El vecindario de Deustuibarra, de segunda categoría en el Plan Zorrotzaurre

El Plan Zorrotzaurre puso hace ya años a lo que era la antigua ribera de Deustu (convertida ya en isla) en el radar de las instituciones y las empresas. Sin embargo, los vecinos que desde hace décadas viven ahí denuncian las consecuencias de las obras y la actitud del Ayuntamiento de Bilbo.

Entrada al barrio bilbaino de Deustuibarra.
Entrada al barrio bilbaino de Deustuibarra. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Tras décadas de abandono institucional, el Ayuntamiento de Bilbo aprobó en 2012 el Plan Especial de regeneración urbana para la zona de Deustuibarra y Zorrotzaurre (sur y norte de la actual isla). Sobre esta zona, junto a la de la Estación de Abando, pretende cimentar la nueva regeneración de la ciudad, y el proyecto ya ha echado a andar con la conversión de la ribera en una isla y la construcción de las primeras viviendas y universidades. Sin embargo, el vecindario de Deustuibarra (unos 500 habitantes) denuncia que el Consistorio no cuenta con ellos y que son poco menos que un estorbo para sus planes.

La falta de servicios y equipamientos públicos, la deficiente conectividad con el resto de Bilbo, las molestias que generan las discotecas, la inseguridad, las constantes inundaciones cada vez que llueve con fuerza… son algunas de las cuestiones que los vecinos llevan denunciando durante décadas y a los que, a día de hoy, no se ha dado una solución. Además, en los últimos años las obras del Plan Zorrotzaurre han generado aún más problemas. Iraide Artetxe y Sandra Garcia, de la asociación vecinal Erribera Bizirik, han contado a NAIZ la situación.

Sandra Garcia e Iraide Artetxe, de la asociación vecinal Erribera Bizirik. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Las obras en la isla artificial avanzan sin descanso, y con ello el ir y venir de camiones, el ruido de maquinaria y los derrumbes de viejos pabellones y casas. En ese contexto, las vecinas y vecinos muestran su preocupación porque en muchas de las casas se han abierto grietas causadas por esta situación. «Debido a que las viviendas son de estructura de madera y sus cimentaciones superficiales, asentadas sobre suelos limosos blandos, tiemblan y se mueven con cada uno de los golpes de maquinaria, caída de pabellones o paso de enormes y numerosos camiones de gran tonelaje a toda velocidad», relatan Artetxe y Garcia.

«El Ayuntamiento y las empresas se pasan la pelota de un tejado a otro, y nosotras nos quedamos con las grietas en las casas»

Aseguran que han trasmitido en «multitud de ocasiones» estos problemas al Ayuntamiento, a la Comisión Gestora del Plan Zorrotzaurre y a las empresas de construcción, «tanto de manera individual por las personas afectadas como a través de la Asociación Vecinal». Pero denuncian que «no ha habido ningún tipo de solución al respecto». «En algunos casos sí que han ido técnicos a sacar fotos a las grietas, pero no ha habido un informe completo. Todavía no hay encima de la mesa ninguna solución, y en algunos casos el Ayuntamiento y las empresas se pasan la pelota de un tejado a otro, y nosotras nos quedamos con las grietas en las casas», lamenta Artetxe.

Desde Erribera Bizizik, para hacer frente a esta situación han realizado una recogida de firmas y han exigido que se cumpla la promesa de que los grandes camiones de las obras con todo tipo de cargas dejen de pasar por la única y estrecha carretera de la que dispone el barrio. También que «Ayuntamiento o constructoras asuman y se reparen los desperfectos que se generan en las viviendas sin poner excusas». Asimismo, solicitan que no se realicen junto a las viviendas trabajos altamente dañinos para las mismas.

Zonas de inseguridad

Pero estos nos son los únicos problemas que han generado las obras en los últimos años. Tal y como indican Artetxe y Garcia, la única entrada al barrio se ha convertido en un «punto negro» que ya ha dejado sucesos violentos. «Desde que se cruza el puente Frank Gehry hasta que te encuentras con la primera vivienda hay que dar un rodeo que hace que se tarde mucho más. Se trata de una zona donde la iluminación es baja y donde las vallas de las obras te impiden ver lo que hay a tu alrededor. Además, en ese tramo no hay ninguna casa ni ningún comercio. Así que, si te pasa algo y gritas pidiendo ayuda, es casi imposible que alguien te escuche», explica Artetxe.

No se trata de alarmismo sin razón. Hace unos años un vecino de 55 años fue víctima de una agresión por parte de varios individuos que le golpearon con un palo en la cabeza y luego le patearon con el objetivo de robarle un móvil y la cartera. A principios de este año, una joven denunció que había sido acosada verbalmente durante casi diez minutos cuando iba a entrar al barrio.

