Alessandro Ruta

Han cantado Giorgia

Fratelli d'Italia y la derecha han ganado, como se esperaba, las elecciones. En un fin de semana en que la noticia mediática ha sido la emisión del documental sobre la «mìtica» tele-estafadora Wanna Marchi, este resultado histórico (y la abstención estratosférica) puede pasar casi como normal.

La victoria de la candidata ultra, en la prensa italiana.
La victoria de la candidata ultra, en la prensa italiana. (Vincenzo Pinto | AFP)

Abstención por las nubes, una clara victoria de las derechas, la izquierda preguntándose por qué. Era el final esperado de la película, tan inevitable que la sensación es: «¿No se podía directamente no haber ido a votar?». Es una broma, pero lo cierto es que pocos resultados electorales han sido tan cantados, en Italia al menos, como los que han dado a Giorgia Meloni el mando del país con un redondo 26%, más que toda la coalición de centro-izquierda.

Hay algunos claros derrotados: la Liga Norte y el Partido Democrático. Y como muchos se esperaban, además el Movimiento Cinco Estrellas, a pesar de haber perdido la mitad de su representación con respecto a las últimas elecciones en 2018, se puede considerar casi como uno de los ganadores, al ser la segunda fuerza en el sur y la tercera en general gracias a su 16-17%.

Por un lado, los militantes post-fascistas no podían esperar mejor resultado en el centenario de la toma de poder de Benito Mussolini.

Por otro, como siempre en estos casos, se mira al Quirinale y al presidente de la Repùblica, Sergio Mattarella, en busca de paraguas contra los malos presagios. Aun a sabiendas de que su función, con estos resultados en la mano, no podrá ser otra que la de notario.

Coincidencias absurdas

Pequeño inciso, pero fundamental para fotografiar este domingo. La noticia mediática del fin de semana electoral en Italia ha sido otra diferente del voto: la emisión en Netflix de una serie-documental en cuatro episodios sobre Wanna Marchi, una de las figuras mas controvertidas en las décadas de los 80 y los 90, la reina absoluta de las televentas convertida en estafadora. Y estafadora no como mote entre amigos en un bar, sino acreditada por unas cuantas sentencias de los tribunales.

Wanna Marchi era una señora de la provincia de Bolonia nacida en el seno de una familia de campesinos, con un marido ausente y una familia que mantener. Descubrió una especie de vocación como esteticiene y desde ahí, aprovechando el crecimiento exponencial de las televisiones privadas, empezó a construirse un imperio multimillonario mediante la venta de sus productos de belleza. Algunos de ellos ni siquiera existían, pero la gente seguía comprándolos, convencidos de su supuesta eficacia. El producto estrella eran las cremas de algas para adelgazar.

Una vida vivida a mil por hora, siempre desde la pequeña pantalla. Wanna Marchi y su hija Stefania fueron protagonistas de una escalada mediática con pocos antecedentes, fruto de un periodo histórico muy apropiado para ello; los 80 de la explotación de la imagen o la simple apariencia, donde ser un poco gordo o un feo podía ser un problema.

Wanna Marchi, estrella televisiva del fin de semana, encarna al ser humano capaz de vender cualquier cosa (¿recuerda a alguien?)

 

El documental es tan eficaz como el estilo de venta de la señora boloñesa: aparecen Marchi, su hija Stefania, los otros televendedores y los periodistas que indagaron sobre ellas y todo aquel mundo en que tuvieron protagonismo. Wanna, a sus 80 años, mantiene todavía su descaro, sigue hablando en tercera persona (no es una buena señal, sinceramente) y parece no haberse arrepentido de sus hechos; es decir, de haber timado a unas cuantas personas, arruinándolas económica y síquicamente.

En resumen, el documental sobre esta mujer vendedora-estafadora, ejemplo proverbial en Italia de ser humano capaz de vender cualquier cosa (¿recuerda a alguien?) –incluidas «fórmulas y horóscopos contra de la mala suerte»-, ha sido emitido por primera vez este fin de semana. Y curiosamente fue anunciado durante otro finde complicado: el de la dimisión Mario Draghi, germen de estas elecciones. Fin del inciso, o de las coincidencias absurdas.

Abstenciones y en contra

Tenga relación o no con lo anterior, lo cierto es que el 40% de los ciudadanos no ha ido a votar. Ha pesado también en algunas zonas de Italia el mal tiempo, que ha sacudido a Nápoles, por ejemplo, donde la mitad de la población se ha abstenido.

Históricamente el no-voto siempre ha sido una ventaja para la derecha. Sus militantes muestran más «fuerza de voluntad», mientras que la izquierda no consigue este paso adelante para superar obstáculos. De hecho, nunca se habìa visto una participación tan baja cuando se vota para un Parlamento de la República italiana.

Como ocurre históricamente, el no-voto ha sido una ventaja para la derecha

A pesar de una campaña tan breve y veraniega, estaba claro que para muchísima gente estas elecciones se leían como un estorbo. Entre los precios disparados, una guerra interminable y el cansancio de dos años plagados de emergencias, elegir entre las mismas caras de siempre no parecía un gran aliciente.

