Elkarrizketa
Hélène Devynck
Periodista

«¿El testimonio de cuántas mujeres hace falta contra la palabra de un hombre?»

La periodista francesa Hélène Devynck ha denunciado al famoso expresentador Patrick Poivre d’Arvor (PPDA) por violación. Decenas de mujeres le han acusado también por delitos sexuales. En su libro ‘Impunité’, reúne una veintena de testimonios, entre ellos el de la bajonavarra Nora Arbelbide Lete.

La periodista francesa Hélène Devynck.
La periodista francesa Hélène Devynck. (GUILLAUME FAUVEAU)

Tras presentar el libro en París, Hélène Devynck recorre el Estado francés celebrando encuentros en los lugares en los que viven algunas de las mujeres que han aportado su testimonio. Así ha llegado a Euskal Herria, de la mano de la experiodista de ‘Berria’ y actual trabajadora de la mediateca de Biarritz Nora Arbelbide.

Devynck acusa al expresentador Patrick Poivre d’Arvor, PPDA, de haberla violado en 1993. El caso ya ha prescrito, y PPDA le acusa de calumnias. «Es el problema de la prescripción, sabía que no iba a ser juzgado por haberme violado, pero no invalida mi testimonio. He puesto la denuncia para que sirva a las que su caso no ha prescrito. Algunas no lo denuncian, y lo entiendo; el peso que conlleva es muy grande».

Arbelbide Lete se encuentra en la misma situación, ya que acusa al expresentador de haberla acosado en 2003 en una convención en Martinica, después de que se dirigiese a él para darle a conocer el cierre de ‘Euskaldunon Egunkaria’.

El número de revelaciones sigue aumentando, pero no todas llegan a denunciarse ante la Policía. «El primer testimonio que he recogido es de 1981, y el último de hace poco. Me han llamado más mujeres; cuando acabé el libro éramos unas 60 y ahora somos más de 90», indica. Tanto ella como Arbelbide creen que tal cantidad de casos juega a su favor, y eso se percibe en las reacciones al libro. «He tenido mucho apoyo, la prensa francesa ha sido muy elogiosa, lo que no estaba claro cuando saltó el escándalo».

Fue Florence Porcel quien interpuso la primera denuncia contra PPDA en 2021, y entonces la prensa se puso a favor del expresentador. «Todos decían que era un gran seductor, un donjuán. Él se declaraba víctima del deseo de las mujeres. Cuando vi que decía eso en la televisión, indignada, llamé a la Policía y escribí una tribuna en ‘Le Monde’ para relatar lo que me hizo». Hablar tuvo sus consecuencias. «Como soy yo la que sale en los medios de comunicación recibo muchos insultos. Cuando ‘Le Monde’ publicó un artículo con algunas partes del libro, tuvieron que cerrar los comentarios».

«Se trata de una lucha de relatos. Al escribir el libro recupero el poder, y las víctimas no nos reducimos a una agresión, nos presentamos con dignidad. Así se consigue cambiar las cosas. Es una historia de poder: cuando un hombre tiene poder, siente que tiene el poder de violar. En Francia ningún hombre poderoso ha sido juzgado por un delito sexual». «¿Cuántas mujeres hacen falta contra la palabra de un hombre?», pregunta.

«Cuando un hombre tiene poder, siente que tiene el poder de violar. En Francia ningún hombre poderoso ha sido juzgado por delincuencia sexual»

Arbelbide subraya que «hay que deshacer todo el sistema, y entender cómo se ha establecido. Hay que entender lo que ocurre tras hablar, por qué hay mujeres que siguen teniendo miedo».

La escritora destaca que «no es un libro sobre él [PPDA], es sobre nosotras, sobre cómo estamos y lo que nos ocurrió. Nos dimos cuenta de que siempre hacía lo mismo, es un violador en serie».

Ambas enfatizan la ayuda que ha supuesto encontrarse y reunirse. «Cuento los efectos que tuvo en nosotras. Aunque sus actos eran siempre los mismos, somos mujeres diferentes y reaccionamos de diferentes maneras. Este libro muestra quiénes somos, y no nos reduce a la agresión. Existimos antes y después, y no somos solo víctimas».

Sobre el libro, Arbelbide apunta que «ha sido como un regalo, ha logrado poner palabras que yo tal vez no podría. He leído con atención nuestra historia y nuestro relato».

Las denuncias se enmarcan en el movimiento #MeToo. «Si no se hubiese producido, el escándalo PPDA no habría salido», remarca Devynck, quien considera que el problema es lo que viene después. «Es como si la sociedad no supiese qué hacer. Mientras no se juzgue a los culpables, se trata solo de palabras molestas. Es necesario que la Justicia tenga los medios para castigar a los culpables».