Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
Elkarrizketa
Lydia Cacho
Periodista de investigación mexicana exiliada en el Estado español

«No puedes entrevistar a un niño víctima de trata sexual y dejarlo a su suerte»

En 2005, la periodista mexicana Lydia Cacho fue detenida ilegalmente y torturada. Poco antes había publicado el libro “Los demonios del Edén”, una extensa investigación sobre las redes explotación sexual infantil en México, en las cuales estaban involucrados importantes políticos y empresarios.

La periodista mexicana Lydia Cacho en su reciente visita a Bilbo.
La periodista mexicana Lydia Cacho en su reciente visita a Bilbo. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Periodista, escritora –autora de 12 libros– defensora de derechos humanos, la mexicana Lydia Cacho vive exiliada en el Estado español tras ser detenida ilegalmente y torturada por destapar en el libro “Los demonios del Edén” una red de trata y explotación sexual infantil en Cancún y señalar directamente a importantes figuras políticas y empresarios, entre ellos, el exgobernador de Puebla Mario Plutarco Marín Torres (PRI), el multimillonario libanés Kamel Nacif Borge y el empresario hotelero Jean Succar Kuri. En represalia, en 2005 Nacif Borge la acusó de calumnias y difamación.

En 2005, fue detenida ilegalmente y torturada por elementos de la Policía Judicial de Puebla durante más de veinte horas en el trayecto por carretera desde Cancún a la ciudad de Puebla, experiencia que recogió en su libro “Memorias de una infamia” y en una obra de teatro, exhibida recientemente en Bilbo y Gasteiz. 

Tras un largo y complejo proceso judicial, Cacho logró la primera sentencia en México y América Latina por tráfico sexual de niños y pornografía infantil. Succar Kuri fue condenado a 112 años de cárcel.

En entrevista a GARA antes de su conferencia en Bilbo, resalta que hay «una guerra que los Gobiernos no están enfrentando y es la guerra contra toda la industria pornográfica que sigue utilizando a los niños y niñas como carnada».

Secuestrada y torturada, ha tenido que exiliarse en el Estado español por las amenazas. ¿Cómo se sobrevive?

Con muchas dificultades y asistencia sicológica. Detrás de todo episodio de violencia, hay ansiedad y depresión. Siempre me preguntan por el miedo. Pero, para mí, eso es lo menos importante. Lo más preocupante son los niveles de depresión que te provoca una situación de violencia extrema y los problemas fisiológicos que genera esa ansiedad y de los que casi nunca hablamos. Yo tengo la fortuna de tener una familia de sicólogas y de haber encontrado a una gran terapeuta que me salvó la vida. Aunque me fue muy difícil encontrar a una experta en tortura.
 
¿Cómo sobrelleva las noticias de compañeros asesinados?

Es muy doloroso y angustiante, y da rabia. Muchos son personas cercanas, a las cuales ofrecí mi casa para su protección, y al revés. Todo suma para desgastarnos a nivel emocional, físico y económico. Yo en España sigo viviendo con ‘la culpa de la superviviente’.

El 4 de octubre tirotearon en Puebla a una madre que buscaba a su hija desaparecida. A finales de agosto mataron a otra. ¿Qué hay detrás?

Detrás de estos feminicidios de mujeres activistas, hay un patrón de comportamiento muy concreto. Lo empezamos a documentar en 1994 cuando comenzaron los feminicidios en Ciudad Juárez. Muchas de las madres de mujeres desaparecidas se convirtieron en activistas y algunas hasta en policías en su desesperación de tratar de cambiar el sistema por dentro. Detienen a los agresores y los jueces los sueltan, entonces los agresores van a buscar venganza y siempre termina ganando la impunidad.

Hay casos excepcionales como el mío –llevo 16 años pagando a abogados–. Gracias al apoyo de la organización Artículo 19 pude encarcelar al exgobernador de Puebla Mario Marín y a los integrantes de la red de trata que me secuestraron, torturaron y trataron de matarme.

El Estado mexicano tiene una gran responsabilidad porque está permitiendo que la impunidad crezca. En la medida en que un juez decide liberar a un agresor, este siente que el poder del Estado lo respalda para poder ir a por su víctima para que no lo vuelva a denunciar. La gran venganza utilizando al Estado como instrumento de impunidad.

