Pello Guerra

Una «impoluta» cadena de custodia para las piezas halladas en el yacimiento

Desde Aranzadi, destacan la «impoluta» cadena de custodia que han seguido con las piezas localizadas en el yacimiento de Irulegi y en la que han contado con la supervisión permanente de los técnicos del Gobierno de Nafarroa.

Javier Velaza, Carmen Usúa y Joaquín Gorrochategui, en pleno estudio de la mano de bronce localizada en Irulegi.
Javier Velaza, Carmen Usúa y Joaquín Gorrochategui, en pleno estudio de la mano de bronce localizada en Irulegi. (SOCIEDAD DE CIENCIAS ARANZADI)

Como «impoluta» califica Aranzadi la cadena de custodia que se ha seguido con las piezas localizadas en Irulegi y en la que ha contado con la supervisión de técnicos del Gobierno de Nafarroa.

Esa colaboración se ha hecho patente incluso en su forma de acometer las excavaciones. Como señala el director de los trabajos en el poblado vascón de Irulegi, Mattin Aiestaran, la restauradora del Ejecutivo navarro, Carmen Usúa, «nos aconsejó que hiciésemos sombra a las piezas que veíamos que nos llevarían un tiempo excavarlas, porque hay que ir con cuidado y no dejarlas en junio o julio directamente al sol, porque se pueden llegar a deteriorar».

Así que cuando empezó a asomar en la tierra la mano de bronce durante la campaña de excavaciones del año 2021, «pusimos a una persona a hacer sombra, mientras al mismo tiempo grababa el proceso», detalla Aiestaran. La excavación de la pieza se prolongó durante un día y medio, porque «no vamos directamente a por la pieza, sino que bajamos cinco centímetros a la vez en todo el vestíbulo. Hay que ir quitando todo alrededor».

Según se iba a retirando la tierra, se descubrió que lo que en origen parecía una lámina de bronce, terminó siendo una mano derecha con sus cinco dedos. En ese momento «no se descubrió la inscripción que aparece en el dorso, ya que se dejó la pieza con tierra para evitar que se secara y garantizar su preservación».

Secuencia de la cuidadosa excavación para extraer la pieza de la tierra realizada por la arquitecta y arqueóloga Leire Malkorra. (SOCIEDAD DE CIENCIAS ARANZADI)



El hallazgo fue comunicado a los técnicos arqueólogos del Gobierno de Nafarroa, que aventuraron la posibilidad de que se tratara de un adorno de un casco, aunque finalmente no se llegó a encontrar ningún otro resto que llegara a confirmar esa hipótesis.

La mano fue guardada en una bolsa y junto a las demás piezas localizadas en el yacimiento, fue trasladada al Almacén de Arqueología del Ejecutivo navarro, en Cordovilla. En ese lugar permaneció esperando su turno para ser restaurada, un trabajo que no se produjo hasta enero de este año.

Entonces fue cuando Carmen Usúa procedió a retirar la tierra que cubría la pieza y descubrió la inscripción, todavía sin llegar a descifrarla, hasta momentos más avanzados de la investigación.
Los siguientes pasos en su estudio han pasado por analizar la pátina de la mano en la Universidad Pública de Nafarroa, que confirmó que se trataba de un bronce antiguo.

Posteriormente, llegó el momento de que la analizaran dos expertos en lenguas antiguas, como son Javier Velaza y Joaquín Gorrochategui, quienes han expuesto que los vascones realizaron esa inscripción en su lengua utilizando una adaptación propia de un sistema de escritura importado, el ibérico.

La mano de bronce fue entregada a los técnicos del Gobierno de Nafarroa con una capa de tierra todavía cubriéndola para preservarla. Al ser retirada esa capa es cuando la restauradora Carmen Usúa descubrió la inscripción. (SOCIEDAD DE CIENCIAS ARANZADI)