Elkarrizketa
Álvaro Rey Cepeda
Sobrino nieto del ciclista Francisco Cepeda

«Solo queremos un justo reconocimiento para un hombre que dio su vida por el Tour»

Álvaro Rey Cepeda se ha encargado durante los últimos años de mantener viva la memoria de su tío abuelo, Francisco Cepeda, fallecido durante el Tour de 1935. El malogrado ciclista de Sopuerta fue la primera víctima mortal de la reconocida ronda gala.

Álvaro Rey Cepeda, sobrino de Francisco Cepeda, primer fallecido en el Tour.
Álvaro Rey Cepeda, sobrino de Francisco Cepeda, primer fallecido en el Tour. (Oskar Matxin Edesa | FOKU)

Fancisco Cepeda Nistal (Sopuerta, 1906 – Rioupéroux, 1935) fue uno de los grandes ciclistas vascos de los años 20 y 30 del siglo pasado. Su carrera se truncó en el Tour de 1935, cuando durante una etapa alpina perdió la vida en un terrible accidente, convirtiéndose en la primera víctima mortal de la reconocida vuelta. Después de casi 88 años, Cepeda, que cuenta con un monumento en su pueblo natal, nunca ha recibido ningún tipo de reconocimiento por parte de la organización del Tour. Su sobrino nieto, Álvaro Rey Cepeda, es quien mejor conoce su historia.

¿En qué momento se empezó a interesar por la historia de su tío?

En casa tenemos un álbum de fotos que solíamos ver cuando éramos niños. Nuestros abuelos nos hablaban del tío Paco, el ciclista. Cuando fui conociendo más datos, y sobre todo con la llegada de Internet, me interesé mucho por su historia. Además de ser el primero en perder la vida en el Tour, en 1930 se convirtió en el primer vasco de Hegoalde que acabó la carrera. Es algo muy meritorio para un chaval de un pueblo remoto de Bizkaia. Sin llegar a ser el mejor, siempre estaba en la pomada y era muy conocido. Ganó dos veces el campeonato de Bizkaia, así como otras pruebas de fin de semana, y consiguió buenas clasificaciones en el Tour, la Vuelta al País Vasco y la primera edición de la Vuelta a España. A nivel del País Vasco, fue un pionero del deporte, quizás solo detrás de Vicente Blanco ‘el Cojo’. No hay muchos más.

Durante la primera mitad de la década de los años 30, Cepeda fue uno de los corredores fijos en el Tour.

La primera vez que compitió fue en 1930, que es cuando se instaura correr por países y lo llaman para formar parte del equipo español junto a otros ciclistas destacados de la época, como Cardona, los hermanos Trueba… En la propia etapa del Galibier, él y Vicente Trueba lo ascienden bastante destacados y barriendo, aunque la bajada fue otra cosa, porque eran buenos escaladores pero los descensos se les atragantaban. Consiguió acabar en el puesto 27, que no está nada mal.

Al año siguiente, parece ser que a la hora de negociar el tema del dinero hubo alguna discrepancia entre la organización y los ciclistas del equipo español, y Cepeda fue solo. A la llegada a París, se celebraba una comida con los equipos. Cepeda se sentó en la mesa del equipo español, solo, claro. Pero nadie le servía, porque los camareros esperaban a que llegara el resto de componentes del equipo. Hasta que él, que no hablaba ni una palabra de francés, les dice como puede: «¡Oye, que estoy solo!». Luego, está la anécdota del maillot. Estamos en julio de 1931, y la República se proclama en abril, pero le dan un maillot rojo y amarillo. Él les informa que las cosas han cambiado, pero nadie tenía ni idea. No fue hasta llegar a Baiona que no le proporcionaron un maillot tricolor.

La prensa de la época destacaba de Cepeda que, a diferencia de los demás corredores, él no competía por dinero.

En algún sitio se menciona que va al Tour como hijo de un industrial, que corría por placer, y eso no es verdad. Supongo que para ponerse a correr e ir a Francia no debía ser una familia que pasara muchas necesidades, pero nunca nadaron en la abundancia. Tenían una tienda de ultramarinos donde vendían de todo. En el caso de mi tío, trabajaba en la huerta, ayudaba en la tienda, hacía de taxista con el coche que usaba para los entrenamientos y era juez de paz en el pueblo. Pero al final corría por dinero, porque en aquella época no eran profesionales y buscaban los premios y las recompensas. También creo que se dedicaba a hacer su vida y que no era muy asambleario. Por eso cuando en el 35 Cañardo, Trueba y Ezquerra abandonan, él decide seguir.