En 2021, la magistrada mexicana Selina Avante canceló la circular roja de Interpol contra Nacif, cabecilla de la red de trata que usted destapó. 

Fue algo sorprendente. Habíamos logrado detenerlo en Líbano, donde lo encontramos las activistas, no a Policía. Ya había conseguido en Líbano a un abogado para poder testificar y desde Madrid empecé a testificar en su contra. Fue muy frustrante que esta jueza lo dejara libre a cambio de dinero fuera de toda argumentación legal comprensible.

«En la medida en que un juez decide liberar a un agresor, este siente que el poder del Estado lo respalda para poder ir a por su víctima»

Mi preocupación ya no es que lo hayan liberado, sino que el presidente de la Suprema Corte de Justicia de México está vinculado en la protección de esta juez. Otra vez, las redes de trata de menores están recibiendo protección del Estado.

¿Cómo se rompe este círculo?

Hemos conseguido la sentencia más importante en la historia de América Latina sobre explotación sexual infantil, 112 años para el empresario Jean Succar Kuri, quien compraba y vendía a niños de menos de 13 años por 4.000 euros. Eran explotados en hoteles con gobernadores, senadores, policías y empresarios.

Lo logramos gracias a un juez que hizo bien su trabajo, a abogadas, fiscales… que también hicieron un trabajo increíble a pesar de las amenazas. Lo logramos poniendo el acento en lo que sí funciona, trabajando en conjunto y con valentía. No queda otra. Esto es una guerra contra las mujeres y la justicia.

«Hemos conseguido la sentencia más importante en la historia de América Latina sobre explotación sexual infantil, 112 años»

Tenemos que seguir insistiendo en la importancia de la dignidad humana y lograr que dentro de la política, del sistema judicial... haya cada vez más personas que sepan lo que hacen y respeten la dignidad humana.

Lleva décadas investigando las redes de trata, ¿qué motiva a una persona adulta a forzar a niñas y niños a tener sexo?

La sexualidad de mujeres, niñas y niños se ha convertido en un producto a la venta. La multimillonaria industria de la pornografía ha jugado un papel importante a la hora de meter en nuestra psique el discurso y narrativa de la pornografía, que pasa por una persona activa y otra pasiva. Quien controla, quien domina, quien se apodera, quien penetra, quien ataca siempre es una figura masculina. Y si es femenina, lo hace con objetos que utilizan toda la parafernalia de la sexualidad masculina.

Los tabúes han dejado de tener valor erótico. A esos hombres que buscaban a chicas prostituidas de 20 años, eso ya no les interesa y necesitan un tabú distinto para excitarse.

Muchos de estos hombres, sobre todo los que tienen más poder –hablo de los que he analizado en diferentes países; empresarios, policías, militares, políticos–, lo que quieren es tener sexo en absoluto control del otro ser humano. Y eso solo se puede hacer con menores que no tienen la posibilidad de decir ‘no quiero’. Me infiltré en prostíbulos, donde entrevisté a hombres que estaban con niños. Todos me decían que les gusta que sean obedientes.

¿Cómo fue entrevistar a niñas tan pequeñas?

Yo tenía un programa de televisión en el que hablábamos sobre el abuso infantil, la violencia contra las mujeres y por eso me buscó una de las jóvenes que escapó de la red de trata. Enseguida aparecieron otras niñas y madres, y empezamos a descubrir que había muchísimas más redes, no solo esa.

Lo primero que me preguntaban era ‘si te lo cuento, ¿vas a ayudar a que otras niñas no les suceda lo mismo?’. Desde la primera vez que dije ‘sí’, adquirí un compromiso de por vida.

Si escuchas adecuadamente a un niño o niña, sin inducir a las respuestas y esperas a que esté lista o listo para responderte, siempre te va a decir la verdad. Todas esas niñas y niños tuvieron acompañamiento y apoyo con expertos en abusos sexuales. No puedes entrevistar a una niña o un niño y dejarlo a su suerte. El Estado tiene que comprometerse con leyes y recursos que las hagan factibles.

