Iñaki Vigor

Un monolito recuerda a un contrabandista de Zugarramurdi muerto por la Guardia Civil en 1967

Un monolito recuerda desde hoy a Migel Mari Iturbide, un zugarramurdiarra de 16 años que murió por disparos de la Guardia Civil hace 55 años, cuando intentaba pasar unos terneros al otro lado de la muga. Al homenaje han acudido familiares y amigos, así como representantes del Ayuntamiento.

Familiares de Iturbide depositan unas flores ante el monolito que le recuerda.
Familiares de Iturbide depositan unas flores ante el monolito que le recuerda. (NAIZ)

El monolito de recuerdo a Migel Mari Iturbide, obra de Pello Iraizoz, ha sido inaugurado poco después de las doce del mediodía en el paraje de Laputseiko zokoan, justo en el lugar donde fue tiroteado en la noche del 7 al 8 de noviembre de 1967.
 
Este joven de 16 años acompañaba a otros dos vecinos de Zugarramurdi que conducían varios terneros por el monte para intentar pasarlos al otro lado de la muga, pero fueron sorprendidos por una patrulla de la Guardia Civil. Los agentes abrieron fuego y los disparos alcanzaron a Migel Mari Iturbide Elizalde, que murió en el acto.

Era un joven que vivía en el caserío Jangoneko Borda, y esa noche se había iniciado en el contrabando para ayudar a su familia en tiempos de grandes penurias económicas. Los otros dos jóvenes que le acompañaban eran los hermanos Jesús y Juan Pedro, de Iruinborda, quienes consiguieron huir.

El pueblo de Zugarramurdi quedó consternado al conocer la muerte de Migel Mari Iturbide, un joven tímido muy conocido y apreciado por los vecinos. Jesús y Juan Pedro, testigos de los hechos, narraron que había sido tiroteado por la espalda por el cabo Eutiquio Chamorro Chamorro, hospedado entonces en la casa Barrentxea de Zugarramurdi.

Esa misma madrugada, un vecino del pueblo vio a Eutiquio Chamorro entrar a la casa y volver al paraje donde fue tiroteado Migel Mari Iturbide. Ese acto le llevó a interpretar que «seguramente fue a por una pistola para depositarla junto al cadáver».
 
La versión oficial fue que el joven contrabandista había disparado primero y que los guardias civiles se defendieron. También hicieron correr el bulo de que se trataba de un miembro de ETA que quiso atacar a los agentes y que estos repelieron la agresión. En aquella época, año 1967, la organización armada vasca todavía no había realizado ninguna acción mortal.

La noticia causó un gran impacto en toda la comarca de Xareta, y en Zugarramurdi nadie creyó la versión oficial. Algunos vecinos, junto al párroco José Otamendi, realizaron gestiones para intentar aclarar los hechos y hacer justicia, pero el caso se archivó tras llegar a la sede de la Capitanía General de Burgos.

Durante varias décadas apenas se volvió a hablar de aquel suceso, hasta que el escritor Xabier Susperregi investigó los hechos y publicó el libro ‘Miguel María Iturbide. Crimen sin castigo’, editado en 2021. Fue presentado en el Museo de las Brujas de Zugarramurdi y sirvió no solo para conocer la verdad, sino también para homenajear al joven zugarramurdiarra, ya que el libro incluye poemas y reproducciones de obras de arte llegadas desde diversos lugares del mundo.

Aquel mismo día, familiares y amigos también le recordaron en el cementerio del pueblo y anunciaron la realización de un monolito en su recuerdo, que posteriormente encargaron al escultor Pello Iraizoz.

Después de 55 años, la versión oficial de los hechos sigue siendo la del guardia civil que mató a este joven contrabandista de 16 años.