Simone Veil vivió marcada por la trágica experiencia que supuso su confinamiento en el campo de concentración de Auschwitz y siempre será recordada como una de las grandes figuras de la política del Estado francés y una incansable defensora de la condición de las mujeres.

Entre sus legados principales figura la conocida como Ley Veil o ley de despenalización del aborto, promulgada en 1975. Un episodio que suscitó multitud de descalificaciones contra ella hasta el día de su muerte, ocurrida el 30 de junio de 2017.

Olivier Dahan, autor del aclamado biopic sobre Edith Piaf, ‘La vida en rosa’, ha firmado este ‘Simone, la mujer del siglo’,  en el que la actriz Elsa Zylberstein se mete en la piel de esta política que tras una larga travesía llena de negociaciones y debates ante una asamblea abrumadoramente masculina, sacó adelante la mencionada ley y se convirtió en la primera mujer en cruzar  las puertas del Elíseo con cargo de ministra y que fue presidenta del Parlamento europeo.

Zylberstein, impulsora del proyecto desde el inicio, encarna en edad madura a la protagonista y Rebecca Marder hace lo propio durante su juventud. A ellas se suman Élodie Bouchez, Judith Chemla y Olivier Gourmet.

Discurso de 1974

La película hace especial hincapié en el célebre discurso que Simone Veil pronunció en 1974 y en cómo tuvo presentes una serie de argumentos coherentes con la cultura de la época que utilizó para desarmar al resto de la Asamblea.

En dicho discurso, Veil dijo: «Me gustaría antes que nada compartirles una convicción de mujer –disculpen si lo hago frente a esta Asamblea casi exclusivamente compuesta por hombres–: ninguna mujer recurre gustosamente al aborto. Basta con escucharlas. Es siempre una tragedia y seguirá siendo una tragedia».

Aquel histórico 26 de noviembre de 1974, Veil trasgredió las múltiples objeciones y limitaciones de la época. Según recordó la activista feminista Gilibeth Vega en la revista ‘Onda feminista’, «aquel discurso se enfocó en establecer que nos encontrábamos ante una situación de desorden e injusticia, donde se admitía la posibilidad de la interrupción del embarazo con el único fin de regularlo y en lo posible, disuadir a la mujer de tomar la opción del aborto».

Aquel duro combate para lograr impulsar la ley que despenalizaba el aborto en el Estado francés, que contó con los votos de la izquierda pero con la oposición de la derecha, la convirtieron durante mucho tiempo en la personalidad más popular del país, aunque también tuvo detractores. En el año 2000, cuando fue nombrada presidenta de honor de la Fundación Francesa para la Memoria del Holocausto, recordó  esto: «Escribieron en la puerta de mi casa: ‘Veil = Hitler’».

Elsa Zylberstein explica que «meterse en la piel de Veil supuso un gran esfuerzo, no solo en lo relativo a engordar ocho kilos o sufrir tantas horas de maquillaje. Escuché la mayoría de sus discursos porque, después de todo, si aprendemos bien los idiomas extranjeros, porqué no aprender el ‘Simone’».