¿Cómo ha evolucionado la sociedad desde la publicación de su investigación en 2005?

Hemos avanzado de una manera extraordinaria. Cuando en 2003 empecé a investigar para el libro “Los demonios del Edén”, la mayoría de los cuerpos policiales especializados en lo que comenzaba a ser ciberseguridad no creían que la pornografía infantil se fuera a convertir en un problema como el que ahora tenemos. Hemos logrado visibilizarlo.

Son los niños y niñas de entre 11 y 13 años los que más consumen pornografía. Pero es una pornografía impuesta en la vida y mente de los niños y niñas. Es un crimen impuesto en la vida y mente de los niños y niñas, que hemos logrado visibilizarlo. Nosotras hemos puesto sobre la mesa estas historias y demostrado su gravedad.

Hay tanta pornografía gratuita de personas adultas, que ahora lo que llama la atención es la pornografía con menores. Les corresponde a los gobiernos y a las instituciones judiciales proteger a la niñez. 

Pero, hay una guerra que los gobiernos no están enfrentando y es la guerra contra toda la industria pornográfica que sigue utilizando a los niños y niñas como carnada. No se atreven a tocarla y eso es una cobardía monumental.

Los menores pueden acceder con facilidad a páginas y materiales de contenido pornográfico en las redes. ¿Cómo lo ve?

Muchas personas que no saben bien cómo funcionan los algoritmos sienten que la gran responsabilidad debe recaer sobre madres y padres. Y eso es una gran mentira.

Es cierto que tenemos que aprender instrumentos para proteger a nuestros hijos e hijas, pero wifi hay en todas las partes. Los gobiernos tienen que controlar la manera en que opera internet.

Pero, como decía, es una industria multimillonaria en la que están involucradas grandes mafias con empresarios de todo tipo. Se van encadenando todos los intereses económicos multimillonarios, que nos rebasan a madres y padres.

Hay otro tema importante que me preocupa. Las niñas que he entrevistado en España me han expresado cierto enfado con respecto a los niños de su edad que ven pornografía. Esto está generando muchísima angustia entre los niños, que se sienten muy acusados y señalados.

No puedes atacar a niños de 12 o 13 años porque vean pornografía. Tenemos que trabajar con los niños para que se sientan parte de una sociedad transformadora y no se sientan los victimarios, porque no lo son.

Ellos son víctimas de una cultura machista y hay que acompañarlos para que no lo sean y enseñarles cómo moverse dentro de este mundo hipersexualizado. Se están llenando de miedo e inseguridades y eso les lleva a repetir ritos conocidos porque no les estamos acompañando a crear nuevos ritos de masculinidad y es el momento perfecto para hacerlo.

Acaba de regresar de Ucrania. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Esta es la quinta vez que viajo a Ucrania. Anteriormente, había viajado por toda la región y por las repúblicas socialistas que integraron la Unión Soviética, ahora países independientes con grandes resquicios de las mafias rusas. Esta vez fui porque se hizo un encuentro de escritoras y periodistas para hablar de literatura, periodismo y guerra, y porque estoy haciendo una investigación sobre la trata de personas en contextos de guerra. 

Los conflictos bélicos son el caldo de cultivo perfecto para la trata de mujeres, niños…

Totalmente. Los oligarcas rusos tienen vínculos directos muy potentes con las grandes mafias que se han enriquecido gracias a la trata de seres humanos, al tráfico de armas y, por su puesto, a las drogas, el negocio más estable. Ya en la Unión Soviética, la mafia ucraniana, la polaca y las de otros países estaban unidas con la rusa y, en la actualidad, siguen operando.

Los corredores los controlan ellos y ahora están colaborando de una manera aparentemente legal ayudando a las personas víctimas de la guerra a salir del país. Los únicos que están ganando son los tratantes y traficantes; ellas necesitan salir, necesitan un salvoconducto y no saben que en realidad se los están dando las mafias.

Las organizaciones humanitarias no dan abasto porque es monumental lo que está sucediendo.

Creo que tardaremos años en entender la gravedad de lo que está sucediendo y los crímenes de lesa humanidad que se están cometiendo. Quienes más están sufriendo, sin duda, son las mujeres, niños y niñas.