Cabe apuntar, además, que Italia es un país de derecha, con tendencias machistas y fuertes raíces católicas, donde se vota más «en contra» que «a favor». Y no hay manera menor de votar en contra que absteniéndose.

Remodelarse

La consecuencia de todo esto es que los ganadores están sobre la mesa. Fratelli d'Italia ha conseguido el mejor resultado de siempre para una formación de derecha-derecha. Ni la Fiamma Tricolore ni Alleanza Nazionale, los herederos del Partido Fascista (aunque más moderados) habían llegado a tanto. Como mucho, al 10-12%.

Este 26% lanza con fuerza a Giorgia Meloni hacia Palazzo Chigi y la silla de primera ministra, algo inédito en la historia italiana, donde las mujeres en política siempre han tenido una presencia muy minoritaria. Meloni, que en sus redes sociales invitaba a la gente a votar a Fratelli d'Italia enseñando ni más ni menos que dos melones, como su apellido. Pero ahora, pocas bromas: Fratelli d'Italia ha acaparado votos en todo el Belpaese gracias a una estrategia muy típica, proponiéndose como una novedad y a la vez como anti-Draghi, pero ahora le toca modelar un ejecutivo donde tendrá una gran importancia Silvio Berlusconi.

Al equipo de Berlusconi se le «escapó» tras el resultado: «Salvini es un chaval majo pero no ha trabajado nunca en su vida». Esto solo acaba de empezar...

 

Hay más. Hemos visto al "Cavaliere" votar junto a su novia Marta Fascina (que entrará en el Parlamento). Un votante que pasaba por allí, al cruzarse con el líder de Forza Italia en el pasillo, se ha quedado casi paralizado: «Pero ¿es realmente él o era una máscara?». Berlusconi luego se reuniría con sus pretorianos y casualmente se captaron algunas declaraciones: «Ojalá la Lega consiga un buen resultado. Salvini es un chaval majo pero no ha trabajado nunca en su vida». Y menos mal que en Roma en el último día de campaña estaban todos juntos y sonrientes...

Salvini, por contra, no ha conseguido un buen resultado. Sus militantes le han enseñado la puerta de salida, con un decepcionante 8%. El "Capitano" ha cometido demasiados errores en esta campaña, desde ser filo-ruso en el momento menos apropiado hasta pedir para sí el cargo de ministro del Interior. La sensación es la de un hombre casi «finito» políticamente, que será sustituido por otros representantes de la Liga Norte, un partido que en cuatro años ha perdido tres millones de votos.

Como en una ruleta, la derecha parece haber intentado otra vía, después del experimento con Salvini en 2018 y de los anteriores con Berlusconi. Meloni es la última cartulina del bingo.

Loncha de queso

Otro lìder «finito» parece ser Enrico Letta, el secretario del Partido Democrático. Ha fallado prácticamente en todo, desde la actitud en la campaña hasta la elección de los candidatos y las alianzas. El PD necesitaba por lo menos llegar al 20% y se ha parado en torno al 19, su mínimo histórico. Son inevitables su dimisión y su vuelta a Paris como profesor de universidad.

Es la segunda vez que el sobrino de Gianni Letta, gran consejero de Berlusconi, recibe un tortazo (virtual) en la cara. En 2013 su Gobierno fue liquidado por Matteo Renzi, en una lucha interna en el Partido Democrático, mientras ahora se chupa las heridas preguntándose: «Ojalá hubiese logrado un acuerdo con los Cinco Estrellas o con Carlo Calenda».

Nada de todo eso. A pesar de un apoyo mediático increíble e injustificado, Letta se irá. Confirmando así el maravilloso apodo de "SottiLetta" que le ha dado ‘Dagospia’, la siempre salaz web de cotilleos políticos: Sottiletta es la loncha de queso que se pone en los bocadillos, algo que a menudo se nota solo cuando la comes, porque en casi contrario probablemente ni te enteres de que está ahí.

Encrucijada para el Partido Democrático: ¿Irá hacia Cinco Estrellas? ¿Hacia el centro burgués y liberal de Calenda y Renzi? ¿Escuchará a los trabajadores?

 

Para el Partido Democrático llega la enésima refundación, con otro secretario que tendrá muy pronto ante sí una bifurcación. ¿Hacia dónde ir? ¿Hacia Cinco Estrellas, segunda fuerza en el sur de Italia después de una remontada espectacular? ¿O hacia Carlo Calenda y Matteo Renzi, el centro burgués y liberal, que ha conseguido un 8% sobre todo en los centros de las grandes ciudades?  El día en que el PD vuelva a escuchar a los trabajadores y no a las agendas de los tecnócratas o las estrellas de las redes sociales, los «influencer» de pisos de ultralujo, será un gran día para la izquierda.

De momento el mando del país vuelve a la coalición de derecha, con Europa preocupada. Y no solamente ella.