«Lo importante no es que te despidan con un ramo de flores, sino el proceso»
Recuperada de dos roturas de ligamento, hace un año que Mery Ortiz de Pinedo (Gasteiz, 1994) debutó en Primera con la camiseta del Alavés. Siete meses después colgaba las botas y aunque posiblemente el final no fuera el soñado, no afecta al balance de su carrera.

El cinco de diciembre de 2021 la cuarta árbitra levantaba el cartelón para anunciar un cambio, entraba la 15 y salía la 9. Media línea en una ficha, un gesto que se repite a diario en cualquier campo de fútbol pero que Ibaia celebró con una gran emoción. 693 días después, Mery Ortiz de Pinedo ponía el punto final a su calvario y, tras superar dos roturas de ligamento, saltaba al césped para volver a jugar. Era su debut en Primera.
Un año después ya no es futbolista, sino profesora de Educación Física en un instituto de Gasteiz. Y además colabora con Radio Vitoria, donde comenta los partidos de los equipos femenino y masculino de «su» Alavés. Es feliz aunque echa de menos la que fue su ocupación principal durante tres lustros «cuando veo jugar a las delanteras. También los momentos de vestuario pero como tengo muchas amistades dentro, todavía me siento como si fuera parte del equipo y lo noto menos. Lo que echo en falta es tomar decisiones dentro del campo, jugar, competir». A cambio, ha redescubierto «qué es levantarte por la mañana sin que te duela nada porque cuando eres deportista, llega un momento en el que no sabes qué es vivir sin dolor».
Profesora de Educación Física y comentarista en Radio Vitoria, echa en falta «tomar decisiones en el campo, competir». A cambio redescubre «qué es levantarte por las mañanas sin que te duela nada»
Si alguien entiende de dolor, del físico y del que intenta robarte la ilusión, es la excapitana albiazul, que enlazó dos roturas de cruzado y una de menisco. La última, en el último amistoso previo al inicio de la histórica campaña del ascenso del Alavés a Primera, que tuvo que seguir desde el gimnasio y la grada. Una tortura que acabó hace un año aunque ese momento en el que saltó al campo para sustituir a Sanadri «lo he valorado más con el paso del tiempo. En el momento era “qué bien, vuelvo a jugar” pero sabía que era un poco engaño. Está muy bien para que te aplauda todo el mundo y en parte sí es un día superfeliz pero yo sabía que a partir de ese momento no iba a ser todo superbonito, sabía que llegas de una lesión muy larga, que tienes muchas jugadoras en forma en tu puesto y que vas a tener opciones contadas. No vas a decir ese día “qué mierda, si todavía me queda un montón” pero mi sensación era esa porque sabía que con eso conseguía, entre comillas, bastante poco». Con el tiempo «lo valoro más porque veo la gente que después de una lesión así lo deja o no puede volver. Y yo sí lo hice y pude estar toda la temporada, no jugar ese día concreto, sino pasar toda la temporada sin problemas y ejerciendo».
Esfuerzo sin recompensa
El problema es que ejerció en los entrenamientos pero menos en los partidos –apenas 63 minutos en seis encuentros–. No lo pasó bien y a final de temporada decidió pasar de página.

«Sé que mucha gente no lo entendió –asume–, con lo que me había costado volver y lo dejaba. Pero igual que durante las lesiones sabía que quería volver, durante la temporada fui viendo que había llegado el momento». «Sabía que mi rol en el equipo estaba condicionado por lo que había pasado. Pero también quería competir como una más por hacerme sitio. Creía que todo lo que le había dado al club durante tantos años, el esfuerzo que había hecho por recuperarme, la apuesta que había hecho el club también por renovarme estando lesionada... Todo eso se merecía la oportunidad de comprobar si yo valía o no en el alto nivel. Y eso no se mide en cinco minutos en un partido».
La exdelantera lo entiende, «estábamos en una situación complicada y había jugadoras más rodadas» y tampoco habla de culpables «porque no los hay, son las circunstancias del fútbol y vinieron así». Pero la situación le hizo sentir que «ya no tenía nada qué hacer. No me parecía justo que todo el esfuerzo que estaba haciendo no tuviera recompensa y decidí dejarlo».
«Igual que durante las lesiones sabía que quería volver, durante la última temporada fui viendo que había llegado el momento de marcharme»
No parece el final soñado pero Mery le resta impotancia frente a «un balance superpositivo. Ni las lesiones ni el final los veo como una mancha. Evidentemente, lo pasé mal, fue duro, pero no me parece triste ni las lesiones, con las que aprendí muchas cosas, ni el final. Podemos soñar con un final maravilloso pero lo importante no es que te despidan con un ramo de flores, sino disfrutar del proceso, lo que yo he sentido durante todos estos años. Y yo me siento orgullosa y satisfecha de todo el camino. Y además me fui bien, eh, guardo muy buena relación con todo el mundo en el club, y me sigo sintiendo parte de él. ¡Todavía hablo de «nosotras»! Y la verdad, no creo que eso vaya a cambiar nunca».

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