses (y en su cotización paralela, la que realmente miran los argentinos, de casi el 100%).

La situación se vio agravada en el último trimestre por las disputas al interior de la coalición gobernante, el Frente de Todos, que concentra a las tres mayores aristas del peronismo (el kirchnerismo, el clásico y el de centroderecha), pero especialmente por una crisis de mando entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner. La renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán hace un mes  aceleró el descalabro de las variables macroeconómicas.

Como solución, Fernández y Kirchner pactaron una reforma de ministerios profunda y que encumbre al presidente del Congreso y líder de la vertiente de centroderecha peronista, Sergio Massa, en una suerte de «superministro» que concentrará el área de economía, finanzas, agricultura, industria y, según ha trascendido, intentará poner a un técnico de confianza al frente del Banco Central.

Los cambios vinieron tras un intento fallido de ordenar la gestión económica con la ya exministra Silvina Batakis y de un intento de acuerdo de convivencia entre Fernández y Kirchner. Pero los mercados reaccionaron muy mal y la devaluación del peso se aceleró, especialmente la del llamado «dólar blue» (el que rige muchas variables de la economía y el que miran los argentinos). La crisis de confianza para con la Casa Rosada era generalizada.

¿Pero quién es Sergio Massa? Un exalcalde exitoso que se convirtió en 2008 en el jefe de Gabinete (una especie de primer ministro en Argentina) más joven de la historia, cuando Alberto Fernández renunciaba al cargo por diferencias con Cristina Kirchner, entonces presidenta. Increíblemente, como si fuera una novela, catorce años después los tres vuelven a estar en la cima del poder.

Massa comenzó en el peronismo de derecha de corte más liberal a principios de los ‘90. Muy cercano a una de las dirigentes de mayor peso de la provincia de Buenos Aires, llegó a un alto cargo en 2002 de la mano del expresidente Eduardo Duhalde. Allí lideró el poderoso instituto de Seguridad Social y continuó en el cargo en la presidencia de Néstor Kirchner hasta que fue alcalde de la ciudad de Tigre, en el delta norte bonaerense.

Se catapultó a la fama durante su año de jefe de gabinete, en el que impulsó un acercamiento del kirchnerismo con Estados Unidos y con los grandes medios de comunicación, relación quebrada durante el duro conflicto con las patronales rurales de 2008. Massa ya en aquellos tiempos denostaba la palabra progresismo y hacía saber que lo principal era el pragmatismo.

Tras refugiarse otros años en su alcaldía, los índices de popularidad (y su relación cercana con el establishment) lo convencieron de romper en 2013 con el kirchnerismo y fue el gran responsable de la derrota electoral de aquel año. Su estilo de conducción política, zigzagueante y poco principista, con vaivenes entre la derecha y la izquierda según la ocasión, lo asemejaron mucho a lo que se conoció luego como trumpismo.

Massa es un duro crítico del Gobierno venezolano (es amigo personal del matrimonio López), tiene contactos con Washington y el FMI y unos conocidos lazos con algunos empresarios y representantes de poderes fácticos. Esto es tan sabido que cuando se conoció el jueves por la noche la designación del diputado al frente del superministerio de Economía, el peso argentino se reapreció (el «blue» descendió un 10%). La señal de un giro pro mercado había llegado.

Como comentaba una fuente peronista preguntada por NAIZ, «Cristina no está de acuerdo con el rumbo económico ni con la gestión, pero ante lo que está pasando, acaba apoyando a Massa para que haya al menos un orden y un mando único». Como buena e histórica peronista que es, la vicepresidenta sabe que su electorado puede perdonar muchas cosas, menos el caos.
    
Desde la coalición gobernante hay pocas esperanzas en un cambio de Fernández, quien está enrocado sobre un pequeño grupo de asesores, toma pocas decisiones y no delega. El presidente resistió entregar cuotas de poder pero Massa y Cristina Kirchner pactaron previamente el ascenso del primero y las noticias económicas convencieron a Fernández de aceptar lo que hace un mes se negó.

Massa, que en 2014 lideraba las encuestas presidenciales, tiene demolida su valoración y ha dicho a su entorno que ésta será su última oportunidad de relanzarse como candidato para las generales de 2023, a todo o nada. Con el correr de los días se conocerán las nuevas medidas para contener el desfase económico, en lo que puede ser tal vez la última baza que se juega el peronismo para encarrilar la situación, a trece meses de las elecciones.