Izaro Izu

Donostia, donde los gigantes son gigantes y los cabezudos... pegan

El tópico de que las de Donostia son las fiestas más «lights» de las capitales vascas se hace a menudo difícil de rebatir. Pero si hay una prueba incontestable en contra, esa es la comparsa Itzurun. Pasen y vean.

El cocinero, repartiendo a gusto.
El cocinero, repartiendo a gusto. (Andoni Canellada | Foku)

Por el puente de la Zurriola los txikis corren entre los coches que vienen en dirección contraria. Detrás vienen «Argiñano» y compañía haciendo sonar ¡y cómo suenan! las vejigas. Detrás vienen las dulzainas y txistus haciendo bailar a las estilizadas figuras, con el mar como telón de fondo, y este día además la caravana se cierra con los invitados «punkerras» y diabólicos de Bidasoaldeko Erraldoiak.

La agitación atrae a los turistas, pero también a los visitantes llegados de otras ciudades vascas. Y es que a los caldederos, Artzaia, Iñude, Santo Tomás, Arlequín, Pierrot y demás fauna es mejor no pedirles un selfie... Dicen que este año en Iruñea Caravinagre parecía una estrella de Zinemaldia y en Gasteiz a Ojo Biriki se le sacaron más retratos que a Kubo, pero aquí resulta más prudente mantener las distancias.

Una de las claves está en esas vejigas de cerdo, cuyos porrazos se escuchan a decenas de metros y arrancan gritos de miedo a los más pequeños. Aunque es mucho más el ruido que las nueces, según sostienen los voluntarios que se calzan las catorce cabezotas cada tarde, lo cierto es que las «jipoias» a los más mayorcitos son de auténtica brigada móvil.

Lo comprobaron el sábado en la Parte Vieja, el domingo en el centro, el lunes en Gros, el martes en la Kontxa, luego en el Antiguo... Y aún queda la traca final este sábado hasta llegar al fin de fiesta de la plaza Zuloaga. Un acto que se repite desde hace quince años y que constituye una bonita despedida familiar a la Aste Nagusia, antes de los colofones naturales del último concierto en Sagues e Irrikitaldia.

4,15 metros, ahí queda eso

Si los cabezudos en Donostia siguen pegando, ¿qué decir de los gigantes? Pues que son muy gigantes.

No es opinión amiga, son datos. Los alaveses Erromualdo y Estitxu, los navarricos Blanca y Eneko, los vizcainos Matti y Maritxu y los autóctonos Karmeli y Manrique se elevan del suelo 4 metros y 15 centímetros, lo que les convierte en unos de los más altos del país. Casi 30 centímetros más que los archifamosos de Iruñea y que el resto de los más populares, que rarísima vez superan los 4 metros.

Estitxu, la giganta alavesa, ante el Ayuntamiento. (Andoni Canellada | Foku)

Cada gigantón y gigantona tiene además su propia historia, componiendo entre todos una auténtica guía turístico-histórica vasca. Por ejemplo, Eneko es un mutiko de Erronkari que lleva la vestimenta típica del Tributo de las Tres Vacas que se celebra cada 13 de julio, mientras Karmeli reproduce una batelera de Pasaia a la que no le falta ni la Virgen del Carmen colgada al cuello.

Desde 1982 y a mejor

Este año se cumplen 41 ediciones desde que en 1982 Donostia recuperó su comparsa, tras diferentes vicisitudes históricas en las que se fueron formando y perdiendo. Quizás este sea su momento más floreciente, en que las figuras de goma comercializadas se han convertido también juguete en las casas durante el resto del año y su imagen luce en un montón de camisetas, sobre todo por las «ekimen erraldoiak» solidarias puestas en marcha cada año. Y es que estos gigantes también tienen grande el corazón.

Un libro de reciente publicación recoge la historia de la comparsa y contribuirá también a darlos a conocer un poco más. Hay trabajo que hacer ahí todavía, porque al fin y al cabo sus cuatro décadas de vida son muy pocas en comparación con los 162 años de los gigantes de Iruñea o los 105 que han vivido ya los de Gasteiz.

Cuentan que cuando en 1982 la comparsa ahora de Itzurun salió por primera vez a la calle, en Donostia esta tradición estaba tan perdida que la gente se quedó mirando en las aceras en lugar de acompañar a los gigantes y cabezudos por la calzada. Viendo este caos del puente del Kursaal, está claro que las cosas han cambiado a mucho mejor para esta asociación, formada por 90 miembros... y los que vendrán.