La asociación vecinal se queja de la respuesta que da el Consistorio a este problema: «Cuando hemos ido al Ayuntamiento de Bilbo, nos derivan a una aplicación que tiene la Policía Municipal o a poner cámaras. Nosotras no queremos ver cómo está grabado, queremos que esta situación no se dé». Por ello, entre otras cosas, piden que se acorte ese tramo, que se ilumine adecuadamente y que se quiten las vallas que generan falta de visibilidad.

Conectividad escasa con el resto de Bilbo

La conectividad con el resto de Bilbo es otro de los grandes problemas de Deustuibarra. A día de hoy, la isla solo tiene una entrada: el puente Frank Gehry, que conecta con Deustu y por donde pueden desplazarse peatones, bicicletas, coches y autobuses. El puente que conecta con San Inazio lleva años construido, pero no se ha inaugurado y no parece que el Ayuntamiento vaya a hacerlo hasta que se urbanice la zona de Zorrotzaurre.

Mapa de Bilbo, y marcado en rojo el único puente de entrada a Deustiubarra y Zorrotzaurre. (GOOGLE MAPS)

Con ello, el único transporte público que llega al barrio es Bilbobus, pero solo una línea, la A4. Esta pasa cada 30 minutos (de 06:00 a 22:30 los días laborales) y solo conecta con Deustu. Por ello, para ir a cualquier otro barrio de Bilbo los vecinos de Deustuibarra tienen que coger al menos dos transportes públicos. Además, se trata de un autobús pequeño que hasta ahora cubría la demanda vecinal, pero las universidades nuevas que han abierto en Zorrotzaurre han causado que la demanda sea mucho mayor.

Línea A4 de Bilbobus, la única que llega a Deustuibarra y Zorrotzaurre. (BILBOBUS)

En este aspecto, bajo el Plan Zorrotzaurre, el Ayuntamiento ha prometido la llegada del tranvía que, atravesando la ría por un nuevo puente desde Olabeaga (también para peatones y ciclistas), recorrería toda la isla de punta a punta y tendría cuatro paradas. Este proyecto también ha generado bastante controversia entre los vecinos de Olabeaga. Aun así, si pretenden convertir Zorrotzaurre en una isla donde vivan 15.000 personas y haya un parque empresarial y diferentes universidades, el transporte público proyectado parece escaso.

Falta de servicios y equipamientos

La falta de servicios y equipamientos públicos es evidente. No hay supermercados, farmacias, ambulatorios, sucursales bancarias, polideportivos, escuelas, centro cívico municipal… Se puede decir que la desindustrialización dejó a Deustuibarra con alrededor de 200 viviendas, media decena de bares y pabellones industriales sin uso y abandonados a su suerte. De hecho, fueron los propios vecinos los que de forma autogestionada recuperaron el pabellón abandonado de Vicinay Cadenas y lo convirtieron en un espacio social intergeneracional: Bizinahi.

La asociación vecinal lleva décadas pidiendo más atención al Ayuntamiento de Bilbo, pero claro está que las peticiones no han causado efecto a lo largo de los años. El Plan Zorrotzaurre lo cambia todo. La isla se ha convertido ahora en el centro de atención del Consistorio y de diferentes empresas, en especial constructoras e inmobiliarias. Pero no para atender las necesidades de los vecinos y vecinas que ya viven ahí, sino para hacer negocio con las oportunidades económicas que el plan ofrece.

«Nos dan pequeñas píldoras, como alguna farola, algún baño público, alguna maceta… pero en los proyectos importantes nuestra palabra no tiene valor»

«Proyectan los equipamientos de nuestro barrio sin consultarnos, ellos tienen su plan y van adelante con ello sin hacer caso a propuestas vecinales. Cuando se planteó la implantación de una equipación deportiva, nosotras pedimos un frontón, porque además de poder usarlo como zona deportiva, también podemos usarlo como un lugar donde se junte el barrio para hacer otro tipo de actividades. Pero nos dijeron que no, y apostaron por unas canchas de baloncesto», señalan Garcia y Artetxe.

«Tenemos una serie de problemas que intentamos negociar con el Ayuntamiento, pero nunca nos hacen caso. Nos dan pequeñas píldoras, como alguna farola, algún baño público, alguna maceta… pero en los proyectos importantes nuestra opinión no tiene valor para ellos. Eso nos ocurre en el barrio desde siempre. Podemos coger un acta de la asociación vecinal de hace años y los problemas siguen siendo los mismos. Es darte contra una pared», concluyen.