
Las artesanas y modistas que durante este fin de semana han expuesto sus creaciones en el festival Petronio Álvarez, celebrado en la ciudad colombiana de Cali, han reivindicado que el turbante es una seña de identidad y resistencia de los pueblos negros y no un disfraz.
Así, durante el Petronio Álvarez, estas artesanas y modistas han dedicado buena parte de su tiempo a poner turbantes en cabezas de mujeres y niñas negras, blancas y mestizas, llevando a Cali la cultura negra del Pacífico.
Estos retales de telas africanas, coloridas y llamativas, no son «simplemente una herramienta de moda, sino que detrás tiene una historia y quien se lo ponga debería vestir nuestras causas sociales», ha explicado Nancy Andrea Moreno Lozano, de la marca Armatta, que hace moda de los retales de las telas africanas y del Pacífico que sobran en las comunidades después de hacer trajes y vestidos.
Un símbolo de resistencia
Su madre, la chocoana Nancy Moreno, fue una pionera en traer y poner turbantes en este importante festival como una forma de reivindicar la cultura del Pacífico y de impulsar educación para que quienes se lo pongan «sepan por qué las comunidades lo usaban».
Las mujeres negras del Pacífico fueron obligadas a tapar su cabello «para que no se volvieran atractivas para sus amos», y que por ello empezaron a usarlo; sepan que muchas de las telas de esos turbantes incluían mensajes de resistencia en sus diseños, que los círculos y los motivos geométricos eran una forma de expresarse e imponerse al sistema. Y que ahora las mujeres negras lo usan «para resistir, por un tema de resiliencia, por un tema de reivindicaciones», cuenta Moreno; porque durante años dijeron que el pelo afro es feo y había que esconderlo, alisarlo, amansarlo.

Apropiación cultural
Por eso, al igual que sucede con las trenzas, hay implícita una polémica sobre apropiación cultural detrás del uso del turbante por mujeres blancas, que usan este símbolo de explotación sin saber qué hay detrás.
«Hay personas que únicamente usan el turbante en el Petronio y se ponen los más grandotes para que les tomen fotos, pero en su cotidianidad no se lo pondrían», ha criticado la artista y creadora de la línea ‘Blanco y Negro’, Alejandra Taborela, quien subraya que las mujeres negras que lo llevan en el día a día son «objeto de burla».
Por eso, Tamborela ha llamado a un uso consciente de esta prenda, así como de la moda afro, y no como un disfraz: «Cuando estemos conociendo y aprendiendo de una cultura, lo más importante es aprender a conocer qué límites podemos cruzar».
De esta forma, el Petronio Álvarez, que celebra del 10 al 15 de agosto su XXVI edición, es un puente para conocer la cultura afrocolombiana y asomarse a las luchas y resistencias de las comunidades del Pacífico, que han vivido siglos expuestas a la esclavitud, a la desidia estatal y al conflicto armado.
No son solo las telas africanas, el kitengue o los estampados senegaleses, el arte negro del Pacífico también se expresa a través de diseñadores que han llevado mensajes de resistencia y lucha a sus camisetas o incluso jóvenes estudiantes que crean desde materiales reciclados camisas vaporosas que se desmontan en voluptuosas faldas o pantalones con tiras hechas de cremalleras y ceñidos tops.
Como ha señalado Gertrudis Díaz, una artesana tejedora, se trata de «centralizar todas las vivencias de nuestros ancestros, de nuestra cultura» y poder expandirlas a todo el mundo.

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