Maite Ubiria

7.300 personas aguantan el chaparrón contra las pensiones en Baiona

Bajo una lluvia incesante miles de personas se han manifestado en Baiona manteniendo a flote una protesta contra la reforma de pensiones que entra en una semana clave para su tramitación. De ahí que la intersindical haya apelado a los electos vascos a no votarla en París.

La fuerte lluvia ha perjudicado las cifras de participación en la movilización de este sábado en Baiona. (Guillaume FAUVEAU)
La fuerte lluvia ha perjudicado las cifras de participación en la movilización de este sábado en Baiona. (Guillaume FAUVEAU) (Naiz)

Pasadas las 10.30 de la mañana la pancarta que denuncia desde hace ya dos meses la retirada de una «reforma injusta» ha partido de Santa Ursula entre llamamientos desde la megafonía a los manifestantes que aguardaban en el puente de Saint-Esprit para que engrosaran un «ejército» visiblemente menguado por la adversa climatología.

Traa recorrer las calles del centro de Baiona, la marcha ha llegado una hora más tarde a la rotonda de Saint-Leon, donde la intersindical ha felicitado a los participantes por mantener, contra viento y marea, una movilización que «no cesará hasta que el Gobierno renuncie a a reforma».

Los sindicatos han contabilizado este sábado 7.300 personas (3.000, según la Policía) que, bajo los paraguas, han protagonizado una séptima jornada de movilización en condiciones difíciles.

Poco ha tenido que ver la imagen de este 11 de marzo lluvioso con la jornada del 11 de febrero que acogió la primera movilización en fin de semana que transcurrió en un día de sol y marcó la cifra más alta de participación hasta la fecha: 25.000 personas, según los sindicatos.

La marcha de hoy ha dejado un balance de resistencia, tras el buen sabor de boca del martes 7 de marzo, en el que, de acuerdo al cómputo ofrecido por la intersindical, 23.000 personas desfilaron, bajo el cielo plomizo pero sin calarse hasta los huesos, por la capital labortana para mostrar su rechazo al proyecto gubernamental de retrasar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años de aquí a 2030.

El tiempo no ha acompañado pero los organizadores de la protesta han apelado a no amedrentarse por los oscuros nubarrores que pesan sobre el trámite de la reforma.

La reforma podría ser votada esta misma noche por el Senado

El Gobierno no dudó ayer, viernes, en pulsar el enésimo botón rojo, y acogiéndose al artículo 44.3 de la Constitución optó por suprimir el debate de enmiendas para forzar una votación en bloque del proyecto en el Senado.

No se descarta que, al ritmo que van los debates -a media tarde se habían votado ya 15 de los 20 puntos de la ley- el Senado complete la aprobación esta noche, antes de agotar el periodo de debate, que concluye oficialmente el domingo a la medianoche.

A partir de ahí será una comisión mixta, integrada por parlamentarios y senadores, la que decida a mediados de la semana próxima si hay fumata blanca para llevar un texto con opciones de ser aprobado por cada cámara.

Llamamiento a electos locales a no apoyar el texto

En las últimas horas se han acrecentado los llamamientos al orden dentro de Renaissance (partido de Emmanuel Macron) para evitar fugas de votos.

Tampoco en Les Républicains (LR) las aguas bajan calmadas.

Así las cosas, aunque el clima colaborativo entre derecha y macronismo debería dar para una mayoría holgada, nadie se atreve a hacer vaticinios a la vista de la crisis política suscitada por los mecanismos expeditivos arbitrados por el Gobierno para sacar adelante su proyecto.

De ahí que desde la intersindical hoy se haya pasado un mensaje en doble dirección. Desde la rotonda de Saint-Léon, en Baiona, se ha animado a los trabajadores a secundar una nueva jornada de protesta el próximo miércoles, 15 de marzo, y a implicarse antes y después de esa fecha en un movimiento que, entre paros y bloqueos, «va a subir de tono».

Por otra parte, la alianza sindical ha anunciado que se ha dirigido ya a los parlamentarios y senadores vascos -y bearneses- en París para emplazarles a que no voten una reforma que, dos meses después de hacerse pública, sigue recabando, según las encuestas, el rechazo de siete de cada diez ciudadanos.