Maite Ubiria

La mayoría macronista vota en contra de universalizar el menú universitario a 1 euro

Las colas de jóvenes ante los comedores sociales encontraron antídoto comunicativo en el menú a 1 euro que aprobó el Gobierno francés para apoyar a los estudiantes becados durante la pandemia. Pero, por un solo voto, la Asamblea Nacional ha rechazado hoy ampliar la medida a todos los universitarios.

Reparto de paquetes de comida en las inmediaciones de una residencia de estudiantes, en Baiona.
Reparto de paquetes de comida en las inmediaciones de una residencia de estudiantes, en Baiona. (Patxi BELTZAIZ)

Disponible también en los comedores universitarios de Baiona, Angelu y Bidarte, el menú a 1 euro se ha convertido en una preciada ayuda para estudiantes en situación de precariedad o que realizan sus estudios superiores con ayuda de una beca.

Hoy la Asamblea Nacional francesa ha debatido una iniciativa de la diputada socialista Fatiha Keloua-Hachi que tenía por objetivo extender el menú a 1 euro al conjunto de los estudiantes universitarios, en un contexto de escalada de los precios de productos básicos.

Fatiha Keloua-Hachi ha recordado en su exposición de motivos que en 2020 «un 43% de los estudiantes renunciaron a una comida al día evocando motivos económicos».

Sin embargo, el macronismo y los centristas se han conjurado contra su propuesta, que ha sido rechazada por la mínima: un solo voto.

184 diputados han votado en contra mientras que 183 han apoyado la propuesta, que finalmente no verá la luz, aunque la diputada haya aclarado en redes sociales tras la fallida votación que «seguiremos peleando para mejorar la vida de los jóvenes».

¿Quienes son los diputados que se han opuesto a esa medida? La mayoría de los electos adcritos a los grupos de Renaissance (121 de 170) y de MoDem (36 de 51), y siete de Les Républicains.

Según el listado de la votación que figura en la web de la Asamblea Nacional, la diputada angeluarra, Florence Lasserre, adscrita a la formación centrista, aliada habitual del macronismo, ha votado contra la propuesta de que la comida cueste un 1 euro a los universitarios. El otro diputado vasco, el kanboarra Vincent Bru, también centrista, no ha participado en la votación. Ha publicado un oportuno mensaje en la red social Twitter en el que da cuenta de su presencia en el acto de presentación de su informe por la Cruz Roja, en Donibane Lohizune, en el que destaca la labor de los voluntarios del organismo al lado de los más necesitados.

Un 20% más de usuarios en los comedores vascos

En declaraciones al semanario 'Mediabask', la directora de la antena local de la agencia regional que tramita becas, comedores y otros servicios para estudiantes saludaba días atrás que «este año haya seguido en vigor la medida del menú a 1 euro».

Ese menú, que consta de entrante, plato principal y postre, se cobra a 1 euro a alumnos con beca mientras que el resto paga 3,30 euros.

Solo este curso ha aumentado en un 20% el número de usuarios en los cuatro comedores labortanos.

«Estamos al límite de nuestra capacidad, pero por ahora aguantamos», reconocía Hiriart-Otegui.

Los restaurantes dependientes del Crous sirven cada mediodía a 600 estudiantes en Baiona, a 800 en Angelu y a 300 en Bidart (campus de Estia).

Trabajo de estudiante y rendimiento académico

La pandemia dio al traste con la economía complementaria de muchos estudiantes.

El cierre de comercio y hostelería les privó de la posibilidad de trabajar en sus horas libres o los fines de semana, lo que agravó la situacion de muchos de ellos.

Según las estadísticas del Insee, un 20% de los universitarios del Hexágono pasó a engrosar las estadísticas de pobreza.

Un 40% de los alumnos matriculados en ciclos superiores trabajan para pagar sus estudios en el Estado francés

 

Según el Observatorio de la Vida del Estudiante, un 40% de los alumnos matriculados en ciclos de formación superior trabajan para poder pagar sus estudios en el Estado francés.

Aunque la salida de la pandemia ha permitido recuperar esos empleos, la escalada de los precios -sin olvidar el alto costo del alquiler ligado a la escasez de alojamientos para estudiantes, lacerante en el caso de Ipar Euskal Herria- ha vuelto a desequilibrar la precaria economía de muchos universitarios.

Estudiante en segundo de Derecho en Baiona, Nina Cicero, 19 años, trabaja los fines de semana en un supermercado.

«Trabajo cinco horas el sábado y cuatro el domingo, gano unos 470 euros al mes y eso es una importante ayuda financiera», se confía al periodista Tidjan Peron, autor del informe sobre la precariedad estudiantil publicado por el semanario de Ipar Euskal Herria.

Sin embargo, una misión del Senado francés ha puesto de manifiesto que compatibilizar estudio y trabajo incide, en ocasiones negativamente, en el rendimiento académico.

Esa desventaja respecto a alumnos con recursos suficientes se hace más palpable «a partir de 18 horas de trabajo semanal», señala el informe.

De ahí que varios sindicatos estudiantiles solicitaran la creación de una «percepción universal de autonomía» para apoyar de manera más estable a los jóvenes. Y es que solamente en 2022 el costo de la vida de los estudiantes aumentó en un 6,5%.

«Los fines de mes difíciles» del estudiante Macron

Sin embargo, tras amagar con la adopción de esa renta, el Gobierno de Emmanuel Macron ha dado marcha atrás. Para las hemerotecas quedan las palabras a este respecto del presidente francés.

El mandatario liberal aseguró que en su época de estudiante vivía «con 1000 euros al mes» por lo que, según aseguró, conocía por experiencia propia «las dificultades para llegar a fin de mes».

Macron aseguró que en su vida de estudiante vivía «con 1.000 euros al mes», unas palabras que se vuelven en su contra ahora

Hoy, su mayoría parlamentaria ha tumbado la propuesta de implantar un menú escolar a 1 euro.

Un voto que tendrá implicaciones humanas. Quien tenga dudas puede preguntarle a Ervi Maerten, de 20 de edad, natural de Burdeos y residente en una residencia del Crous de Baiona.

Antes de apuntarse al servicio ambulante de Cruz Roja, que reparte unos 300 kilos de productos básicos cada semana, Maerten gastaba 150 euros al mes en comida.

Gracias a esa canasta básica que ofrece dicho organismo «ya casi no necesito hacer compra, a lo sumo compro algo de carne y productos de higiene, porque no entran en la cesta».

Asegura que gracias a ese apoyo «ahora puedo llegar a fin de mes con algo más de holgura». Sus palabras suenan más creíbles que los «apuros económicos» de Macron en su epoca de estudiante.