Aprovechando que en 2023 el Tour saldrá de Bizkaia, una iniciativa pedía un reconocimiento para Francisco Cepeda. ¿Cómo surgió la propuesta?

Todo parte de Alen Elkartea, un grupo cultural de Sopuerta. Cuando se enteraron de que el Tour salía de Bilbo vieron que era una buena oportunidad para que pasara por Encartaciones, y concretamente por Sopuerta, pensando en homenajear la figura de Cepeda pero también la de otros ciclistas encartados, como Federico Ezquerra. Entonces se pusieron en contacto conmigo, como uno de los familiares más directos de Cepeda, para preguntar qué nos parecía a la familia. Evidentemente, les dije que me parecía fantástico, que para nosotros sería un reconocimiento insuperable.

Finalmente, la primera etapa vizcaina se olvida de pasar por Enkarterriak. ¿Os han comunicado si va a haber algún otro tipo de homenaje?

Sabíamos que el Tour es algo que se organiza con mucho tiempo de antelación y está movidos por muchos intereses. Son temas muy técnicos, existen unos tiempos. Pero hasta el momento tampoco ha habido ningún pronunciamiento, al igual que en estos 87 años.

Tom Simpson y Fabio Casartelli, también fallecidos durante la carrera, cuentan con sus respectivos monumentos en el lugar donde perdieron la vida, en los que también se les rinde homenaje. ¿Por qué no ha sido así en el caso de Cepeda?

Históricamente ha existido el miedo en la organización del Tour de reabrir el caso y que se conocieran las auténticas razones del accidente. Lo que ocurre es que a día de hoy, casi 100 años después, nadie está por la labor de echar culpas a nadie, no tendría sentido sentirse culpable. La familia y cualquier aficionado al ciclismo lo único que quieren es que haya un justo reconocimiento a un hombre que dio su vida por una prueba deportiva. A estas alturas es el único del que nadie se acuerda.

Un reventón, un atropello… Las causas del accidente de Cepeda nunca se aclararon oficialmente. ¿Qué le ocurrió realmente?

Cepeda fue víctima de un avance tecnológico, fue un conejillo de indias. En aquella misma etapa, varios corredores tuvieron accidentes, pero ninguno con tan mala suerte. Hace unos años me desplacé a Francia para investigar un poco, después de saber que existía un dossier policial sobre el caso en los Archivos Departamentales de Grenoble. Era un documento extraordinario, con todas las pesquisas policiales. Al tratarse de un accidente en una zona con público, se recogieron las declaraciones de algunos testigos. Había quien decía que había sido arrollado por un vehículo, pero la mayoría apuntaban que se le había salido el tubular.

Parece claro que fue debido a las nuevas llantas de duraluminio, que sustituían a las utilizadas hasta entonces, de madera. Ese tipo de llantas se calentaban mucho y degradaban el adhesivo que las unía a la rueda, provocando que saltara el tubular. Después del accidente y el resto de caídas, repusieron las llantas de madera. La Policía estuvo investigando bastantes meses, hasta principios de 1936, y la conclusión fue que no había ninguna evidencia de homicidio o mala intención.

¿Y pudieron visitar el lugar del accidente?

Gracias al croquis de la Gendarmería pudimos saber el punto exacto dónde tuvo lugar la caída. En aquel momento yo todavía no lo tenía claro, porque había diferentes versiones. Era la etapa del Galibier, pero ya había dejado la cima muy atrás y estaba en un terreno llano dirección a Grenoble. En el documento se mencionaba la «curva de los Castaños». Preguntamos a unos vecinos y nos llevaron, estaba a solo dos kilómetros de su casa. Efectivamente ese era el lugar, coincidía exactamente con el croquis de la Policía. Fue una visita muy interesante, fue bonito poder descubrir dónde ocurrió todo.

Con este panorama, ¿ve posible un reconocimiento futuro a Cepeda por parte del Tour?

La clave está en los franceses. La carrera es de ellos, y todo lo que se haga o se deje de hacer tiene que estar auspiciado por el Tour. Lo ideal sería que vieran que éste es un tema importante y pidieran a alguien que se ponga en exclusiva a ello. Esa persona ya se encargaría de contactar con el Ayuntamiento, la Diputación o éste que tiene los datos, para entre todos reconocer la trayectoria del ciclista.